Si comparamos la forma de la curva de las renovables con la de la nuclear, vemos que la de las primeras, perfectamente suavizada, es un agregado de cientos de plantas geotérmicas, miles de turbinas de biomasa, un tercio de millón de turbinas eólicas y más de mil millones de módulos fotovoltaicos, instalados en numerosos mercados mundiales. No muestra ni un solo descenso anual en más de 50 años, según destaca Nathaniel Bullard, director de contenidos de BloombergNEF, que ha analizado a fondo el informe de BP.
La energía nuclear es básicamente lo contrario: su trayectoria de crecimiento es prácticamente plana en el siglo XXI, con sólo cuatro centrales más operativas ahora que en 2001, según el Organismo Internacional de Energía Atómica. Su curva refleja también decisiones puntuales, como por ejemplo, embarcarse en una expansión masiva en un mercado o cerrar la generación durante años tras una catástrofe. Ahí está, en 2011, la respuesta de la flota nuclear japonesa al desastre de Fukushima. O los cierres de seis centrales el año pasado en Estados Unidos, Suecia, Rusia y Francia.
Además, las centrales nucleares son bastante antiguas. La mayoría fueron diseñadas para una vida útil de 40 años, y muchas de ellas se acercan ya a esa edad: un 45% tiene entre 31 y 40 años. Hay más centrales nucleares de más de 46 años que de menos de seis.
La comparación entre las dos curvas refleja, asimismo, el descenso de la generación nuclear y el aumento logrado por las renvovables. En 1965, año en el que comienzan los datos de BP, la energía nuclear generó 24 teravatios-hora, mientras que la eólica, la solar, la geotérmica y la biomasa generaron 15 teravatios-hora. La brecha entre ambas tecnologías se amplió durante cuatro décadas completas, pero con la generación nuclear básicamente plana desde el cambio de siglo y las renovables en ascenso, en 2020 llegó el sorpasso, y las renovables superaron a la atómica.
Hacia las cero emisiones netas en 2050
Esto no significa, sin embargo, que las centrales nucleares vayan a desaparecer. Según el analista de Bloomberg, "una señal alentadora para la energía nuclear es la relativa abundancia de las centrales más jóvenes. Hay cuatro veces más centrales nucleares de cinco años o menos que de 11 a 15 años, y el doble de las de 16 a 20 años".
La edad de las centrales es, además, un indicador de seguimiento. Se necesitan años, a veces una década o más, para que una central nuclear entre en pleno funcionamiento, lo que significa que hay un desfase importante entre el inicio de la construcción y el momento en que la instalación terminada se conecta a la red. Bullard recuerda, por otra parte, que, desde el punto de vista climático, la energía nuclear y las renovables no compiten. Y en su opinión, la demanda de electricidad crecerá lo suficiente como para respaldar una expansión significativa de todas las tecnologías de generación de energía con cero emisiones de carbono.
BloombergNEF ha publicado recientemente tres escenarios para alcanzar un sector energético con cero emisiones netas en 2050, y uno de ellos supone un despliegue masivo de pequeños reactores nucleares modulares diseñados para complementar las tecnologías eólica, solar y de baterías. Ese escenario incluye la energía nuclear aplicada no sólo a la electricidad, sino también a la fabricación de hidrógeno. Varias startups están probando estas tecnologías de generación nuclear más pequeñas y modulares.