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"Los poderes públicos deben poner fecha de caducidad a la energía fósil y nuclear", asegura Esteban Morrás

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El consejero delegado de EHN, Esteban Morrás, afirmó ayer en una conferencia organizada por la Comisión Nacional de la Energía, que "a partir de una fecha situada entre 2010 y 2020 no deberían autorizarse nuevas instalaciones basadas en energías convencionales, a fin de alcanzar antes de 2050 un modelo energético basado íntegramente en las renovables y el hidrógeno". El sector de la energía está falto de mensajes nítidos que ayuden a concentrar los esfuerzos futuros en nuevos modelos energéticos compatibles con el desarrollo sostenible en el planeta. Son las ideas que defendió el consejero delegado de EHN, la mayor empresa de energías renovables de España y una de las principales del mundo. Y lo hizo en un entorno caracterizado por la ambigüedad en este sentido, como es la Comisión Nacional de la Energía (CNE).

En el Seminario sobre el Mercado Interior de la Energía tras la Presidencia Española de la Unión Europea, organizado por la CNE en Barcelona, Morrás insistió en que "los poderes públicos, como responsables de la fijación del marco en que se desenvuelve la actividad económica, deben lanzar mensajes nítidos a los mercados que evidencien que el modelo energético actual, basado en combustibles fósiles y en la energía nuclear, está abocado a desaparecer por insostenible desde el punto de vista ambiental. Deben establecer, en consecuencia, un calendario, adaptado a cada tecnología, que ponga fecha de caducidad a las energías convencionales, determine plazos límite para la construcción de nuevas instalaciones, infraestructuras y equipos basados en ellas, y fije un periodo para el cierre y retirada de las existentes".

Un logro factible
En su alocución, Morrás reclamó de los poderes públicos la adopción de "decisiones estratégicas que apunten hacia otro modelo basado en energías limpias, inagotables, autóctonas, crecientemente competitivas y que serán rentables a todos los niveles si los poderes lanzan esa señal inequívoca al mercado".

Una señal que, según el responsable de EHN, "debe fijar una fecha de caducidad para las llamadas energías convencionales, estableciendo plazos para un cambio progresivo de modelo. Se hace necesario –agregó– anunciar con suficiente antelación la prohibición de abrir nuevas instalaciones basadas en combustibles fósiles o nucleares en un plazo que debería estar comprendido entre los años 2010 y 2020, según los casos. Una vez vencido el período de vida útil de todas las instalaciones y equipos existentes, entre los años 2040 y 2050, el modelo energético estaría ya íntegramente basado en las energías renovables y el hidrógeno".

Morrás aludió al importante desarrollo experimentado por la energía eólica, con crecimientos anuales superiores al 35%, como un ejemplo "de lo que puede dar de sí una decisión firme de los poderes públicos en apoyo de una fuente de energía. Nadie hubiese imaginado que Navarra pudiera llegar a cubrir el 40% de su consumo eléctrico a partir del viento".

Un modelo que toca a su fin
Morrás considera imposible que las energías fósil o nuclear puedan atender la demanda energética prevista para fin de siglo, que multiplicará por cuatro el consumo actual, sin comprometer gravemente el desarrollo sostenible a nivel mundial. No cree que la energía nuclear sea una opción aconsejable para el futuro, debido "al problema no resuelto del almacenamiento de residuos con larga vida, el enorme coste de cerrar una central nuclear, su dilatado periodo de construcción y complicada financiación, las incertidumbres que para un sector significativo de la población supone una fuente energética que ha causado catástrofes de todos conocidas y los riesgos de radiactividad que entraña su utilización".

Como ejemplo de la inviabilidad de la energía nuclear incluso desde un punto de vista económico, Morrás argumentó que "el promotor que quisiera construir hoy una central nuclear mediante un project finance no encontraría a ninguna entidad bancaria dispuesta a financiarlo", debido a los elevados riesgos de la operación y al dilatado plazo de construcción, entre otros factores.

Señaló asimismo que los "kilovatios sucios" no contabilizan en sus costes los ligados a sus efectos en la salud y el medio ambiente, por lo que su precio no es real, ni tampoco los apoyos públicos recibidos a lo largo de su historia.

Europa debe liderar la transición
Esteban Morrás afirmó que Europa debe liderar esta transición energética "porque cuenta con las mejores compañías en el ámbito de las energías renovables, con una opinión pública sensibilizada y con equipos cada vez más eficientes que sitúan a algunas tecnologías –es el caso de la eólica– en condiciones próximas a la competitividad con las energías convencionales".

El objetivo fijado para España en la Ley del Sector Eléctrico de 1997 y el Plan de Fomento de las Energías Renovables de 1999, parece muy alejado ya que "sólo la eólica supera por ahora las previsiones, con 3.355 MW instalados a diciembre de 2001 y una previsión de 9.000 MW a 2010. Por el contrario, otras tecnologías, como la biomasa, la fotovoltaica o la minihidráulica, no alcanzarán el desarrollo previsto de persistir sus actuales ritmos de crecimiento".

"Si España, al igual que otros países europeos, pese a su política de apoyo a las renovables, encuentra enormes dificultades para alcanzar sus objetivos energéticos en ese campo, es porque el mercado no está respondiendo a tales previsiones. Y no lo está haciendo porque los poderes públicos no han puesto en marcha suficientes medidas para ello, ni han lanzado un mensaje lo bastante diáfano al respecto".

En un liderazgo asumido por Europa, España, con una Ley de Energías Renovables específica, "podría desempeñar un papel de vanguardia en ese proceso y convertirse en referencia del cambio de modelo energético que se debe producir en el planeta".

Más información:
EHN
Tel: 948 22 94 22. Fax: 948 22 29 70
sgomez@ehn.es
www.ehn.es
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