La caída de los precios de la energía, una disociación cada vez mayor entre crecimiento económico y emisión de gases de efecto invernadero, el avance de los energías renovables en los países en desarrollo y la evolución de las microrredes son otros elementos a tener en cuenta en este “notable cambio” del escenario energético mundial, de acuerdo con este nuevo informe del Congreso Mundial de la Energía, presentando ayer en el marco 23º Congreso Mundial de la Energía, que el organismo celebra en Estambul.
Hans-Wilhelm Schiffer, Presidente Ejecutivo del World Resources Energy, explicó en la presentación del estudio que éste “pone de relieve que la diversificación de las tecnologías y recursos, aplicadas en el sector de la energía, crean muchas oportunidades, pero también mayor complejidad y un aumento de desafíos”. Todo ello hace que hoy en día “sea aún más importante que en el pasado” que las partes interesadas (gobiernos, empresas y organizaciones internacionales) “se apoyen en hechos y datos sólidos a la hora de tomar decisiones”, puntualizo.
El sol y el viento toman la delantera
El informe muestra que en los últimos diez años, la capacidad instalada en el mundo de energías renovables casi se ha duplicado, pasando de los 1.037 GW de 2006 a 1.985 GW a finales del año 2015. El tirón ha venido motivado, especialmente, por el auge de las energías eólica y solar para generación de electricidad.
La eólica aumentó a nivel mundial de 74 GW en 2006 a 432 GW en 2015 (420 GW en tierra y 12 GW en el mar), mientras que, en ese mismo horizonte, la energía solar pasó de 6 GW a 227 GW.
La hidroeléctrica ha crecido un 35% desde 2006, pasando de los 893 GW que había ese año a 1.209 GW en 2015, de los cuales 154 GW corresponden a sistemas de acumulación por bombeo. Esta tecnología sigue siendo la fuente renovable más importante para la generación de energía eléctrica a nivel mundial, suministrando el 71% de toda la electricidad renovable en 2015. Otro 15% fue aportado por la eólica, un 5% por tecnologías solares y el 9% restante por la biomasa, geotérmica y otros recursos.
En total, la generación eléctrica con renovables fue de 5.559 TWh en 2015, lo que equivale al 23% del total de generación mundial, que fue de 24.098 TWh.
Ahora, las fuentes renovables representan en torno al 30% de toda la capacidad de energía instalada en el mundo, y el porcentaje seguirá creciendo.
Sin embargo, de acuerdo con Christoph Frei, Secretario General del Consejo Mundial de la Energía, “hay que hacer urgentes progresos en eficiencia energética, almacenamiento de energía eléctrica y en la captura y almacenamiento de carbono”.
Las energías convencionales en el el nuevo escenario
Pese a que desde la pasada década venimos asistiendo a un tremendo crecimiento de las fuentes no convencionales de generación de energía, y a un no menor desarrollo tecnológico de los recursos renovables, “el petróleo seguirá siendo necesario para el transporte, aportando en torno al 60% de las necesidades de energía”, destacó Frei. “Pero la demanda global de petróleo se aplana”, añadió.
Según el Secretario General del Consejo Mundial de la Energía, “este estancamiento del sector del petróleo, así como del carbón, “puede provocar un estrés significativo en el equilibrio económico y geopolítico global, y estos sectores tendrán que ser parte del diálogo climático“. Frei considera, por el contrario, que “la edad de oro del gas continuará, con un crecimiento de la producción de entre el 25% y el 70% para el año 2060”.
Respecto a la energía nuclear, el informe muestra que en diciembre de 2015 había 65 reactores nucleares en construcción, con una capacidad total de 64 GW. Cuatro países acaparan la construcción de 40 de las centrales: China, India, Rusia y Corea. En la actualidad hay más de 45 diseños de reactores modulares de pequeño tamaño en desarrollo y otros cuatro reactores en construcción.
La producción mundial de uranio creció un 40% entre 2004 y 2013, debido al incremento de la producción en Kazakhstan, el mayor productor mundial según el informe del Consejo Mundial de la Energía, que concluye su informe con una advertencia: “A pesar del notable progreso, la tasa de avance hacia una energía más limpia es mucho más lenta de lo necesario para cumplir los objetivos de emisiones”.