Las energías renovables son autóctonas. No hay que ir a buscar el viento al Golfo Pérsico, ni hace falta viajar al Extremo Oriente para encontrar el Sol naciente. El viento y el Sol los tenemos aquí, todos los días, en este medio millón de kilómetros cuadrados que es España. Y el viento y el Sol generan energía, electricidad. Hasta el 40% de la electricidad que España usó el año pasado nos lo trajeron el cierzo, la tramontana, los alisios, la galerna, el levante; nos lo trajo el Sol. Sí, hasta el 40%. O sea, que no estamos hablando de un cero coma; estamos hablando de un 40%. Lo que no tenemos es petróleo. Ni gas. El gas y el petróleo sí que los tenemos que traer del Golfo Pérsico, o de Argelia, o de Nigeria. Los tenemos que comprar. Con el gas generamos electricidad, cocinamos y calentamos muchas de nuestras casas. Y con el petróleo movemos nuestros coches.
Todo el petróleo (el 100%) y todo el gas (el 100%) que quemamos para producir electricidad, calor de hogar o movimiento (coches, camiones, aviones... transporte) se traduce en eso (electricidad, calor o transporte), pero también se traduce en emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso son muchos los analistas que apuestan por la electrificación de la demanda. Porque cuantos más usos electrifiquemos (calefacción, coche eléctrico), menos dependencia energética padeceremos y menos CO2 producirá el país, un país en el que el 40% de la electricidad ya es verde, no produce gases de efecto invernadero, es decir, un país que ya ha demostrado que es posible sustituir combustibles fósiles por energías renovables. [Bajo estas líneas, detalle de dos tablas publicadas por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo en sendos informes: Informe Mensual de Comercio Exterior Diciembre 2019, e Informe Mensual de Comercio Exterior Diciembre 2021]
Lo dicho
Entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2021, y según los datos que publicó ayer el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, España ha importado productos energéticos por valor de 46.575 millones de euros. La factura del 21 ha sido así mucho-mucho más abultada que la de 2020, el año en el que nos arrasó el Covid. Aquel curso nos gastamos (enviamos a naciones extranjeras) 27.029 millones de euros. Pero la factura del 21 ha sido también mayor, ojo al dato, que la del año 2019, cuando la sombra del Covid aún no había oscurecido las perspectivas. Ese año (2019), la economía española envió a otras naciones (importó de ellas productos energéticos por valor de) 44.396 millones de euros. O sea, que el curso que acabamos de dejar atrás (un 2021 evidentemente aún impactado por el Covid) hemos gastado en importar productos energéticos prácticamente un 5% más que en el 19.
Pero aún hay más
España ha gastado en 2021 más que en 2019, efectivamente: dos mil millones de euros más nos hemos gastado. Pero resulta que, con esos dineros, hemos importado menos gas y menos petróleo que aquel año. Porque las importaciones han caído tanto en lo uno como en lo otro. El motivo de la paradoja es obvio: el precio de esos combustibles fósiles es hoy mayor que en 2019, por lo que el roto para la economía española es mayor también. En 2019, España importó 418.307 gigavatios hora de gas, según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos de España (Cores). Y en ello nos gastamos 7.552 millones de euros, según Comercio Exterior (Ministerio de Industria, Comercio y Turismo). Pues bien, en 2021, las importaciones han caído levemente (415.569 GWh), pero el precio se ha disparado por encima de los 9.600 millones de euros. Es decir, que importamos menos, pero pagamos mucho más (+27%).
Con el petróleo ha sucedido lo mismo. En 2019, la economía española importó algo más de 66 millones de toneladas de crudo, según Cores. Para ello, el país hubo de pagar una factura de 35.000 millones de euros. Pues bien, en 2021, las importaciones de crudo han sido mucho menores (56 millones de toneladas), pero la factura se nos ha ido a 33.695 millones de euros. Importamos pues un 15% menos de crudo (-15%), pero la factura no ha caído ni mucho menos en la misma medida (-3,7%).
Cinco millones cada hora
El total 2021 queda pues en esos 46.500 millones de euros a los que nos referíamos al principio. Si le colocamos un reloj a ese guarismo, la conclusión es inequívoca: España, cada hora, gasta 5 millones de euros en petróleo y gas. Cinco millones de euros por hora. Cinco millones de euros que acaban en Libia, Nigeria o Kazajistán.
En ese sentido, cabe aquí una última derivada: si a las cinco naciones que más gas le venden a España le sumamos las cinco naciones que más crudo (petróleo) nos venden, nos encontramos con que solo una puede ser catalogada como democracia homologable a la española: Estados Unidos. En 2021 los cinco principales suministradores de gas a España han sido, por este orden: Argelia, Estados Unidos, Nigeria, Rusia y Catar. Este año pasado (2021), los cinco principales vendedores de crudo a España han sido Nigeria, México, Libia, Kazajistán y Estados Unidos (prácticamente a la misma altura que la gran nación del norte de América se encuentran Arabia Saudí e Irak, que venden a España una cantidad de crudo muy similar a la que nos suministra la patria de Biden).
Las energías renovables son autóctonas. No hay que perforar un pozo en el desierto para extraerlas. No hay que ir a desenterrarlas a ninguna parte. Y pueden evitar la evasión de capitales (cinco millones de euros... por hora... con rumbo a Nigeria, Rusia, Kazajistán, Arabia Saudí, Catar...).