"Si podemos combinar el ingreso básico con la protección del medio ambiente, podemos salvar dos pájaros de un tiro", afirma Rashid Sumalia, primer autor del informe, publicado en la revista científica Cell Reports y en el que los investigadores han analizado la situación en 186 países.
Sumaila, que es profesor profesor del Instituto de los Océanos y la Pesca (IOF) y de la Escuela de Política Pública y Asuntos Globales de la UBC, ha estado estudiando cómo poner fin a los perjudiciales subsidios pesqueros en todo el mundo, pero muchas personas que dependen de la pesca para su sustento, especialmente en los países en desarrollo, dicen que necesitan esta ayuda para mantener a sus familias.
"Una de las formas en que podemos abordar esto es brindar a la gente un ingreso básico. Con eso, podríamos alcanzar objetivos de sostenibilidad sin comprometer los medios de vida de las personas", afirma Sumalia. "Tanto los daños ambientales como la pobreza suponen enormes riesgos para la sociedad", continua. "Exigir que los grandes contaminadores paguen por limpiar sus propios desaguisado –el principio de quien contamina paga– es un enfoque creativo para abordar ambos problemas, desincentivando la contaminación ambiental y utilizando esos fondos para apoyar una renta básica."
El equipo investigador afirma que la aplicación de un impuesto fijo de entre 50 y 100 dólares por tonelada de carbono emitida por el uso de combustibles fósiles podría recaudar unos 2,3 billones de dólares anuales, cantidad suficiente para financiar íntegramente la renta básica de las personas que viven por debajo del umbral de pobreza en Asia, Europa y Norteamérica juntas.
En el caso de dar un ingreso básico a toda la población mundial, el PIB global podría aumentar en 163 billones de dólares, lo que representa alrededor del 130% del PIB actual. Esto se debe a que, según los investigadores, cada dólar gastado en implementar la renta básica puede generar hasta siete dólares en impactos económicos. "Si le das a alguien un dólar, gastará parte del dinero en comprar comida o pagar el alquiler. Y las personas a las que se les paga por la comida y el alojamiento utilizarán parte de esto para su propio consumo, etc. El dinero se filtrará por toda la sociedad. Nuestros cálculos muestran que el impacto económico de ese dólar será mucho mayor que su monto original", afirma Sumaila.
Ejemplos de buenos resultados
Los investigadores sugieren otras opciones alternativas para financiar programas de renta básica, como un impuesto a la contaminación provocada por el plástico o la reorientación de subsidios dañinos al petróleo, el gas, la agricultura y la pesca.
Reconocen que los retos para implantar una renta básica van más allá del coste financiero e incluyen desde dificultades de aplicación a la percepción de que puede debilitar los incentivos para trabajar y ahorrar. Sin embargo, en el mundo real se han llevado a cabo varias iniciativas que demuestran los beneficios de los programas de renta básica. Por ejemplo, en Indonesia, las aldeas que recibieron un ingreso básico tienen ahora tasas de deforestación sustancialmente más bajas que aquellas que no lo tienen.
La renta básica también puede ser un programa proactivo, afirma Sumaila. Cuando ocurren crisis como pandemias o desastres naturales, las comunidades pueden ser más resilientes. "Vimos que durante la COVID-19 los gobiernos de todo el mundo estaban ideando todo tipo de programas para apoyar a las personas que repentinamente perdieron su capacidad de generar ingresos. Si tuviéramos un ingreso básico, no tendríamos que luchar", concluye el investigador.