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Renovables en tiempos de confinamiento

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La primera y más triste consecuencia del COVID-19 es que está dejando a millares de personas por el camino. La segunda, que va a ir aparejado de una crisis económica que tendrá un profundo impacto en nuestra sociedad. El alcance y duración que este impacto tenga en España y Europa va a depender, fundamentalmente, de cómo gestionen el frenazo económico las autoridades gubernamentales y monetarias. En este contexto, las energías renovables son claves para acelerar la recuperación de manera sostenible, crear empleo y avanzar en la transición energética. 
Renovables en tiempos de confinamiento

El impacto económico desatado por la crisis sanitaria lo vamos a sentir todos. Eso parece indudable. Sin embargo, si hay un el sector que puede convertirse en motor de una nueva economía, en consonancia con la urgencia de abordar este gran reto que tenemos ahora y el aún más inquietamente derivado del calentamiento global, es el de las renovables. Lo dicen expertos de todo el mundo.



El viernes 4 de abril, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) volvía a insistir en que la reducción de la actividad industrial en muchos países del planeta a causa de la pandemia de COVID-19 no exime a la comunidad internacional de proseguir la lucha contra la crisis climática.

Es cierto que la contaminación ha caído estas semanas a mínimos históricos en todo el mundo. En España, en concreto, las emisiones de CO2 cayeron en marzo un 30% respecto al mismo de 2019. El dato lo aportaba a principios de abril la Asociación Empresarial Eólica (AEE), con información de Red Eléctrica: las emisiones de CO2 asociadas a la electricidad fueron de 0,09 toneladas de CO2 por megavatio hora en marzo pasado, cuando –según recuerda la AEE–  hace sólo cinco años se situaron en 0,17 toneladas de CO2 por megavatio hora; esto es, casi el doble respecto a marzo de 2020. 



La asociación explica que el descenso se debe a dos factores principales: el primero, la fuerte caída de la demanda eléctrica derivada de la crisis del coronavirus; el segundo, el incremento de la generación eléctrica con fuentes renovables, especialmente la eólica. Los mas de 20.000 aerogeneradores que hay distribuidos por toda la geografía española produjeron en marzo pasado mas de 5.500 gigavatios hora (GWh), lo que supuso una cobertura de la demanda eléctrica del 27,6% en este mes. La aportación de las tecnologías solares (fotovoltaica y termosolar) también fue notable. Representó el 6,3% de la electricidad generada en marzo. La fotovoltaica, en concreto –que suma más de 8.800 MW instalados– produjo el mes pasado 1.029 megavatios hora de electricidad. Un 22% mas que en el mismo mes del año precedente.


Si a la caída de la demanda eléctrica debemos la reducción de emisiones de CO2, al  apaciguamiento del tráfico tenemos que agradecer la de las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2). El confinamiento de millones de personas en sus casas ha mejorado la calidad del aire en las grandes ciudades españolas (y de todo el mundo) a niveles no vistos desde hace décadas. Solo en la primera semana de confinamiento (del 14 al 21 de marzo), el tráfico rodado se redujo un 60% en Madrid y Barcelona, haciendo que los valores medios de NO2 en ambas urbes se situaran en el 40% del límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea (UE).



El secretario general de la Organización Meteorológica Mundial,  Petteri Taalas, advierte, no obstante, contra falsas esperanzas: tras la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en estos meses de masivas cuarentenas, es probable que haya un rápido aumento de las cifras de contaminación, como ya ocurrió en anteriores crisis. Desde el organismo internacional indican que la caída temporal del dióxido de carbono no evita que el planeta siga abocado a un cambio climático. De hecho, en muchos centros que miden estas emisiones, como los de Hawai (EEUU), Tasmania (Australia) o Tenerife (España), se han medido en los primeros meses de 2020 concentraciones de CO2 incluso mayores que las del año pasado.


Pedro Linares, catedrático del Departamento de Organización Industrial de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI, también pone en contexto el "éxito" alcanzando en la reducción de emisiones: "bajo condiciones muy duras, parando casi toda la economía y confinándonos en nuestras casas, lo máximo que estamos pudiendo hacer es reducir nuestras emisiones hasta un 25%. Y esto, si lo mantuviéramos durante un año. Si –ojalá–, la normalidad vuelve tras dos o tres meses, la reducción anual se quedará en un 5%. A comparar con la reducción del 33% que tenemos que hacer en los próximos 10 años. Claramente tenemos que hacer más", escribe en el último boletín de Conama, el Congreso Nacional de Medio Ambiente.



