Los líderes europeos se reunirán mañana, día 22 de mayo, para discutir la política energética y, como ya viene siendo costumbre, las conclusiones del encuentro ya se han redactado incluso antes del inicio de las conversaciones. Lo más chocante es ver cómo las preocupaciones de índole económica han terminado de desplazar completamente al medio ambiente de las agendas de los líderes. En las conclusiones hay poquísimas referencias al cambio climático, sin embargo se encuentran dieciocho que se centran en precios, costes y competitividad. Este hecho es extremadamente alarmante. La Unión Europea (UE) se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en menos de 40 años en un 95%. Y sin lugar a dudas, para alcanzar esa cifra, es ineludible la eliminación de los combustibles fósiles de la producción energética. Precisamente las políticas energéticas y climáticas de la UE deberían seguir ese mismo camino. No obstante, el pensamiento de nuestros representantes se pierde en otros derroteros: creen que la acción climática no debe poner en peligro el crecimiento económico bajo ningún concepto.
Demasiado para el lobby
Como es natural, esta línea de pensamiento es música celestial para los oídos de importantes lobbies como BusinessEurope, grupo de presión que, a principios de este mes de mayo, se quejó a propósito de los planes climáticos de la Unión Europea (UE) para 2030 por estar "demasiado basados en el clima" (imaginaos que los planes de salud y bienestar fueran rechazados por estar "demasiado basados en la salud"). En nuestro país, son grupos como Shale Gas España los que se están frotando las manos ante tales perspectivas. A ojos de un alto cargo ejecutivo, el cambio climático y el aumento del nivel del mar no son necesariamente una amenaza global. Ante este panorama, aquellos que toman decisiones en Bruselas deberían oponerse con mayor fuerza a los intereses de la industria. Sin ir más lejos, el no tomar medidas ya nos está saliendo caro, y el precio a pagar irá en aumento. De hecho, en 2006, el Informe Stern concluyó que los costes del cambio climático (5% del Producto Interior Bruto -PIB- anual) eran mayores que los gastos de su prevención (2% del PIB por año). Con estos datos sobre la mesa, incluso el presidente del Banco Mundial ha aseverado que “tenemos que ponernos en marcha”.
La mayor concentración de CO2 de la historia de la Humanidad
Mientras tanto, la ciencia del clima apunta que la situación no deja de ir de mal en peor. Sin ir más lejos, recientemente, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha superado las 400 partes por millón. La última vez que se repitieron estos valores, la Tierra estaba en la época del Plioceno, hace cuatro millones de años, momento en el que las selvas cubrían el norte de Canadá. Nadie puede seguir negando que la acción del hombre está empeorando el clima de la Tierra, es simplemente inconcebible. Las señales son claras y es sumamente urgente actuar ya. En medio de toda esta oscuridad, las buenas noticias son que los beneficios de la acción por el clima realmente superan los costes. En términos puramente tecnológicos, la Comisión confirma que, en la UE, la eficiencia energética y las energías renovables no son más caras que los combustibles fósiles y la energía nuclear. Y, sea dicho de paso, sin que se hayan tenido en cuenta los costes de las importaciones de petróleo, gas y carbón. En este sentido, un informe realizado por el reputado grupo de investigación Ecofys llegó a la conclusión de que la UE podría ahorrar 250 mil millones de euros por año si apostase por unas políticas de ahorro energético ambiciosas.
Gallinero financiero
De la misma forma que el modelo económico vigente ha terminado causando el actual gallinero financiero, nuestra tradicional dependencia de los combustibles fósiles ha provocado la crisis climática. Por este motivo, es de recibo que nuestros líderes eliminen el protagonismo de las energías sucias y terminen con nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Así, se deben adoptar políticas verdes efectivas, que incluyan objetivos vinculantes para reducir las emisiones, ahorrar energía y fomentar las energías renovables. Sólo así podremos celebrar unas conclusiones que merezcan la pena ser leídas.