1 ¿Serviría de algo crear una empresa pública de energía para abaratar el recibo? ¿No tendría que competir esa compañía con las mismas reglas de juego que las demás?
Javier García Breva
Crear una empresa pública de energía, o nacionalizar Endesa como se ha propuesto por Unidas Podemos, no solo es demagógico sino demuestra un desconocimiento grave sobre el funcionamiento del sistema eléctrico, tal y como hoy está regulado. La consecuencia sería un encarecimiento del recibo de la luz mucho mayor del que se pretende corregir. Solo el pago del valor de Endesa y el incremento de costes por la operación sería hoy por hoy prohibitivo en cualquier análisis racional.
El problema no es tanto la propiedad como la organización y funcionamiento del mercado eléctrico. Seguiría siendo un oligopolio y en nada favorecería a los consumidores.
Lo que sí conviene recordar es de qué manera se privatizó Endesa. Que una empresa de todos los españoles haya pasado a ser una empresa controlada por el gobierno italiano con un modelo de extracción de rentas de los consumidores españoles para nutrir, con los dividendos generados en España, las cuentas de Enel y el Estado italiano es un ejemplo de cómo los sucesivos gobiernos han alentado lo que el recordado periodista Jesús Mota denominó “la gran expropiación”. De esta manera tenemos un sector energético, incluidas las redes, que es propiedad mayoritariamente de fondos de inversión extranjeros y muchos de ellos soberanos, de estados extranjeros.
Ahora vemos cómo este fenómeno se sigue produciendo con los activos renovables, que se venden a inversores foráneos sin control ni vigilancia, como ha pasado con Gamesa. Si Alemania, Italia o Francia han mantenido el control de su sector energético, España podría haber hecho lo mismo, pero ha podido más la codicia que el interés general y el futuro del país.
Jorge Morales de Labra
Crear una empresa pública de energía de algo serviría. Podría tener competencias, por ejemplo, en temas como pobreza energética, familias vulnerables, etc. Lo que ocurre es que el coste de esa medida sería muy alto y los beneficios que se obtendrían no lo serían tanto. Una empresa pública en este momento, por grande que fuera, es decir, aunque eligiéramos una de las dos grandes para comprarla, por sí sola no abarataría el recibo ni acabaría con estos juegos en el mercado mayorista que al final nos llevan a incrementos en el recibo como el que hemos visto este mes.
Por supuesto que de crearse esa empresa pública tendría que competir con las mismas reglas de juego, de esto no cabe la menor duda. Pero una empresa pública que, por ejemplo, gestionara las concesiones hidroeléctricas ya caducadas no tendría porqué vender el agua con la misma estrategia con la que lo hacen en estos momentos las grandes energéticas en España. Esto sí que podría tener una influencia notable en la gestión de precios. Lo que pasa es que sería lento, porque como sabes la reversión de esas concesiones no es algo inmediato.
2 ¿No sería mejor plantear una reforma del mercado eléctrico verdaderamente potente, empezando por reconocer que la luz es un derecho, no un producto con el que comerciar?
Javier García Breva
Lo que llama la atención con la subida del pool durante la borrasca Filomena es la cantidad de disparates que se han escuchado o leído, lo que demuestra que el recibo de la luz y el mercado eléctrico siguen siendo un pozo negro de desconocimiento, opacidad y falta de transparencia. A ningún político se le ha ocurrido proponer algo tan evidente como es la reforma del método de conformación de precios del mercado mayorista, que es lo que ocasiona estas subidas de precios puntuales cuando la demanda se dispara.
El mercado mayorista está diseñado para un mix energético de hace veinte años. El exministro Soria afirmó en 2012 que cambiaría todo menos el mercado mayorista y los sucesivos ministros han seguido su estela hasta el día de hoy. Y ese diseño es el que permite que las tres eléctricas con posición dominante en el mercado puedan garantizar sus ingresos al controlar la principales fuentes de energía, que en el mercado mayorista se retribuyen al precio de la energía más cara.
