Las emisiones de metano producidas por el hombre son hasta 80 veces más potentes que el CO2 para calentar el clima. Sin embargo, a diferencia del CO2, que permanece en la atmósfera durante cientos de años, el metano puede descomponerse al cabo de una década. Esto significa que la reducción de las emisiones de este gas puede reducir rápidamente el ritmo de calentamiento a corto plazo.
La Evaluación Global sobre el Metano, informe publicado ayer por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y la Coalición por el Clima y el Aire Limpio, de la Coalición Clima y Aire Limpio, presentando ayer, detalla que las soluciones disponibles podrían reducir las emisiones de este gas en un 30% para 2030, sobre todo si se solucionan los escapes y fugas de metano en el sector del petróleo y el gas, y de esta manera limitar el calentamiento global en 0,3 grados centígrados para 2045.
Las consecuencias para la salud son notables. Los autores del estudio estiman que reducir las emisiones de metano a nivel mundial hasta en un 45% para 2030 supondría, en el caso de la UE-27, evitar 22.689 muertes prematuras al año y 775.000 visitas al hospital relacionadas con el asma cada año.
También contribuiría a dejar de perder 1,4 millones de toneladas en cultivos básicos cada año. Siguiendo con la UE, el porcentaje de disminución que se evita por año es el siguiente: arroz 0,16%, trigo 0,94%, soja 0,35% y maíz 0,6%. El valor de las pérdidas anuales de cultivos en la UE es de 285 millones de dólares estadounidenses (basado en los precios del mercado mundial de 2018 por tonelada).
El gas natural no puede ser un combustible puente
Este informe llega mientras se debate una nueva normativa que podría introducir normas sobre el metano en las importaciones de gas. La Comisión Europea adoptó su Estrategia de Metano de la UE en octubre de 2020, en la que se describe la intención de reducir las emisiones de este gas, y se esperan propuestas políticas concretas para este año.
Algunos estudios han demostrado que las emisiones de metano de la industria del gas se han subestimado hasta un 40% a nivel mundial y hasta en un 60% en EEUU.
“Si los gobiernos se toman en serio la posibilidad de afrontar la emergencia climática, no pueden seguir ignorando que el gas fósil es puro metano y no puede usarse como un combustible ‘puente’", indica Georgia Whitaker, responsable de la campaña contra los combustibles fósiles de Greenpeace. El metano, continua, "es la sucia realidad detrás de la cara ‘limpia’ que la industria de los combustibles fósiles nos está intentando presentar. El informe de la ONU subraya la necesidad de detener las inversiones en infraestructura de gas fósil y de aquellas que, como las de hidrógeno, seguirían llevando asociado su uso e insiste en que esta expansión es incompatible con mantener el calentamiento a 1,5°”.
La organización ecologista recuerda, también, que, debido al rápido crecimiento de la agricultura industrial que impulsa el consumo excesivo de carne y productos lácteos, las emisiones de metano del ganado y el estiércol han aumentado drásticamente en un 70% desde 1961 y se espera que representen una parte cada vez mayor de las futuras emisiones de metano.
En este escenario, Greenpeace insiste en que España no puede seguir autorizando macrogranjas, a las que califica de "auténticas fábricas de metano, tanto por las emisiones directas de los animales como de los excrementos generados", por lo que es fundamental frenar la expansión de la ganadería industrial y desarrollar un plan de reducción de la cabaña ganadera en intensivo.
