Greenpeace ha analizado el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España y ha llegado a dos conclusiones: (1) que el conocido como Plan España Puede, que debe permitir al país acceder a los fondos europeos, "no garantiza una recuperación verde y justa"; y (2), que su impacto "dependerá de cómo y a quién se adjudiquen los fondos". Los ecologistas han hecho una valoración detallada del Plan (que es multidimensional) en la que ponen el foco "en las medidas dirigidas a la transición ecológica", cuyas inversiones suman el 40,29% del total de lo presupuestado. Pues bien, de los 71 puntos destacados por la organización, 28 logran una valoración favorable (la mayoría relacionados con el componente ambiental); otros 28 presentan riesgos, incertidumbres o no detallan información suficiente para valorarlos (12 de ellos ambientales; el resto corresponden a aspectos relacionados con la vertiente social, económica y de gobernanza) y, finalmente, hay 15 aspectos valorados de forma negativa, entre los que figura el que Greenpeace denomina "el gran olvidado del plan": la transformación del sistema agroalimentario.
Alicia Cantero, portavoz de Greenpeace: “la actual crisis económica, social y ambiental solo puede ser abordada desde una transformación del actual sistema económico y social. El Plan España Puede no debe servir a los intereses de los sectores de la energía, la aviación, el turismo o el sector agroalimentario de forma que sigan con su habitual modus operandi. La clave para la recuperación verde y justa estará en la forma en que los proyectos y las reformas del plan se ejecuten. Estaremos vigilando de cerca su evolución. Es imprescindible que la sociedad perciba los beneficios de este plan“
Teniendo en cuenta el análisis efectuado, la organización concluye que "los resultados del plan en términos de transformación socioecológica están sujetos a un alto grado de incertidumbre, debido en parte a los aspectos que no contempla y a su dependencia de la ejecución concreta de las reformas e inversiones".
Según Greenpeace, el resultado dependerá, por una parte, del modo en que se desarrollen los procesos de selección de los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica (Pertes) y las convocatorias de ayudas y, por otra, de las adjudicaciones y las ejecuciones por parte de los beneficiarios.
La organización ecologista ha señalado también la falta de indicadores específicos en el plan que dificultan el seguimiento y evaluación de su impacto, no sólo en la transición ecológica, también sobre la reducción de la brecha de género y el reequilibrio territorial.
Por último, Greenpeace demanda también más participación efectiva por parte de la sociedad civil en la toma de decisiones, más transparencia en la información y pone especial atención para que las políticas sociales no sean la moneda de cambio de la recuperación económica y el empleo.
Alicia Cantero, portavoz de Greenpeace: “la recuperación de la crisis económica y social derivada de la COVID-19 es una oportunidad única para llevar a cabo las transformaciones sistémicas que llevamos años reclamando desde muchos y muy diversos ámbitos”
Las diez claves del Plan, según Greenpeace
1/ Greenpeace considera que el Plan no financiar proyectos que dañen el medio ambiente
El plan debe asegurar la aplicación rigurosa del principio de “no hacer daño”. Ninguna reforma, medida o proyecto financiado con fondos europeos para la recuperación debería ejercer presión sobre los ecosistemas, producir mayores emisiones contaminantes, prolongar la vida de combustibles fósiles como el gas (o la energía nuclear) o generar desigualdades sociales o territoriales.
2/ La recuperación necesita reformas económicas y fiscales
No solo fondos. La transformación necesita garantizar reformas estructurales, como la eliminación gradual de los subsidios perjudiciales para el medio ambiente, un mayor uso de la compra pública verde, una reforma fiscal que incluya la fiscalidad verde u otros incentivos para permitir la transición ecológica.
3/ No poner todos los huevos en la cesta de los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica (Pertes)
La transformación de los modelos energéticos, de transporte, de ciudades, etcétera, no debe ser únicamente una mera revolución tecnológica. Es necesario impulsar reformas y cambios en el modelo de ciudad, en el entorno rural y en la forma en la que nos movemos, nos alimentamos, trabajamos y generamos la energía, además de resolver las desigualdades territoriales y la brecha de género.
4/ Evitar una burbuja del hidrógeno (aunque sea verde): primero la electrificación
El desarrollo del hidrógeno verde debe limitarse a suplir consumos energéticos que no sea posible electrificar (como el transporte pesado), así como para su uso como materia prima para procesos industriales: refinerías, metalurgia, etc.
