La Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático, la ASEAN10, está constituida por diez estados: Tailandia, Malasia, Filipinas, Singapur, Vietnam, Indonesia, Myanmar, Laos, Camboya y Brunei. Se estima que su ritmo de crecimiento económico continuará en un 6,2% del Producto Interior Bruto (PIB) anual hasta el 2020. Mientras, la Unión Europea de los 28 (UE28) prevé un PIB del 1,8% en el mismo periodo. Para sustentar el crecimiento, ambas regiones quieren aumentar la generación con energías renovables: ASEAN10, para cubrir el aumento esperado en la demanda energética. La UE28, a fin de incrementar la competitividad reduciendo los costes de generación eléctrica por medio de unas tecnologías de coste marginal cercano a cero.
Por ello, la integración de las renovables a las redes preocupa en ambas regiones. La UE28, con un área de 4.422.773 km2 y una población de 508 millones, dispone de mayor densidad de redes que la ASEAN, una región de similar extensión, con 4.435.000 km2 y 615 millones de habitantes. Sin embargo, las redes en Europa son obsoletas y exigen una modernización, especialmente a nivel de baja y media tensión. La ASEAN10 también tiene como objetivo mejorar sus redes. Pero a diferencia de la UE, se concentra en las de alta tensión. En parte debido a que dentro del “ASEAN Power Grid”, Tailandia es responsable del grupo de trabajo para transmisión e interconexión. Mientras que Singapur es responsable de los sistemas de distribución.
Aun a nivel de interconexión, recientes estudios realizados en Tailandia sobre una mayor integración de renovables ofrecen resultados atractivos para el país: el gobierno estima ahorrar 12.100 millones de dólares hasta el año 2020. Estudios similares realizados para la EU28 cifran el ahorro para los consumidores finales europeos entre 12.000 y 40.000 millones de euros.
Adicionalmente, Tailandia coopera a nivel bilateral con Myanmar y Camboya para desarrollar programas de energías renovables. Mediante la interconexión de ambas zonas, Tailandia estima poder cumplir los objetivos de renovables de forma más fácil (mayoritariamente ofreciendo contratos de compra de energía para plantas eólicas e hidráulicas).
Tailandia: elevada demanda energética
Dentro de ASEAN, Tailandia tiene la segunda demanda más alta en energía primaria y se estima que el consumo eléctrico va a tener el mayor aumento con un 75% en los próximos dos decenios. Para cubrir ese aumento, el Plan Decenal de Acción para Renovables (AEPD) tailandés establece que un 25% de la energía consumida debe provenir de fuentes renovable hasta el 2021. Actualmente sólo se genera con renovables un 8%. A diferencia de ASEAN, Tailandia no incluye la energía hidroeléctrica en la definición de renovables lo que hace que sus planes sean aún más ambiciosos.
Otro reto para Tailandia es la necesidad de aumentar la autosuficiencia energética debido a la creciente dependencia de gas del exterior. La importación de recursos fósiles va a aumentar de un 42% (2013) a un 78% (2040). Especialmente las de gas natural, que casi se duplican. Con el fin de controlarlas, varios escenarios han sido considerados por el Centro Asiático de Investigación (APERC). En el escenario con mayor penetración de energías renovables, el AEPD considera que en el 2040 la biomasa contribuirá con un 13% (11 GW) al mix de generación, seguido de la fotovoltaica con un 9% (8 GW), la eólica con un 6% (5 GW) y la hidroeléctrica con 5% (4 GW). En noviembre del 2015, la capacidad operativa en biomasa era de 2,5 GW, en fotovoltaica de 1,3 GW, en eólica de sólo 224 MW y en minihidráulica de 142 MW.
Tailandia es uno de los pocos países del mundo donde el Plan Energético Nacional (2015) prevé un aumento de plantas térmicas (en 7,5 GW). Ello es debido en parte a la política proteccionista del país y al difícil momento que pasan las minas de carbón en Tailandia: por ejemplo, Banpu registró una pérdida neta de 42,7 millones de dólares en el primer trimestre de este año, frente a una ganancia neta de 82,7 millones el año anterior. Y esta industria dispone de un lobby nacional más fuerte que las renovables. La falta de financiación ajena para plantas térmicas y la poca madurez tecnológica de las plantas de captura y almacenamiento del carbono (CCS) van a obligar a Tailandia a rectificar su Plan Energético Nacional y sustituir los 7,5 GW térmicos por renovables o más importación.