La falta de competencia, como decía el Nobel de economía Joseph Stglitz, es codicia y siempre eleva los precios. Otro aspecto a estudiar es el comportamiento del suministro de gas. Si, como dice la Comisaria europea de Energía, Kadri Simpson, el gas fósil es la energía de la transición energética, ya sabemos lo que nos espera; el PNIEC deja intacto el gas fósil hasta 2030, por lo menos. Y se ha demostrado que el mercado gasista es, sobre todo, especulativo y que no lo podemos controlar porque el destino de los buques metaneros es inextricable, igual que los contratos de suministro. Y no hay ninguna norma europea que impida corregir el mercado mayorista para que no produzca un perjuicio tan grave a los consumidores.
Jorge Morales de Labra
Sin duda, lo más urgente es cambiar las reglas del juego. Yo no abogo por cambiar el sistema marginalista de precios, las reglas de juego del sistema marginalista son las que son, por lo que abogo es por cambiar la manera en que se trasladan esos precios mayoristas al recibo. Por ejemplo, cambiar las retribuciones de las centrales hidroeléctricas o de las centrales nucleares; o también de las centrales solares y eólicas, que no tienen porqué seguir las reglas de juego del mercado eléctrico. La próxima subasta de renovables (26 de enero) va a hacer que las centrales que salgan adjudicadlas tengan un precio fijo, con independencia del precio de mercado, que en su caso influirá solo en un 5% en su retribución. Algo similar podría hacerse con el resto de centrales y entonces sí que tendríamos un precio mucho más estable.
Respecto a que la luz sea un derecho y no un producto, creo que ambos aspectos son conciliables perfectamente. Por ejemplo, al igual que el derecho a la vivienda, establecer en la Constitución el derecho de una familia a tener energía eléctrica para los suministros básicos, pero que, a su vez, la luz tenga una característica de producto que se pueda utilizar también para otros servicios que no son tan básicos y, por tanto, pueden ser comercializables.
3 ¿Qué margen de actuación cree que tenemos de verdad los ciudadanos para conseguir pagar un precio justo por la luz?
Javier García Breva
El margen de los ciudadanos es nulo porque el precio de la luz es producto de la regulación eléctrica y la estructura del recibo de la luz está hecha para ahorrar muy poco y consumir más, asegurando así los ingresos del sistema eléctrico. O se desenchufa o no hay margen para abaratar la electricidad. Y aquí es donde sí se deben tomar medidas y exigir el cumplimiento de las directivas europeas que proponen abaratar los costes de la energía y que los consumidores se beneficien de las ventajas del autoconsumo y de los contadores inteligentes.
Hay que fomentar el ahorro energético a través de una estructura del recibo de la luz que de más peso a la energía consumida que a la contratada, hay que regular el acceso a los contadores inteligentes como instrumentos de eficiencia energética al servicio del consumidor y no como instrumento de las eléctricas para facturar al consumidor y hay que impulsar el autoconsumo y las comunidades ciudadanas de energía. Pero la medida más importante que puede rebajar el recibo de la luz es impulsar un mix energético con una proporción mayor de generación distribuida. Con más generación distribuida y autoconsumo, el consumidor podrá controlar su oferta y demanda de energía en tiempo real y quedarse ajeno a los vaivenes de un mercado principalmente especulativo. La flexibilidad del sistema eléctrico que piden las directivas europeas no la va a proporcionar el gas fósil sino las generación distribuida con el control del consumidor.
Jorge Morales de Labra
La actuación de los ciudadanos empieza por la autosuficiencia. Aparte, con nuestras decisiones con los votos, dado que es evidente que la política también influye en la formación de precios y en nuestro día a día a través de esas pequeñas o grandes decisiones de consumo que tomamos habitualmente. Pero, sin duda, el cambio fundamental de paradigma viene gracias a la energía solar fotovoltaica y el autoconsumo. En la medida en que seamos independientes no necesitaremos de terceros, ni de políticos ni de empresas para saber lo que vamos a pagar a fin de mes.