El informe –Measuring the socio-economics of transition: Focus on jobs– ofrece una visión detallada de cómo la transición energética impactará en el empleo tanto a nivel global como regional. El análisis indica que habrá disparidades regionales en la creación de empleo, pero destaca que las ganancias en algunas partes del mundo superan las pérdidas en otras. Se señala como clave la identificación de políticas para equilibrar el impacto de la transición y al mismo tiempo maximizar las oportunidades socioeconómicas.
El director general de IRENA, Francesco La Camera, se refirió a la importancia del trabajo que está llevando a cabo este organismo internacional para comprender los beneficios socioeconómicos asociados a la transición energética. "Todo el mundo habla de una transición justa pero no muchos saben cómo hacerla realidad. Todos tenemos que trabajar en este tema para presentar una voz clara que apoye una transición inclusiva".
Las conclusiones del informe se presentaron en el lanzamiento de una nueva plataforma conjunta – Sustainable Energy Jobs Platform– que reúne a una muestra representativa de organizaciones internacionales del sector público y privado involucradas en la transición justa, con el objetivo de presentar y promover un enfoque integrado para el logro de los objetivos 7 (garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos) y 8 (trabajo decente y desarrollo económico ) de la ONU.
En una mesa redonda sobre esta nueva plataforma, Rana Ghoneim, de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO, uno de los organismos que integran la nueva plataforma ), se refirió a la importancia de las energías renovables para la política industrial sostenible y señaló que estas tecnologías se están convirtiendo cada vez más en un elemento central de la labor de la organización.
Además de hacer hincapié en el equilibrio entre los géneros, la diversidad de la fuerza de trabajo y el desarrollo económico rural, la plataforma pone de relieve la necesidad de adoptar políticas de educación y capacitación que tengan en cuenta a los trabajadores y las comunidades cuyos medios de vida dependen de las industrias basadas en los combustibles fósiles, a fin de facilitar su participación en la nueva economía de la energía.
Hay que doblar la inversión
Durante la asamblea de IRENA también se hizo hincapié en la necesidad de que los gobiernos se esfuercen más y dupliquen la inversión total en energía solar, eólica y otras tecnologías verdes durante la próxima década para lograr “un camino hacia la seguridad climática”.
Las energías renovables deberían generar el 57% de la electricidad en todo el mundo para finales de la década, frente al 26% en la actualidad, señala la agencia en un comunicado. Para alcanzar ese objetivo, los países deberían redirigir parte de los 10 billones de dólares destinados a proyectos de combustibles fósiles e invertirlos en su lugar en energía verde, añaden desde IRENA.
“Las soluciones de energía renovable son asequibles, están disponibles fácilmente y se pueden desplegar a gran escala”, indica el director general de Irena, Francesco La Camera, en el comunicado.
En la actualidad, el mundo invierte en torno a 330.000 millones de dólares anualmente en renovables. Esta cifra debería llegar a casi 750.000 millones al año para 2030, se añade en el comunicado. El coste de la energía solar fotovoltaica y de la energía eólica serán, de manera regular, más baratos que los suministros convencionales para 2030, y estas dos tecnologías podrían satisfacer una tercera parte de las necesidades mundiales de electricidad a finales de la década, según la agencia.