Un informe publicado a mediados de año por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) lo deja claro: si duplicáramos la participación actual de las energías renovables en la combinación energética mundial, el producto interior bruto (PIB) mundial aumentaría hasta en un 1,1 por ciento, o aproximadamente 1,3 billones de dólares, para 2030. Y es que estas tecnologías proporcionan muchos beneficios económicos directos e indirectos, a escala micro y macro. Estos son algunos de ellos:
Creación de empleo
Con datos de mayo de 2019, 11 millones de personas trabajaban en 2018 en energías renovables en el mundo. Son un 7% más que los 10,3 millones de empleos registrados en 2017. Nunca antes las energías limpias habían dado tanto trabajo. El sector ofrece muchos tipos de empleos diferentes: en la fabricación, instalación, ingeniería, ventas, marketing… La solar fotovoltaica y la eólica siguen siendo las más dinámicas de todas las renovables en creación de puestos de trabajo, con la fotovoltaica a la cabeza. Geográficamente, Asia alberga más de tres millones de empleos fotovoltaicos, casi el 90% del total mundial. En Estados Unidos, La Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) prevé que entre 2016 y 2026 crezca un 100% el número de personas trabajando en la instalación de sistemas solares o de mantenimiento de aerogeneradores, de manera que estos sectores encabezan la creación de empleo en el país.
Rentas para el mundo rural
Las energías renovables proporcionan una fuente adicional de ingresos para los propietarios de tierras y los municipios rurales. A modo de referencia: en Aragón, donde se están desarrollando muchos de los proyectos eólicos y fotovoltaicos obtenidos en las subastas de 2016 y 2017, y que deben estar concluidos en 2020, los promotores de estas instalaciones abonarán en torno a 14 millones de euros a ayuntamientos y particulares, una cuantía que se repartirá al 50%, aproximadamente, entre impuestos y alquileres de los terrenos. Durante los 30 años de explotación de los parques, recibirán unos 420 millones más.
Ahorro en la factura eléctrica
Pasarse a las energías renovables permite a los propietarios de viviendas, comercios e industrias ahorrar dinero en sus facturas de electricidad. La instalación de paneles solares en una propiedad permite generar la propia electricidad, en su totalidad o en parte, de manera que la factura eléctrica se ve notablemente reducida, si bien la cantidad exacta a ahorrar depende de diferentes factores. Uno de ellos, el lugar donde se ubica la instalación. Los sistemas de energía renovable pueden ayudar, además, a aumentar el valor de una propiedad de manera significativa y, en caso de querer venderla, que la venta sea más rápida. En Estados Unidos se estima que la instalación de paneles solares en una casa aumenta el valor de la misma en una relación de 20 dólares por cada euro ahorrado en la factura.
Independencia energética y precios estables
El uso de más energías renovables podría ayudar a España a rebajar de manera notable su alta dependencia energética y la necesidad de importar combustibles de terceros países y estar también menos expuesta a los cambios en el precio de dichos combustibles. Además, los recursos de energía renovable no se agotan, por lo que el país podría asegurarse la independencia a largo plazo. Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio, en los siete primeros meses de 2019 (enero-julio) la factura energética española ascendió a 26.261 millones de euros; un dineral que salió de las arcas españolas para comprar petróleo y gas en países como Nigeria, Irán o Arabia Saudí. Además, aunque la construcción de plantas energía renovable requiere una inversión inicial sustancial, estás instalaciones son más baratas de operar que las basadas en combustibles fósiles. Esto se debe en gran parte a la gratuidad de los combustibles con los que operan: el aire, el sol, el agua…. por lo que el precio de la electricidad producida es menor.
Menor impacto climático
Los eventos climáticos extremos, el empeoramiento de la calidad del aire, el aumento del nivel del mar y otros efectos derivados del calentamiento global tienen un coste cada vez mayor. Según un reciente informe de Boston Consulting Group, el coste de no actuar para poner freno al cambio climático "supera ampliamente el impacto económico que representaría una fuerte inversión con el objetivo de descarbonizar el planeta". Los autores del estudio añaden que los nuevos avances y desarrollos en las tecnologías bajas en carbono "han demostrado que la reducción de emisiones tiene cada vez más un impacto económico positivo", hasta el punto de que, para muchos países, esa reducción de emisiones se traduce en un aumento del PIB.