Así las cosas, organizaciones ecologistas como Greenpeace advierten contra la tentación de que se reduzcan los objetivos climáticos, en especial tras la decisión de Naciones Unidas de aplazar la Cumbre Mundial del Clima de Glasgow (la COP26) hasta el año 2021. La organización ecologista considera “comprensible” este aplazamiento, pero en palabras de director ejecutivo de Greenpeace España, Mario Rodríguez, eso "no cambia la obligación de los países europeos, y del Gobierno español en cuanto sea viable, de seguir liderando la lucha contra el cambio climático, empezando por aumentar su objetivo climático para 2030 antes del fin de este año”.


La inversión en energías limpias, clave

Y así es como llegamos de nuevo a las renovables. El último boletín de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que ha llegado en medio de esta crisis mundial sin precedentes, muestra lo mucho que las sociedades modernas dependen de la electricidad. Como se ha señalado, a día de hoy, millones de personas están confinadas en sus casas, recurriendo al teletrabajo para cumplir con su jornada laboral, a los sitios de comercio electrónico para hacer sus compras, y a las plataformas de video en línea para encontrar entretenimiento. Un suministro de electricidad fiable es la base de todos estos servicios, así como para mantener operativos los múltiples electrodomésticos que la mayoría tenemos en nuestras casas.



Sin embargo, el cierre de fábricas e industrias –los grandes consumidores de electricidad– ha hecho que pese al mayor consumo doméstico, la demanda de electricidad haya caído (un 15% según los datos de la AIE), y que la aportación de las renovables al mix sea mayor en países como España, o en lugares como California, donde hay mucha energía eólica y solar. La Agencia explica que si la demanda de electricidad cae rápidamente mientras las condiciones meteorológicas siguen siendo las mismas, la proporción de fuentes renovables puede llegar a ser mayor de lo normal.

De esta manera, dice Fatih Birol, director ejecutivo del organismo, "la caída de la demanda de electricidad puede hacer avanzar diez años algunos sistemas de energía, aportándoles, repentinamente, niveles de energía eólica y solar que de otra manera no hubieran logrado tener sin otra década de inversión en renovable". Birol considera "importante" que los encargados de formular políticas y los reguladores tengan este hecho en cuenta, "para mejorar nuestra comprensión de los sistemas de electricidad más limpios y algunos de los desafíos que plantean".


El director ejecutivo de la AIE pone el acento, también, en la necesidad de avanzar en las nuevas formas de asegurar la flexibilidad del sistema eléctrico, como el almacenamiento, pero advierte que siguen haciendo falta otras fuentes tradicionales, como la energía hidroeléctrica, "un caballo de batalla a menudo olvidado de la generación de electricidad. Y asegura que la mayoría de los sistemas eléctricos dependen todavía de las centrales de gas natural para proporcionar esa flexibilidad.

Pide, asimismo, mayor inversión en las redes, a las que califica como "la columna vertebral de los sistemas energéticos actuales", pero reconoce, al mismo tiempo, que los sistemas eléctricos dependerán cada vez más de las fuentes de energía limpia. "La pandemia de coronavirus ha causado una crisis mundial sin precedentes y la prioridad inmediata es hacer frente a la emergencia de salud pública. Pero a medida que los gobiernos responden a las repercusiones económicas de la perturbación causada por el virus, no deben perder de vista un importante desafío de nuestro tiempo: las transiciones de energía limpia", subraya.
 
Por todo ello, Fatih Birol pide que "la inversión a gran escala para impulsar el desarrollo, el despliegue y la integración de tecnologías de energía limpia"  sea  "una parte central de los planes de estímulo" que están poniendo en marcha los gobiernos para contrarrestar los daños económicos de la crisis.  Esta inversión, concluye,  "aportará el doble beneficio de estimular las economías y acelerar las transiciones a la energía limpia. El progreso que esto logrará en la transformación de la infraestructura energética de los países no será temporal, sino que puede marcar una diferencia duradera en nuestro futuro".




Proyectos en cuarentena

¿Están las renovables preparadas para responder a lo mucho que se espera de ellas?



La Asociación Europea de Energía Eólica, WindEurope, informaba en su web que, a finales de marzo, la mayoría de los fabricantes de turbinas y componentes eólicos en Europa continuaban operando con normalidad. No era el caso de España e Italia, los países con las normas más estrictas para hacer frente a la pandemia, donde a la hora de escribir estas líneas había siete fabricantes que habían echado el cierre temporal. 



