La transformación digital ha traído muchos beneficios, como la reducción del consumo de papel, que repercuten positivamente en la lucha contra el cambio climático y reducen las emisiones de CO₂. Sin embargo, los centros de servidores usan unos 30.000 millones de vatios para guardar nuestros datos, el equivalente a la producción de 30 plantas nucleares, ya que esos servidores necesitan energía para su funcionamiento y, sobre todo, para su refrigeración. Se estima que la emisión de carbono por parte de esta actividad digital es equivalente a las emisiones globales de CO2 de toda la industria de la aviación.
“La producción, el uso y la transferencia de datos y, sobre todo, el almacenamiento provoca más emisiones de CO₂ de lo que cabría esperar”, explica Ana Jimeno, gerente de Calidad, Medio Ambiente y Prevención de Riesgos Laborales de ISS España. Actualmente un 60% de la población mundial (4.660 millones de personas) tiene acceso a Internet. “Cada consulta, cada búsqueda, cada archivo enviado y cada documento almacenado, ejecutado miles de millones de veces, es responsable de parte de la creciente demanda mundial de energía y, por lo tanto, también del aumento de las emisiones de CO₂” añade.
La mayor parte de la huella digital no se debe tanto a los mensajes o acciones que se realizan en internet, sino a que en algún momento todos los datos que se guardan y comparten se almacenan, ya sea en el servidor, en el correo o en un dispositivo que consume energía y por lo tanto necesita suministro eléctrico, lo que genera grandes cantidades de CO2. Subir todos estos archivos a la nube tampoco es la mejor opción. La nube es un lugar real, y tiene forma de enorme servidor capaz de almacenar millones y millones de terabytes de información de usuarios de todo el mundo; información que muchas veces nunca más vamos a utilizar.
“Las empresas tienden a ser las que más archivos almacenan que a menudo no se vuelven a consultar nunca más. Archivos de clientes antiguos, documentación desactualizada que se acumula, datos y datos, que no solo impactan negativamente en el medio ambiente, sino que también pueden entorpecer el correcto desempeño de la compañía”, comenta Ana Jimeno.
Desde ISS proponen a las empresas una serie de acciones para reducir esta huella digital. Las más importantes son:
• Limpiar los dispositivos y eliminar aquellos documentos, videos e imágenes duplicadas o que no se utilizan.
• Desinstalar apps y programas que no se utilizan.
• Borrar los mensajes de correo electrónico antiguos.
• Desuscribirse de newsletters que no se leen.
Estas pequeñas acciones cotidianas, a gran escala suponen una reducción importante de emisiones de carbono. “En ISS creemos firmemente que nuestras acciones pueden marcar la diferencia, empecemos por tomar conciencia y aplicar pequeños cambios”, concluye Ana Jimeno.