El día 1 de abril de 2024 pasará a la historia de la energía en España porque durante unas horas el precio de la electricidad ha sido negativo. Es decir, que las empresas productoras de electricidad han tenido que pagar por verter electricidad a la red. Ello ha sido posible gracias a la gran aportación del parque nacional de generación renovable, compuesto por más de 30.000 megavatios eólicos, otros más de 30.000 megas solares y en torno a los 20.000 hidráulicos. El "negativo" del primer día de abril viene a ser -apuntan desde Greenpeace- "un broche de oro para un mes de marzo histórico, en el que estas fuentes de energía limpia han generado el 67% de nuestra electricidad".
Pero, ¿qué es exactamente un precio negativo?
El precio negativo puede aparecer en el mercado mayorista (el coloquialmente conocido como pool) cuando las compañías que producen la energía no pueden parar de hacerlo, por ejemplo -apuntan desde Greenpeace-, cuando los embalses hidroeléctricos están muy llenos; o cuando esas compañías prefieren pagar durante unas horas a tener que parar sus máquinas para volverlas a arrancar poco después. A los reactores nucleares y a las centrales de ciclo combinado (que queman gas para generar electricidad) les puede salir más caro arrancar y parar, arrancar y parar, que mantener al ralentí sus máquinas durante unas pocas horas para aumentar potencia cuando el precio es más elevado y la rentabilidad, mayor.
Y eso es probablemente lo que pasó ayer, según diversas fuentes, que la nuclear y el gas decidieron pagar (muy poco, pero pagar) antes que parar máquinas.
"Es probable que veamos episodios así cada vez con más frecuencia", apuntan desde Greenpeace, que califica el hecho de "buenísima noticia en términos generales". Los ecologistas consideran que el precio negativo de ayer "manda señales de interés para acelerar la electrificación" de ciertos sectores todavía muy dependientes del gas o el petróleo, "como la industria y el transporte" (pasar al vehículo eléctrico tiene más sentido si la electricidad es mucho más barata que el gasóil), o muchos hogares, que consumen gas natural en casa para producir agua caliente y calefacción.
"Gana el consumidor y gana el sistema", explican desde Greenpeace, que destaca el ahorro de emisiones de CO2 que supone el abandono de los combustibles fósiles y el ahorro económico que supone para familias y empresas el dejar de consumir "gas caro y contaminante para usar electricidad barata y más limpia".
La organización ecologista en todo caso advierte que los precios negativos registrados en el mercado mayorista no se van a traducir en "que Endesa o Iberdrola te vayan a hacer un ingreso en tu cuenta corriente". Porque la factura de la luz contiene una "serie de costes fijos que anulan esta pequeña gran alegría".
Greenpeace en todo caso recuerda que sí que van a ser directamente beneficiarios del bajo coste de la electricidad de estos días quienes tengan contratado el denominado Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor, que es una tarifa regulada por el Gobierno. El PVPC sí traslada estas oscilaciones del mercado mayorista de manera directa a sus tarifas (las traslada no mecánicamente, no de manera proporcional, pero sí en parte). Por el contrario, quienes tengan contratada una tarifa plana no se beneficiarán de esta bajada, como tampoco salieron perjudicados (quienes tenían tarifa plana) cuando el mercado mayorista estaba por las nubes.
Greenpeace en todo caso recuerda en su comunicado que este es "un buen momento para acordarse de aquella infame frase del presidente de Iberdrola, llamando tontos a quienes seguían en el mercado regulado".
No todo es positivo
El nuevo escenario de precios -reconocen en la oenegé ecologista- entraña en todo caso también algunos problemas. El principal es que puede suponer una mala señal para futuros inversores en energías renovables, que podrían abandonar su intención de invertir en el país, en nuevos parques solares o eólicos, si la situación se mantiene en el tiempo. Pues evidentemente nadie va a invertir en un sector cuyo producto tiene un precio negativo.
¿Solución? Greenpeace la tiene clara: (1) "una reforma más profunda del mercado eléctrico, para que se remuneren adecuadamente aquellas actividades que necesitamos y dejemos de premiar aquellas de las que deberíamos prescindir" y (2) electrificar usos, es decir, dejar de quemar gas natural para producir agua caliente o calefacción en casa (y apostar por la bomba de calor eléctrica), dejar de quemar gasolina o gasóil para movernos (y apostar por el transporte público eléctrico y el vehículo eléctrico) y dejar de emplear gas o derivados del petróleo en procesos industriales, y sustituir esos combustibles fósiles por electricidad cuando sea posible y/o, si no lo es, por combustibles verdes (como el metanol verde, el hidrógeno verde, el biogás o la biomasa) o por la termosolar.
"En cualquier caso -concluye Greenpeace-, estamos viendo los primeros pasos para llegar a un futuro inevitable, un futuro electrificado, eficiente y 100% renovable". La organización ecologista considera que, de la mano de esas medidas, "sí se puede alcanzar un sistema energético electrificado y renovable en nuestro país y sostener una economía justa con suficiencia y bienestar".