En España, en concreto, han estado temporalmente cerradas las fábricas de palas para aerogeneradores de Siemens Gamesa de Aoiz (Navarra); las de LM Wind Power (la filial de fabricación de palas de GE Renewables) en Les Coves (Castellón) y Ponferrada (León); y la empresa de construcción naval Astilleros Gondán (Figueras, Asturias), que desarrolla embarcaciones para apoyo a instalaciones eólicas offshore. La factoría gaditana de Dragados Offshore (grupo ACS) también cesó temporalmente su actividad. En ella se fabrica la plataforma de subestación eléctrica para el parque eólico marino Dolwin 6, promovido por la compañía germano-holandesa Tennet en aguas del Mar del Norte y cuya finalización estaba prevista para finales de 2021 o principios de 2022. Por tanto, el COVID-19 puede provocar la demora en la construcción de proyectos de energía renovable debido a interrupciones de la cadena de suministro.



Otra referencia de su posible impacto en el sector lo encontramos en Vestas. El fabricante número 1 del mundo en eólica terrestre daba a conocer hace solo unos días, en un breve comunicado, que suspende su objetivo 2020. La compañía asegura que, dados los números que ha cosechado en el primer trimestre del año (órdenes de pedido por valor de 3.300 megavatios), ese objetivo que sigue siendo “realista”. Sin embargo, y habida cuenta de la “no adecuada visibilidad actual”, prefiere poner en cuarentena su hoja de ruta anual. Aunque Vestas ya ha reanudado la producción en sus fábricas chinas, le "preocupa" cuándo se van a recuperar algunos de sus  mercados clave, como Estados Unidos, Brasil o India.



La Asociación Española de Energía Eólica (AEE) afirma, no obstante, que aunque la actividad del sector se pueda ver afectada en parte en estos días, está preparada para adaptarse, resistir y mantener la capacidad necesaria para, en el momento que sea viable, recuperar el ritmo de la actividad económica con decisión. "Seguir disponiendo de este tejido industrial, con la capacidad manufacturera actual y la presencia en el mercado global, es una herramienta clave para disponer de la resiliencia económica necesaria que permita hacer frente a periodos de crisis como el que estamos viviendo. Disponer de industria potente ofrece tranquilidad a la sociedad", afirma Juan Virgilio Márquez, director general de la AEE.



La fortaleza de la energía solar

El sector solar se pronuncia en términos parecidos. En un evento virtual organizado por la patronal UNEF para analizar el impacto del COVID-19 en el desarrollo de la solar fotovoltaica, los tres expertos invitados –José Benjumea, de Powen; Juan Carlos Jadraque, de Ingeteam; y Jordi Vega, de Gran Solar (GRS) – dejaron claro, por ejemplo, que las ventajas del autoconsumo siguen intactas. Otra de sus certezas es que ser autosuficientes energéticamente es importantísimo. La tercera: que independencia energética y autoconsumo están totalmente conectados.    



Estos tres expertos creen, asimismo, que la pandemia no debería encarecer el precio de la energía solar. En el caso de las grandes plantas, su opinión es que si bien estas instalaciones implican fuertes inversiones y las financiaciones en curso para construirlas van a sufrir retrasos,  estos proyectos siguen siendo absolutamente financiables y ni se van a dejar de construir, ni van a costar más. En palabras de Jordi Vega "los bancos han pisado un poco el freno, a la espera de ver cuál va ser el impacto real que tendrá la crisis, pero las renovables son uno de los sectores por los que van a apostar claramente los fondos de inversión. Con la energía solar a la cabeza".


"Lo bueno de la energía solar es que una vez que haces la inversión, esta tecnología no tiene costes variables y el plazo de vida útil de las plantas fotovoltaicas es muy largo, de 30-40 años", destacó Benjumea. Se trata, además, de un activo que genera un bien tangible: kilovatios hora. Por tanto, estos proyectos serán absolutamente financiables. Y como no ha habido un crisis de materias primas, no debería haber un incremento de los precios. "La economía está ahora parada, pero en cuanto las fábricas vuelvan a arrancar no debería haber un parón de suministro. Habrá, eso sí, retrasos en la entrega", concluyó el directivo de Powen.



Aún así, los tres expertos creen que el parón puede ser importante y va a hacer falta apoyo gubernamental para superar la situación, a través, por ejemplo, de medidas fiscales y de simplificación de los trámites administrativos para animar a la gente a hacer autoconsumo. De lo contrario, advierten, el desarrollo del autoconsumo, que estaba empezando a coger velocidad de crucero, puede verse paralizado.

Una semana antes, el director general del IDAE, Joan Groizard, anunciaba precisamente, en otro encuentro en streaming –este organizado por la Fundación Renovables– que una de las primeras cosas que se harán en política energética en cuanto acabe el Estado de Alarma  será "avanzar en el autconsumo colectivo, mediante el reparto horario". De acuerdo con Groizar, esto supondrá "una mejora sobre el reparto que hay ahora, ya que va a permitir fijar un criterio para cada hora del día". Lo explicó con el siguiente ejemplo: "si yo tengo un edificio público que sé que funciona de 9h a 15h de lunes a viernes entre semana, puedo decidir que el edificio aproveche la energía generada por las placas solares en ese horario. Y por las tardes, los fines de semana y el mes de agosto, que esa energía pueda ir al 100% a las viviendas sociales que haya en el entorno (del edificio), de manera que puedan formar parte del autoconsumo colectivo".


