Siete años lleva ya publicando sus informes Ember y este es el primero en el que la balanza se inclina del lado renovable. Según los datos recabados por este colectivo de expertos en energía (datos procedentes de la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Electricidad), el viento, el Sol, el agua y la biomasa produjeron, entre el 1 de enero y el 30 de junio del corriente, más electricidad (el 40% del total) que los combustibles fósiles (34). La producción renovable se ha visto incrementada en once puntos gracias, fundamentalmente, a la nueva potencia limpia instalada (más de 15.600 megavatios fotovoltaicos y más de 13.000 megas eólicos han sido puestos en marcha en la UE28 en 2019), y gracias, así mismo, al factor atmosférico: un principio de año que no ha sido frío, pero sí ventoso (sobre todo el mes de febrero), un segundo trimestre soleado y un semestre hidrológico generoso tanto en los países nórdicos como en el península ibérica.
Así, la producción eólica ha crecido once puntos; la solar, dieciséis; y la hidráulica, doce. Los parques europeos eólico y fotovoltaico (FV) han generado hasta el 21% de toda la electricidad europea, lo que también constituye un máximo histórico, según el informe de Ember, que destaca los casos danés (donde esas dos tecnologías han producido hasta el 64% del total de la demanda), irlandés (49%) y alemán (42%).
El informe destaca no obstante un aspecto preocupante: aunque las redes han encajado con flexibilidad ese enorme volumen de energía renovable, los precios se han derrumbado, lo cual podría desincentivar futuras instalaciones, necesarias en cualquier caso para continuar con la descarbonización a la que se ha comprometido Europa vía Acuerdo de París y vía Directiva de Energías Renovables.
De cualquier modo, si hay un actor (o actores) que sale/n perjudicado/s en el nuevo escenario son los combustibles fósiles. Su aportación al mix ha caído dieciocho puntos en este primer semestre del año. Según Ember, ello ha sido debido a dos factores: la creciente participación de las fuentes de energía renovable en la cesta eléctrica europea y la caída (siete puntos) de la demanda de electricidad, debida a la Crisis Covid. El carbón se llevó la peor parte. Su aportación cayó en la Unión un 32%: -34% hard coal y -29% lignito. También cayó el gas: seis puntos en el global UE27, caída en once países. Como resultado, las emisiones de gases de efecto invernadero del sector eléctrico UE27 cayeron alrededor del 23%, según el informe semestral de Ember. Por países, la generación eléctrica con carbón se ha derrumbado en España (-58%), Austria (-54%), Irlanda (-48%), Grecia (-48%) y Alemania, que está simultaneando además la desconexión carbonera con la nuclear (Polonia es la otra cara de la moneda: aunque allí también ha caído la producción eléctrica carbonera, como en todas partes, Polonia ha producido en este semestre más electricidad con ese negro mineral que la locomotora económica de la Unión Europea por primera vez en su historia; además, no tiene plan de cierre para sus térmicas de carbón). Austria ha cerrado su última central de carbón en este primer semestre; Suecia cerró la última de las suyas en marzo; y en Portugal las dos únicas que quedan está previsto echen el cierre el año que viene.
España e Italia han registrado una "dramática" caída en la generación de electricidad con gas, según Ember: 20 y 16 puntos, respectivamente (caída que sucede simultáneamente a la registrada por el carbón).
Según los autores del informe, la previsible futura caída de la demanda por la Crisis Covid y el incremento de la potencia renovable de generación van a acabar elevando el año 2019 a la categoría de año pico para el gas. Más aún si tenemos en cuenta que 2019 ha sido un año en el que la generación de electricidad con gas ha crecido en España un 85,9%. A ese sector en todo caso le queda en la manga la carta del carbón.
En España, el batacazo que se ha llevado en este primer semestre el negro mineral ha sido de dimensiones colosales: -58%, como se dijo. Y eso ha sido antes de que, a mediados de año, y por imperativo legal, comenzasen a desenchufarse la mitad de las centrales térmicas carboneras españolas (unos 5.000 megavatios). El gas estima que esos cierres y los que vendrán a continuación podría abrirle una ventana de oportunidad.
Mención aparte merece la nuclear francesa, que ha sufrido un contundente revés en este primer semestre. Ha caído una vez y media más que la demanda.
El informe Ember también mira a futuro. Según sus autores, la Crisis Covid ralentizará el crecimiento de los parques europeos eólico y fotovoltaico. La potencia FV instalada este año será menor que la puesta en marcha el año pasado y, en el caso de la eólica, muy menor: -30% con respecto a lo inicialmente previsto. Malas noticias para el Viejo Continente, que, si quiere cumplir con los compromisos que se ha autoimpuesto en el horizonte 2050 -recuerdan desde Ember- no solo no debería ralentizar su velocidad de crucero, sino que debería doblar o triplicar en la década de los 20 lo que instaló en la década pasada.