Un factor también impulsor de las renovables en Tailandia es el Protocolo de Kioto. En la Conferencia de las Partes en París (COP21) de diciembre de 2015, Tailandia se comprometió a reducir un 20% las emisiones de CO2 hasta el 2030 (en un escenario sin cambios en la situación económica del país). Tailandia tiene un rating estable de BBB+ (S&P a 31 de marzo de 2016) y, por tanto, una solvencia similar a España, México, Perú o Polonia. Sin embargo, hasta ahora ha atraído menos inversión en renovables que estos otros países a pesar de tener una tarifa alta. Otro motivo de la falta de inversión ha sido la crisis financiera del 2009: escasez de préstamos y, por tanto, pobre conocimiento tecnológico. Además, se han aplicado límites de inversión hasta un máximo de 50 MW para inversores financieros extranjeros. Se espera, pues, que a corto plazo la cuota para renovables aumente y se abra la regulación a inversiones del exterior.
¿Son las renovables caras?
En Tailandia existe la convicción de que la energía solar y eólica suponen un cargo financiero para la sociedad, con el riesgo de crear inestabilidad político-económica en un Estado que no puede financiar la implementación de renovables con cargo a presupuestos públicos. Países como Alemania, que financian las renovables con cargo al consumidor, tienen una factura eléctrica de 29,3 céntimos de euro/kWh (2015) para el hogar. En comparación, la factura por consumo mayor a 400 kWh por mes es de sólo unos 9,8 c€/kWh en Tailandia.
Poco se divulga en Tailandia que sólo el 6,4% (2014) de la factura eléctrica alemana se utiliza para financiar las renovables. La mayoría de costes se refieren a tasas de red, impuestos como el IVA y costes de concesión. Ello es posible dado que la curva de demanda de electricidad es aún muy inelástica y los hogares cambian con menor frecuencia la compañía eléctrica que el suministrador de telefonía. Lo mismo ocurriría en Tailandia, donde el mercado eléctrico tiene un grado de liberalización menor que el alemán.
A fin de evitar la carga al consumidor, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) introdujo una “tasa de línea de vida” en el 2011. Se definió considerando que la electricidad debe ser un bien de uso universal y así paliar la pobreza. En base a esta tasa, ciertos hogares obtienen electricidad de forma gratuita. Dado que esta financiación no es sostenida por el gobierno, se han retrasado mucho los permisos de entrada en operación de plantas renovables, aun teniendo contratos de compra–venta firmados.
A nivel industrial, el Ministerio de Energía ha dado prioridad a plantas de autoconsumo en instalaciones agrícolas que suelen estar localizadas en zonas dispersas con costoso acceso a la red. El precio del contrato se ha establecido considerando una tasa mínima de retorno de la inversión (ROI) de un 12%. Este ROI pretendía incentivar la financiación a través de bancos locales para que estos obtuvieran conocimientos en renovables.
Hasta ahora los incentivos se han financiado por medio de una reasignación de los subsidios de combustibles fósiles a las renovables, que son gestionados por el fondo tailandés de municipios y/o el Ministerio de Energía. Los subsidios a combustibles fósiles se están reduciendo y, hoy por hoy, no puede financiarse una masiva implementación de renovables. Ni por el Estado tailandés ni tampoco por las familias cuyo PIB por cápita es de sólo 5.977 dólares.
Por ello y a pesar de los elevados recursos naturales disponibles (especialmente en solar, con una irradiación de hasta 1.400 kWp/kWh), en los 10 años de vigencia de la tarifa sólo se han realizado pequeños proyectos con capacidad cumulada de 1,5 GW. Situación que tendrá que cambiar si el objetivo de alcanzar el 25% de energías renovables en el año 2021 pretende cumplirse. Es decir, si el país quiere operar 3 GW en solar y 1,8 GW en eólica en cinco años.
