Estos acontecimientos ponen de manifiesto la gran necesidad de energía renovable que tienen estos países y que los incrementos de costes materiales y financieros inciden, de manera especial, en los parámetros económicos de la eólica marina.
Como se augura que estas subidas vienen para quedarse, es previsible que otras renovables con menor coste de inversión, mínimo riesgo y bajos intereses durante la construcción, vayan a incrementar de manera importante su participación en el mix energético europeo.
En estas circunstancias, si los países soleados del sur hacemos las cosas bien, tomaremos la delantera en la transición energética y a la postre tendremos la gran ventaja competitiva de tener energía limpia, barata y segura. Se presenta un panorama en el que España tiene la oportunidad de ser la próxima locomotora europea.
Pero esto requiere el ingrediente necesario de la estabilidad política a largo plazo. Estas elecciones nos han procurado los materiales necesarios para conseguirlo, pues:
• Una gran mayoría de los españoles se han decantado por los dos grandes partidos nacionales a costa de opciones extremas
• Los líderes de ambas formaciones tienen gran talla política. Pedro Sánchez ha demostrado saber lidiar con las más complicadas dificultades y Feijoo tiene acreditada experiencia de gobierno en base a la fidelidad de sus votantes.
• El no acuerdo con repetición de elecciones, estancaría la economía. Que se imponga uno de ellos en base a concesiones no paritarias entre españoles, sería nefando. En cualquiera de los dos casos, ambos líderes saldrían maltrechos y España perdería crédito a nivel internacional.
• El acuerdo supondría que “España lo ha vuelto a hacer”. Como cuando en 1978 asombramos al mundo que presagiaba que volveríamos al enfrentamiento violento.
Por ello acordémonos de que el universo tiene cuatro dimensiones y que, si Pedro y Alberto no caben en el espacio, podemos habilitar el tiempo: los dos primeros años gobernaría uno y los segundos el otro. Claro con un programa único consensuado. No es difícil encontrar una fórmula socialista con capitalismo distributivo, como diría Jeremy Rifkin. La suerte es que tenemos todo el mes de agosto para que se calmen las aguas y reflexionar.
Yo les aconsejaría también a ambos que en este tiempo leyesen ‘La civilización empática’ del citado autor. Esto les serviría para ver al otro simplemente como alguien que tiene ideas diferentes, pero en cierto modo complementarias. Y sobre todo para averiguar el por qué hay españoles que se quieren separar de un proyecto de país, que precisamente ahora se muestra ilusionante.
Quizás encuentren que las dictaduras congelan la historia. Y que por ello las burguesías vasca y catalana siguen ancladas en las ideas supremacistas de principios del siglo XX, cuando ellos eran “la frontera” y por ello los intermediarios con Europa.
Hay mucha labor de empatía que prodigar en ambas direcciones entre los magníficos pueblos vasco y catalán y los del resto de España. Nos necesitamos unos a otros. Por ello aprovechemos el consenso conseguido para actualizar en esta legislatura la Constitución del 78, que pronto va a cumplir 50 años sin mejoras reseñables. Dejemos que la rediseñen los españoles que han crecido en libertad.
Eliminemos las contradicciones actuales y hagamos del Senado una verdadera cámara territorial, pues aquí hubo miedo en el diseño inicial.
También aprovechemos para que la Carta Magna sea abierta a un futuro donde nuestros límites identitarios lleguen a toda la península y las islas. Las renovables nos invitan a ello. Nosotros ganaremos y Europa, que necesita un empujón, ganará con nosotros.
Alberto y Pedro, es un trabajo colosal que seguro el pueblo español aprobará, el mundo admirará y la historia reconocerá. Porque: ¡¡Lo volveremos a hacer!!
Sí, claro, estoy despierto.
Una fecha histórica para que los dos partidos mayoritarios, se unan para levantar España. Y dejen las diferencias aparte y piensen que la unión de los dos partidos sería lo mejor para España.