Durante este tiempo hemos ido aprendiendo también que nuestro gas procede, entre otros muchos países, de Argelia y que, por ello, cuando éste país se enfada con Marruecos pues aquel, por fastidiar a éste, nos hace la pascua a nosotros cortando el gas que nos envía por un gaseoducto construido a través de tal país, con lo que los líos de ellos los acabamos pagando nosotros. Ah, pero como a perro flaco todo son pulgas el gas licuado que nos llega por vía marítima también sufre los problemas derivados de la falta de barcos, con lo que al aumento del precio en origen se suma el aumento del precio en el transporte y con ello el precio que finalmente tenemos que pagar los consumidores.
A este respecto, recientemente recibí una amable carta de mi empresa suministradora de gas para, con la confianza que da el tuteo, decirme la suerte que he tenido de contar con un precio estable durante todo el año 2021, lo que me ha supuesto un precio fijo por el término de estabilidad de 21,94 €/mes y de 0,03128312 €/kWh por el de consumo, y que a partir del uno de enero de este año podré seguir gozando de la misma fijeza de precios, los cuales serán de 22,97 €/mes por el primero y de 0,09132887 €/kWh para el segundo. Claro que, después de darme por enterado de la suerte que he tenido, me doy cuenta que, en realidad, lo que me están comunicando es que a partir del 1 de enero voy a tener un precio del gas de prácticamente un 300% con relación al del año anterior. Y como los precios indicados son antes de impuestos, el beneficio que se lleva Hacienda va en la misma proporción, quien, por tanto, hace también un negocio redondo a costa del consumidor. Y ¿a quién debo agradecer tal suerte? Supongo que a los gobiernos y a las empresas que en el pasado apostaron la política energética al gas natural, producto del que España carece totalmente.
A la vista de lo anterior y teniendo en cuenta que el precio final de la electricidad va a depender, en gran medida, por aquello del sistema marginalista, del precio del gas, ¿cuánto nos costará este año la electricidad que utilicemos en nuestras casas? Seguro que muchísimo más que el año anterior, que ya ha sido mucho, con lo cual la suma de una y otra supondrá un aumento prácticamente inasumible para muchos ciudadanos que cuentan con unos ingresos limitados, cuando no mínimos o simplemente de subsistencia.
¿Es lógico tal sistema de formación de precios para la electricidad? Las empresas opinan que sí y el Gobierno nos dice que está obligado por Bruselas, por lo que a la vista de la defensa que unos y otros hacen de tal método no sería de extrañar que en tales empresas cualquier día de estos sus empleados soliciten también un sistema similar para fijar los sueldos de los mismos. Así, podrán decir: ¿por qué sueldo está dispuesto a trabajar un peón? ¿Y un oficial? ¿Y un técnico? ¿Y un ingeniero? ¿Y un jefe de departamento? ¿Y el director? Pues una vez fijado este último, que se supone será el más elevado, tal sueldo será aplicable a todos los empleados de la empresa. Ridículo, ¿no? Sin embargo, dado que, más o menos, así se fija el precio de la electricidad lógico sería, podrían decir algunos, que lo que sirve para establecer los precios que determinadas empresas cobran por su producto sirviera también para los sueldos que cobren sus trabajadores.
Dado que la reducción al absurdo es un método práctico que permite ver con nitidez lo que queremos expresar es claro que con esta comparación no trato de identificar un caso con el otro, pues como es evidente son circunstancias bien diferentes. Lo que pretendo exponer, como ya habrá deducido quien hasta aquí haya llegado en la lectura de este artículo, es que el sistema marginal de fijación de precios de la electricidad tiene ineficiencias que es preciso abordar para no caer en situaciones tan absurdas como la comparación sugerida.