Evan Mills, autor del estudio titulado Energy up in Smoke: The Carbon Footprint of Indoor Cannabis Production (Energía en el humo: La huella de carbono de la producción de cannabis en interiores), ha tomado en cuenta no sólo los 17 estados donde está permitido su cultivo, sino también ha ponderado la industria clandestina. Así, sostiene que la media de funcionamiento energético en el sector es de 200 vatios por pie cuadrado (0,09 metros cuadrados).
En esa misma línea, sostiene que un porro de marihuana es responsable al equivalente de alrededor de 2 libras (0,45 kilos) de emisiones de dióxido de carbono, una cantidad igual a una bombilla de 100 vatios encendida durante 17 horas.
La marihuana es considerada el cultivo comercial más grande del país, con un valor de producción estimado de 40 mil millones de dólares al año. En esa escala, el ahorro de energía es importante: solo los cultivos en interiores en California (donde es permitido) equivale a emisiones de carbono similares a la de 1 millón de vehículos durante un año.
Termino medio una instalación en interiores de marihuana tiene una iluminación tan intensa como la que se encuentra en una sala de operaciones (500 veces más de lo necesario para la lectura) y 60 veces la de una casa.
Entre los propósitos del estudio, el autor sostiene que “sólo pretende cuantificar un componente previamente indocumentados de la demanda energética en los Estados Unidos, para entender los factores técnicos subyacentes, y para crear efectos de referencia en términos de uso de la energía, los costos y las emisiones de gases de efecto invernadero. Este estudio no emite ningún juicio sobre el fondo del cultivo de cannabis o hace recomendaciones sobre cómo reducir este consumo de energía, pero observa que muchas ineficiencias reversibles están incrustados en las prácticas actuales”.
Más información:
evan-mills.com/energy-associates/Indoor.html