Este reparto horario "está prácticamente listo para salir en cuanto se levante el estado de alarma", aseguró el director general del IDAE, asegurando que "el autoconsumo con renovables ya es la forma más económica, equitativa y eficiencia de generar energía". Groizard también ancunió en el mismo evento que el gobierno está haciendo todo lo posible par que haya subastas de renovables este mismo año.

"El PNIEC plantea entre 2021 y 2030 un crecimiento sostenible de las renovables y para que eso sea posible debería haber subastas este mismo año. Otro de los objetivos del IDAE es que todo el que lo desee pueda participar en las subastas, "no solo aquellas empresas que tengan acceso a capital barato porque formen parte de un gran grupo o porque tengan un fondo de inversión detrás.  El mercado tiene que ser competitivo, con muchos actores que compitan, queremos que las subastas cumplan esa base para que todo el mundo pueda participar".

En cuanto al tipo de subastas, Groizard dijo que están trabajando para que se parezcan más a los sistemas de subastas de nuestro entorno y sean más sencillas. Deberá tenerse en cuenta, asimismo, "que la eólica y la fotovoltaica ya son mas baratas que el mercado y ese ahorro debe trasladar a los consumidores".



Lecciones del confinamiento

"La crisis sanitaria será temporal", escribe Joaquín Nieto, director de la Oficina de la OIT para España, en el boletín del Conama que mencionábamos anteriormente. "El paisaje después de la batalla dejará sin embargo una crisis económica y de empleo que puede ser duradera, o no; cuya reconstrucción puede ser una oportunidad, o no, para configurar sociedades económicamente más resilientes, socialmente más justas y ambientalmente más sostenibles".



El confinamiento mundial de 3.000 millones de personas –único en la historia de la humanidad– y el cese de la actividad económica y comercial han dejado ya a decenas de millones de ellas sin empleo y a muchas sin ningún tipo de ingreso, ya que, como señala Nieto, el 60% de los empleos en el mundo están en la economía informal y el 55% de la población mundial no tienen ningún tipo de protección social. En Europa, los gobiernos trabajan para evitar los efectos sociales más adversos, especialmente en los sectores más vulnerables. Aún así, el cese temporal de la actividad económica está teniendo un impacto devastador sobre el trabajo: solo en marzo se destruyeron al menos 900.000 empleos en España.



Sin embargo, este desolador paisaje no tiene por qué concluir en una crisis como la que hace una década asoló la economía durante años y cuya recuperación plena –al menos en lo social– está todavía pendiente. Como recuerda Nieto, antes de la crisis provocada por el coronavirus, Europa había decidido con acierto apostar por un Green New Deal para hacer frente al cambio climático y transformar su modelo productivo para hacerlo más sostenible, pero sin comprometerse todavía a la financiación necesaria. 



"Hoy tiene la oportunidad de completar su apuesta orientando las inversiones de reconstrucción en esa perspectiva", sentencia. "Si Europa se reafirma en la necesidad de impulsar con más fuerza el Green New Deal, de forma que el resultado de la reconstrucción sea una renovación del tejido productivo, para su digitalización y sostenibilidad ambiental", el Pacto Verde será "una fuente extraordinaria de empleo y trabajo decente", añade.

Las energías renovables son imprescindibles para alcanzar esa meta. Estas tecnologías aportan como pocos sectores, al cumplir con todos los principios del desarrollo sostenible, a nivel ambiental, económico y social, generando, además, empleos de calidad que, a su vez, garantizan la sostenibilidad socioeconómica.

El estado de Nueva York –uno de los más afectados en EEUU por la pandemia– acaba de dar a conocer que va a acelerar los proyectos de energía limpia precisamente para ayudar a la recuperación del estado provocada por el COVID-19. Lo hará a través de la "Ley Acelerada de Crecimiento de Energía Renovable y Beneficios Comunitarios" como parte del presupuesto estatal para el año fiscal 2020-2021.

En España, las renovables llevan cuatro años de crecimiento ininterrumpido. Solo el año pasado el sector creció un 10,7%, aportó 10.500 millones de euros al PIB nacional y generó unos ahorros de más de 4.700 millones de euros en el mercado eléctrico (datos de APPA Renovables). No perdamos el impulso.

Este artículo se puede leer también en ER190 (abril 2020)

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