“La idea de que todo un Estado insular pueda convertirse en daño colateral por la especulación de la industria de los combustibles fósiles, o por la competencia entre las principales economías, es simplemente obscena”, afirmó Gueterres el lunes pasado, en la inauguración de Cuarta Conferencia Internacional sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, celebrada en la isla de Antigua y Barbuda, con la participación de 20 líderes mundiales y representantes ministeriales de más de 100 países.
Son, al menos, 39 los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo amenazados por el cambio climático, ya sea en las aguas del Caribe, el Pacífico Sur o el Océano Índico. Están dotados de un paisaje excepcionalmente bello, pero su geografía única también “los pone a merced del caos climático, el aumento del nivel del mar y la degradación de la tierra. El cambio climático es una crisis existencial para toda la familia humana, pero los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo están en primera línea”, dijo Guterres.
Vanguardia de la conciencia mundial
“La comunidad internacional tiene el deber de apoyarlos, encabezada por los países que tienen mayor responsabilidad y capacidad para afrontar los desafíos que encaran”, acotó el secretario general de la ONU.
Todos ellos, dijo, “llevan décadas sirviendo como la conciencia mundial sobre la crisis climática, marcando la diferencia en París en 2015”. Pero estos estados, continuó, también necesitan justicia financiera, por lo que conminó a los líderes ahí reunidos a insistir en que los países desarrollados cumplan sus promesas de duplicar el financiamiento para la adaptación.
“También tienen todo el derecho a solicitar contribuciones nuevas e importantes al Fondo de Pérdidas y Daños. Algunos de sus países han sufrido pérdidas por valor de más de la mitad de su PIB de la noche a la mañana, a causa de ciclones y tormentas”, remarcó Guterres, “Pero estamos en un mundo financiero de dos velocidades. Para los ricos: préstamos baratos y dinero fácil. Sin embargo, los países que necesitan financiación para el desarrollo, “están pagando costos altísimos por pedir dinero prestado”, lamentó.
De hecho, la deuda está hundiendo las economías de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo a medida que el océano erosiona la costa: “Esto está creando un círculo vicioso de estrés y vulnerabilidad y limitando su capacidad para invertir en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, afirmó Guterres; y pugnó por reformas profundas de la “arquitectura financiera global obsoleta, disfuncional e injusta”.
“Continuar con las cosas como siempre no es sólo negligencia, es una elección activa que invita al desastre. Tal indiferencia tendrá repercusiones desastrosas que afectarán a cada nación, cada comunidad y cada individuo en todo el planeta”, alertó Gaston Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda. Y concluyó su intervención pidiendo que se instaure un impuesto global al carbono a las grandes compañías petroleras. “Es imperativo que actuemos ahora, no mañana sino hoy, con convicción y resolución inquebrantable”, concluyó.