La solución que se está implementando en Tailandia para promocionar renovables es la misma que la de la EU28: un sistema de licitaciones para proyectos a gran escala al mismo tiempo que se está discutiendo una mejor gestión de la energía distribuida, control de la demanda en hogares, mayor integración de las bolsas eléctricas con la del Mekong y consideración de sistemas de almacenamiento de energía, entre otros. Todas estas medidas fueron discutidas a petición de representantes del gobierno tailandés a comienzos de marzo con homólogos europeos. Por el momento, las licitaciones se planean para todas las tecnologías renovables, a excepción de la solar.
Sistema tarifario
En 2006, Tailandia introdujo el programa “Adder” (adición). El Adder consistía en añadir una prima fija al coste de generación de electricidad (de 9,7 c€/kWh). Pero a finales del 2015 los megavatios conectados a la Electricity Generation Authority of Thailand (EGAT), la compañía eléctrica estatal dominante, eran sólo 387,9 MWp en fotovoltaica (1,3 GW considerando PEA, MEA y autoconsumo). Con 216 MW instalados, la eólica juega un papel poco trascendental en el mix energético, y no está previsto que cambie. Teniendo en cuenta que la meta original para la fotovoltaica era instalar 2.800 MWp, el éxito del Adder fue moderado. Desde el 15 de diciembre de 2015, la remuneración se basa en una tarifa fija junto con una prima (ver tabla) .
Estas tarifas solares son altamente atractivas, sobre todo considerando que el recurso solar del país alcanza hasta 1.400 kWh/kWp según la zona. Adicionalmente, la directiva tailandesa de inversiones (Board of Investment) ofrece unos incentivos fiscales en el marco de la Investment Policy for Sustainable Development Campaign for Renewable Energy Projects que pueden ser atractivos para inversores. Algunos consisten en ocho años de excedencia fiscal en la tasa corporativa sobre beneficios netos y una reducción del 50% en la tasa los siguientes cinco años y/o ocho años de excepción impositiva en los dividendos a distribuir e incluso un 25% de subvención para los costes de inversión. Empresas locales han podido realizar así sus proyectos.
A fin de alcanzar los objetivos ambiciosos del APERC (25%), el gobierno ha anunciado introducir licitaciones (de momento sin incluir la fotovoltaica). En biomasa y biogás ya se han convocado licitaciones en el pasado en tres provincias del sur. Si la licitación va a ser de estructura estática (como las de DEWA en Dubai, en la que se identifica un proyecto y se indica la tecnología a ofertar) o de estructura dinámica (como en la actual licitación en Chile o México donde se requiere de producción energética) aún no está definido. A menos que instituciones financieras internacionales (ADB, Banco Mundial…) proporcionen el apoyo financiero necesario para la licitación estática, es de esperar una estructura dinámica para los próximos meses.
Conclusión
Tailandia tiene una “nice-story”, una bonita historia: incentivos altos, remuneración a largo plazo, crecimiento económico, credibilidad por la estabilidad de su bono, recursos solares atractivos. “Get the grid right” (lograr la red adecuada) es el lema que sigue el gobierno en la ampliación de redes. Tailandia está comprometida con Kioto, con serias intenciones de hacer realidad energéticamente un auge económico sostenible, lo que se ha traducido en elevadas cuotas para las renovables. Si estas se cumplen, en cinco años el 20,3% de la energía consumida será generada por fuentes renovables.
Desde Tailandia se observa a Europa con ambición: se quiere mejorar la política energética de la UE. Para ello el ASEAN tendrá que seguir un camino similar al que actualmente se está implementando en el continente viejo (aplicaciones smart, aumento de la liquidez en el mercado spot, mejoras en la predicción del balance de carga, almacenamiento energético, integración de sistemas de redes).
Todo ello solo será posible si Tailandia permite la entrada de capitales internacionales. Hasta ahora las renovables se han reservado para capitales nacionales por medio de una regulación que favorece las cooperativas público-privadas. Proyectos con poco contenido nacional se han demorado. El crecimiento energético va a facilitar una liberalización y ofrecer oportunidades de inversión en uno de los países asiáticos más ricos en naturaleza. En él, compañías eléctricas europeas como Engie están bien establecidas. La alemana Sowitec entró en el mercado hace ahora un año.