Al contrario de lo que ocurre en España, la tierra del sol y el viento, la tecnología hidroeléctrica y la geotérmica son las dominantes en Nueva Zelanda, que hacen que su sistema eléctrico sea de bajas emisiones pues más del 80% de la electricidad provino de fuentes renovables en 2021, y que fácilmente podría llegar a más del 90% según las políticas existentes. La Agencia Internacional de la Energía acaba de lanzar un nuevo informe ´New Zealand 2023 Energy Policy Review´, en el que analiza la situación actual del país, los retos que tiene por delante así como lo avanzado hasta el momento.
El sistema eléctrico de Nueva Zelanda es la piedra angular de la estrategia del gobierno para descarbonizar el sector energético. El gobierno planea promover la electrificación de los sectores de uso final, como los edificios, el transporte y la industria, aprovechando un sistema eléctrico basado en energías renovables. La Estrategia Energética de Nueva Zelanda 2011-2021 estableció un objetivo de 90 % de electricidad renovable para 2025. Posteriormente, el gobierno estableció una meta a la que se aspira de 100 % de electricidad renovable para 2030. Además, el primer plan de reducción de emisiones (ERP) se basó en la meta a la que se aspira en electricidad del gobierno y estableció un objetivo del 50% del consumo total de energía final a partir de energías renovables para 2035. Hacer que el sistema eléctrico sea adecuado para su propósito es una de las principales prioridades del gobierno.
La sequía
Pero el peso que tiene la energía hidroeléctrica supone un hándicap para su sistema eléctrico cuando tenga que hacer frente a la sequía. "Cuando ocurre un año seco y las cuencas hidroeléctricas existentes no reciben suficiente lluvia, actualmente se proporciona respaldo mediante la generación de combustibles fósiles. Este problema será cada vez más importante a medida que el país se esfuerce por lograr una red eléctrica 100 % basada en energías renovables y dependa más de la electricidad para cumplir sus objetivos de descarbonización", añade el informe.
En este sentido, el gobierno lanzó en 2020 el Proyecto de batería de Nueva Zelanda para brindar asesoramiento integral sobre la viabilidad técnica, ambiental y comercial de posibles proyectos de almacenamiento de energía, incluido, entre otros, el proyecto hidroeléctrico de bombeo del lago Onslow. Se espera que los estudios de factibilidad para el proyecto se completen a principios de 2023 y que las soluciones estén listas en la década de 2030. Pero, dadas las opciones limitadas para una gran capacidad hidroeléctrica nueva y volúmenes modestos de geotermia económicamente factible, una parte considerable de la nueva capacidad requerida deberá provenir de la energía eólica y solar.
Sin hoja de ruta verde
En general, el país cuenta, por una parte, con el potencial y los recursos naturales para alcanzar sus objetivos de reducción de emisiones y energía y, por otra parte, con unos objetivos muy ambiciosos. Con este duo, es más que necesario una hoja de ruta política viable lo antes posible. "La falta de claridad en torno a los caminos para cumplir objetivos climáticos ambiciosos (incluidos los roles que desempeñarán varios combustibles y tecnologías) crea un entorno político incierto, obstaculizando la inversión significativa requerida para cumplir con los objetivos del gobierno para 2030", especifica el informe.
Agencia Internacional de la Energía (AIE): "Nueva Zelanda tiene una oportunidad atractiva de aprovechar su sector de electricidad limpia para avanzar en la electrificación como una estrategia de descarbonización en otros sectores. Esto requerirá no solo inversiones tecnológicas considerables para respaldar la electrificación en el transporte y la industria, sino que también requerirá una construcción considerable de capacidad adicional de generación de energías renovables para satisfacer el crecimiento acelerado de la carga, junto con inversiones adicionales en redes y almacenamiento. Nueva Zelanda debe sopesar su aspiración de lograr electricidad 100 % renovable para 2030 frente a los costos potencialmente considerables asociados con lograr el último 2-5 % del objetivo"
Es decir, que Nueva Zelanda no tiene una estrategia energética a largo plazo. En su ERP de mayo de 2022, el gobierno se comprometió a desarrollar dicha estrategia para lograr su visión para los sectores de energía e industria. La estrategia energética impulsará los caminos de Nueva Zelanda lejos de los combustibles fósiles y hacia mayores niveles de electricidad renovable y otras alternativas de bajas emisiones. Se está realizando una evaluación de cómo podría ser la nueva Estrategia Energética. El gobierno está trabajando con las partes interesadas del sistema energético para desarrollar la Estrategia Energética para fines de 2024.
Simultáneamente, el gobierno está desarrollando varias estrategias sectoriales que servirán como insumos clave para la Estrategia Energética a largo plazo. Estos incluyen: un Plan de transición de gas (GTP), que se espera que se complete a fines de 2023, que establecerá el camino para eliminar el gas natural en el sistema energético de Nueva Zelanda de acuerdo con los objetivos climáticos; una Estrategia de Conservación y Eficiencia Energética de Nueva Zelanda actualizada para reemplazar la estrategia existente (que expiró a mediados de 2022) y alinearse mejor con los objetivos climáticos del gobierno; y un programa de trabajo de energía renovable, que establecerá planes para ampliar el papel de las energías renovables en el sistema energético de Nueva Zelanda.
Recomendaciones de la AIE:
• Actuar con rapidez para aclarar los regímenes reguladores de la generación de energías renovables, especialmente la Ley de Gestión de Recursos, para estimular las inversiones en capacidad renovable adicional.
• Acelerar la promulgación de un marco regulador de la energía eólica marina en colaboración con la industria para contribuir al avance de los proyectos.
• Facilitar al mercado previsiones más frecuentes de la oferta y la demanda para apoyar las inversiones en nueva generación, habida cuenta de las considerables incertidumbres de las perspectivas en este momento.
• Garantizar una financiación sostenida a lo largo de los futuros ciclos presupuestarios para los programas apoyados por el Gobierno de Inversión en Descarbonización de la Industria para descarbonizar el calor de proceso.
• Para complementar la política de vehículos eléctricos, fomentar la penetración acelerada de los biocombustibles en el transporte por carretera mediante la rápida aplicación de una Obligación de Biocombustibles Sostenibles con objetivos ambiciosos de intensidad de gases de efecto invernadero.
• Sobre la base de los resultados del estudio de viabilidad, acelerar la aplicación del mandato sobre combustibles de aviación sostenibles para poner en marcha biocombustibles nacionales sostenibles.