El año 2022 ha terminado con un 5,7% más de emisiones de gases de invernadero que el año anterior, un 5,17% más del año base de 1990 y un 31% menos respecto a 2005. Es decir, las emisiones en 2022 ha sido 305 millones de toneladas de CO2 equivalente (según los datos preliminares de 2022); las emisiones del año base 1990 eran de 290 millones de toneladas de CO2 equivalentes, y las del año 2005 ascendieron a 442 millones de toneladas de CO2 equivalentes. Por su parte, en 2021 fueron 288,6 millones de toneladas de CO2 equivalente. "La crisis desatada por el coronavirus supuso la mayor disminución de las emisiones en 2020, lo mismo que sucedió con el PIB, el empleo o el aumento de la deuda pública, por poner algunos ejemplos, pero la vuelta a la normalidad han supuesto ya un importante crecimiento, a pesar de la guerra en Ucrania y los altos precios del gas natural, el petróleo y la electricidad", según señalan desde el Observatorio Sostenibilidad en la publicación de su último informe 'Evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero en España', que concluye que la economía española no está en fase de descarbonización.
En el informe también se señala:
• En el sector del transporte por carretera las emisiones han aumentado un 3,3% en 2022 y las de energía un 24%.
• En 2022 el consumo de petróleo ha crecido un 9,1% hasta octubre de 2022 (3,3% en el transporte por carretera) respecto del año anterior y el gas natural ha aumentado un 3,1%, a causa de una caída del gas natural destinado a todos los usos excepto a la generación eléctrica, que ha crecido un 75% hasta octubre.
• La producción de energía con emisiones de CO2 ha crecido un 22% y la producción de energía sin emisiones ha bajado un 3% hasta llegar a unas emisiones de 44 M de toneladas (un 24% más que en 2021).
• Debido a los aumentos de 2021 y 2022 para llegar a los objetivos del 2030 de la ley de Cambio Climático habrá que aumentar el ritmo de descarbonización y reducir cada año un 5%. Si se quiere llegar a un descenso del 55%, será necesaria una reducción anual del 7,5%.
• Las emisiones sujetas al Comercio Europeo de Emisiones (ETS, en sus siglas en inglés) supusieron un 32% del total. Por su parte, los sectores difusos representaron un 67% de las emisiones totales, y la aviación un 0,7%, según los datos preliminares. La disminución de la quema de carbón para la generación eléctrica se quebró en 2022, con un aumento espectacular del 60%, aunque ya representa una fuente marginal, a diferencia del consumo del gas natural en las centrales de ciclo combinado, que creció un 61% en 2022, a pesar de los altos precios provocados por la agresión de Rusia a Ucrania. La producción hidráulica disminuyó un 40% a causa de la sequía, la eólica creció sólo un 1% y la fotovoltaica un 33%. Sólo la eólica evitó la emisión en 2022 de 30 millones de toneladas de CO2 equivalente. Por gases se observa que el CO2 representa un 80% aproximado, un 14% el amoniaco y 6% el N2O y el resto HFC, PFC, SF6, etc.
Como recomendaciones -informa el Observatorio- hay que señalar que los aumentos de 2021 y 2022 ya observados obligan a aumentar los esfuerzos de descarbonización de aquí a 2030 y permiten aumentar la ambición de los objetivos de reducción de la Ley de Cambio climático para conseguir una economía descarbonizada y más competitiva. Deben también revisarse los procesos de decisión para lograr una descarbonización estructural y no coyuntural, tanto en el sector eléctrico y del gas, (precios elevados, recuperación de centrales hidroeléctricas, reserva de energía, etc..) o en otros temas como por ejemplo el del transporte de mercancías por carretera y la implantación del coche eléctrico, para lograr esta descarbonización.
La energía fotovoltaica en tejados en pequeñas instalaciones, naves industriales, centros comerciales debe de ser potenciada y permitirse el balance neto para que la población se beneficie de esta tecnología y así evitar el impacto de las grandes instalaciones sobre el territorio. Las instalaciones fotovoltaicas sobre el territorio "deben de realizarse sobre zonas mineras, vertederos, escombreras y utilizando otras zonas antropizadas" como infraestructuras lineales, carreteras, autopistas, o invernaderos ya consolidados, que posibilitarían una implantación rápida y sin conflictos. "Una mayor penetración de fotovoltaica permitiría eliminar parte de la eólica con mayor impacto sobre la biodiversidad y mayor contestación social", señalan.
"Especialmente negativo" fue no asignar nueva potencia de energía termosolar, que es gestionable, en la última subasta realizada por el gobierno, por el límite del precio que impide una mínima rentabilidad a las empresas del sector. "Parece que se prefiere pagar mucho más por el gas natural importado, que garantizar un precio a la termosolar que garantice amortizar el coste de su instalación y reducir el coste, como ocurrió con la eólica y la fotovoltaica. Llama la atención también la fuerte caída de la cogeneración (-32%) y de la energía solar térmica, (-13%) que pesar de ser la "hermana pequeña" de la fotovoltaica también debería aumentar de una forma importante para la descarbonización".
Finalmente debe de aprovecharse la magnífica oportunidad de los fondos NextGeneration para finalmente descarbonizar la economía y permitir una recuperación verde baja en carbono. José Santamarta, principal autor del informe, señala la importancia de la descarbonización para conseguir una economía más competitiva y la "necesidad de encarar de una vez la descarbonización del transporte tanto aumentando las mercancías por tren como por la electrificación del transporte privado". Por su parte, Fernando Prieto, miembro dell Observatorio, indica que "se debe eliminar cuanto antes el gas de la ecuación, aumentar las inversiones en termosolar como renovable de almacenamiento, reducir la ganadería intensiva y potenciar el autoconsumo con balance neto y la implantación masiva de renovable fotovoltaica en zonas sin valor ecológico como vertederos, escombreras, o zonas mineras".