La organización advierte de que hay que asegurarse de que el hidrógeno no forme parte de la estrategia del lobby del gas para implantar el hidrógeno azul, el obtenido a partir de la quema de gas fósil. Existe un alto riesgo de que las empresas de combustibles fósiles, que ahora abanderan esta nueva revolución tecnológica, quieran rentabilizar las inversiones que ya tienen para, además, alargar la vida de sus centrales e infraestructuras de gas.
5/ Coche eléctrico, sí, pero sobre todo menos coches en las ciudades
Los ecologistas consideran que el coche eléctrico es necesario, "pero también lo es cambiar los patrones de movilidad, sobre todo en las ciudades, donde los coches eléctricos ocupan espacio". Por eso -concluyen-, es vital que las ayudas se prioricen en el mundo rural y en poblaciones con peor acceso a otros modos de transporte alternativos.
La transformación pasa, según Greenpeace, por lograr más y mejor transporte público, establecer más carriles bici, implantar las Zonas de Bajas Emisiones, invertir más en trenes y mejorar la actual red ferroviaria, al mismo tiempo que se reducen los vuelos de corta distancia.
6) Ciudades más amigables con las personas y el planeta
Además de la necesaria revolución en materia de movilidad, Greenpeace considera que hace falta más inversión "para la transformación de la trama urbana". Así, la oenegé del arco iris apuesta por nuevos conceptos de ciudad, ligados también al trabajo presencial y al teletrabajo; por más espacios públicos y verdes distribuidos de manera equitativa en todos los barrios; por redoblar los esfuerzos en rehabilitación y eficiencia energética previstos en el plan; y por destinar más fondos europeos para las comunidades energéticas locales y para la solarización de edificios.
7) Un despliegue de energías renovables rápido y respetuoso con la biodiversidad
Greenpeace considera "imprescindible" conseguir un sistema eléctrico 100% renovable y también que la instalación de parques de energía eólica, fotovoltaica, etcétera, y sus infraestructuras asociadas se rijan por el principio de "no afectar a la pérdida de biodiversidad".
Las comunidades autónomas deben establecer una planificación para la ordenación de futuras instalaciones (incluídas las infraestructuras de evacuación) que no entre en colisión con los valores y servicios ambientales del territorio; y deben establecer una vigilancia exhaustiva sobre los procedimientos administrativos, aprobación o de ejecución.
8) Más energía en manos de la ciudadanía
Según los ecologistas, las comunidades energéticas locales "pueden y deben desempeñar un rol relevante en la urgente transición energética como oportunidad irrenunciable para construir un nuevo modelo energético distribuido, no especulativo, con capacidad flexible, y donde la eficiencia, el ahorro, la participación de la sociedad y la inteligencia (tecnológica y social) se conviertan en aspectos centrales para construir el necesario sistema 100% renovable".
Aunque el plan incluye entre sus objetivos activar este potencial, impulsando la participación social en la transición energética y el desarrollo de comunidades energéticas, "es fundamental -añade la oenegé- una estrategia concreta que defina objetivos vinculantes, mecanismos y herramientas para dar apoyo a través de los fondos de recuperación a estos nuevos modelos organizativos controlados principalmente por ciudadanos, pymes y autoridades locales".
9) Transformar también el modelo agroalimentario
El gran olvidado del plan España Puede es el actual sistema agroalimentario. Urge que se reconsideren las prioridades respecto al modelo agrícola y ganadero, promoviendo también una transformación hacia la senda de la sostenibilidad, la reducción de la huella ecológica (de carbono e hídrica) y la asunción de los límites físicos del territorio. El apoyo a la ganadería extensiva y la agricultura ecológica son fundamentales para este cambio de modelo.
Harán también falta cambios en las pautas de consumo en la alimentación, promoviendo el acceso a productos de proximidad, de pequeños productores y de origen sostenible.
10) Recuperación para las pymes, no para el IBEX
El plan -concluye Greenpeace- debe evitar que los fondos sean acaparados por las grandes empresas con mayor músculo económico y tecnológico. Para ello, el Gobierno debe facilitar el acceso a los fondos de pymes y micropymes, empresas de economía social, sostenible y solidaria y personas autónomas, y aquellos sectores y clusters cuya actividad contribuya a una recuperación verde, justa y equitativa, que corrija también el desequilibrio territorial.