Greg Jaczko, el que fuera presidente de la Comisión Regulatoria Nuclear de los Estados Unidos; Wolfgang Renneberg, ex responsable de Seguridad Nuclear, Protección Radiológica y Residuos Nucleares en el ministerio federal de Medio Ambiente de Alemania; Bernard Laponche, ex director general de la Agencia Francesa para la Gestión de la Energía y ex asesor del Ministerio de Medio Ambiente, Energía y Seguridad Nuclear de Francia; y Paul Dorfkman, ex secretario del comité gubernamental británico para la Evaluación del Riesgo Radiactivo a partir de Emisores Internos, han firmado una carta, absolutamente demoledora, contra quienes postulan la energía nuclear como parte de la solución al desafío del cambio climático. "Como expertos clave que hemos trabajado en la primera línea de la cuestión nuclear -dicen en su misiva-, todos hemos participado en los más altos niveles gubernamentales de regulación nuclear y protección contra las radiaciones en Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido. En este contexto -continúan-, consideramos que es nuestra responsabilidad colectiva comentar la cuestión principal". Y la cuestión principal a la que aluden en su carta los firmantes es "si la energía nuclear podría desempeñar un papel importante como estrategia contra el cambio climático", algo que algunos analistas y medios de comunicación han comenzado a plantear recientemente.
¿Respuesta de los expertos?
"El mensaje central, repetido una y otra vez, de que una nueva generación nuclear será limpia, segura, inteligente y barata es una ficción". Jaczko, Renneberg, Laponche y Dorfkman insisten en la idea: "la realidad es que la energía nuclear no es ni limpia, ni segura, ni inteligente, sino una tecnología muy compleja con el potencial de causar daños importantes. La energía nuclear -continúan- no es barata, sino extremadamente costosa; y lo que es más importante, la energía nuclear no forma parte de ninguna estrategia viable que pueda contrarrestar el cambio climático; para hacer una contribución relevante a la generación de energía mundial, se necesitarían hasta más de diez mil nuevos reactores".
Este es el decálogo de Jaczko, Renneberg, Laponche y Dorfkman
La energía nuclear como estrategia contra el cambio climático es
• demasiado costosa en términos absolutos para hacer una contribución relevante a la producción global de energía;
• más cara que las energías renovables en términos de producción de energía y mitigación de CO2, incluso teniendo en cuenta los costes de las herramientas de gestión de la red, costes como el almacenamiento de energía, habitualmente asociados al despliegue de las renovables;
• demasiado costosa y arriesgada para los inversores en los mercados financieros y, por tanto, dependiente de grandes subvenciones públicas y garantías de préstamos;
• insostenible debido al problema no resuelto de los residuos radiactivos de muy larga duración;
• insostenible desde el punto de vista financiero, ya que ninguna institución económica está preparada para asegurar todo el coste de los potenciales impactos ambientales y humanos de una liberación accidental de radiación, y la mayoría de esos costes tan significativos correrán a cargo del público;
• militarmente peligrosa, ya que los nuevos diseños de reactores aumentan el riesgo de proliferación de armas nucleares;
• intrínsecamente arriesgada, debido a los inevitables accidentes en cascada provocados por errores humanos, fallos internos e impactos externos; vulnerabilidad a la subida del nivel del mar provocada por el clima, a las tormentas, a las tempestades, maremotos, a las inundaciones y a los riesgos de inundación, lo que provoca impactos económicos internacionales.
• sujeta a demasiados problemas técnicos y de seguridad no resueltos, asociados a nuevos conceptos no probados, como los reactores "avanzados" y los pequeños reactores modulares (SMR);
• demasiado difícil de manejar y complejo para crear un régimen industrial eficiente para los procesos de construcción y funcionamiento de los reactores dentro del tiempo de construcción previsto y el alcance necesario para la mitigación del cambio climático.
• es poco probable que la energía nuclear contribuya de forma relevante a la mitigación del cambio climático necesaria para la década de 2030, debido a los plazos de desarrollo y construcción de los núcleos, que son impracticables, y a los abrumadores costes de construcción del gran volumen de reactores que se necesitarían para marcar la diferencia.