El informe aborda una amplia panoplia de ítems, desde las medidas de mitigación y un análisis sectorial exhaustivo, hasta la financiación, la colaboración internacional o la reducción al cero neto en ceodós (cero emisiones netas de gases de efecto invernadero). Por primera vez en la historia del IPCC, incluye capítulos dedicados a la tecnología, la innovación y las medidas del lado de la demanda. El sexto informe de evaluación (IE6), que ha sido calificado como la evaluación más autorizada sobre cómo mitigar el cambio climático jamás producida, ha recibido, durante su proceso de redacción, casi 60.000 comentarios de revisores expertos y gobiernos, incluye referencias a más de 59.000 artículos científicos y ha sido aprobado por 278 autores.
22 titulares
Las dimensiones del IE6 son sencillamente formidables, y desde luego inabarcables en una pieza periodística. Aquí (bajo estas primeras líneas) vamos a tratar de sintetizar las claves de comprensión del mismo. Pero antes, en todo caso, vamos a permitirnos una cierta licencia periodística: 22 titulares. 22 titulares que no pretenden resumir, solo pretenden ser aldabonazos (periodísticos) en las puertas de la conciencia climática. 22 titulares que brotan del último informe científico alumbrado por el Panel Intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (Interguvernmental Panel on Climate Change) de Naciones Unidas.
• El 1% más rico emite más del doble de CO2 que el 50% más pobre
• Las huellas de carbono de las mujeres suelen ser más bajas que las de los hombres, sobre todo debido a la reducción del consumo de carne y de la conducción
• Las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre alcanzaron 59 GtCO2eq en 2019, el nivel más alto desde 1990
• Las personas con un estatus socioeconómico alto contribuyen de forma desproporcionada a las emisiones y tienen el mayor potencial para reducirlas
• El cambio climático se ha disparado en la agenda de los políticos y de los medios de comunicación, pero todavía está lejos de obtener un nivel de atención y acción que la escala de la crisis climática requiere
• Los científicos están convencidos de que existe la oportunidad de limitar el calentamiento a 1,5 °C para 2100
• El mundo va camino de un calentamiento de 3,2°C en 2100, a menos que se refuercen rápidamente las políticas aplicadas hasta finales de 2020
• La inversión climática es diez veces menor de lo que sería preciso para evitar el +1,5ºC
• En la actualidad existen leyes climáticas "directas" centradas en la reducción de los GEI en 56 países que cubren el 53% de las emisiones mundiales en 2020, y los litigios climáticos van en aumento.
• Entre 2010 y 2019, se han producido descensos sostenidos en los costes unitarios de la energía solar (85%), la energía eólica (55%) y las baterías de iones de litio (85%)
• Entre 2010 y 2019, se han producido y grandes aumentos en su despliegue, por ejemplo >10 veces en el caso de la energía solar y >100 veces en el de los vehículos eléctricos
• La energía fotovoltaica (FV), la energía solar concentrada (CSP) y la energía eólica terrestre y marina compiten ahora con los combustibles fósiles en cuanto a los costes nivelados de la energía en muchos lugares
• Para reducir el uso global de combustibles fósiles, necesitaremos sistemas de electricidad con cero emisiones netas de CO2 y una electrificación generalizada del sistema energético
• La mayor parte de las emisiones de metano proceden de las emisiones fugitivas de la producción y el transporte de combustibles fósiles, y la mayor parte (50-80%) puede evitarse con las tecnologías actuales y asequibles
• Las infraestructuras de combustibles fósiles existentes y planificadas agotarán por sí solas el presupuesto de carbono restante para 1,5 ºC sin rebasamiento
• Si se siguen instalando infraestructuras de combustibles fósiles sin disminuir, se "bloquearán" las emisiones de GEI y se dejará de alcanzar los 1,5 °C
• Las estimaciones del coste de la mitigación para la transición hacia la baja emisión de carbono tienden a ser sobreestimadas
• Entre 2020 y 2030, las inversiones anuales deben ser de tres a seis veces superiores a los niveles actuales en todos los sectores para limitar el calentamiento a 1,5 °C
• Tenemos suficiente capital y liquidez para cerrar la brecha de inversión y proporcionar la inversión necesaria en la transición
• Más allá de los evidentes beneficios ambientales, la supresión de las subvenciones a los combustibles fósiles reduciría las emisiones, mejoraría los ingresos públicos y los resultados macroeconómicos
• Los activos de carbón corren el riesgo de quedar varados antes de 2030, mientras que los de petróleo y gas tienen más probabilidades de quedar varados hacia mediados de siglo.
• La agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo contribuyeron a algo más de una quinta parte (22%) de las emisiones de GEI en 2019.
Este informe abarca algunos de los principales avances en nuestro conocimiento acerca de la mitigación desde que el IPCC publicó el IE5 en 2014. En la actualidad, las publicaciones sobre mitigación recogen, en gran medida, el Acuerdo de París de 2015, el aumento de los compromisos de reducción a cero emisiones netas y la creciente necesidad de acción de las partes interesadas no gubernamentales, incluidas las empresas, la industria y las instituciones financieras.
1. Desde el IE5, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen en aumento
No estamos ni siquiera cerca de alcanzar los objetivos de París de mantener el calentamiento por debajo de los 2 °C, ni idealmente de 1,5 °C. Las actuales contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) nos llevarán a un calentamiento de aproximadamente 2,7 °C este siglo, o posiblemente aún más. Si las emisiones de CO2 continúan al ritmo actual, agotaremos el presupuesto de carbono restante de 1,5 °C a principios de la década de 2030. Solo la infraestructura energética de los combustibles fósiles previstos y actuales nos compromete a unas 846 GtCO2 (más del doble de lo que queda en nuestro presupuesto de carbono de 1,5 °C) y cada año incorporamos más infraestructura de alta intensidad de carbono de la que desmantelamos.
De los gases de efecto invernadero (GEI), el CO2 es el que más calentamiento provoca debido a su elevada concentración y a su larga permanencia en la atmósfera.A pesar de los esfuerzos por reducir las emisiones, la quema de combustibles fósiles añade más CO2 a la atmósfera, elevando la concentración atmosférica acumulada a niveles insostenibles. Entre los años 1850 y 2019, el carbón, el petróleo y el gas representaron aproximadamente el 66% de las emisiones de CO2 acumuladas, mientras que el cambio en el uso de la tierra fue responsable de aproximadamente el 32%.
Sin embargo, desde el IE5, hay un mayor reconocimiento del aumento de las emisiones de metano (CH4) y de óxido nitroso (N2O). Ambos son GEI potentes que retienen entre unas 34 y 300 veces más calor que el CO2 respectivamente (en un período de 100 años). El metano es responsable de casi una cuarta parte del calentamiento causado por el ser humano hasta la fecha, ylas concentraciones están aumentando más rápido en la actualidad que en cualquier otro momento desde la década de 1980. Hoy en día, las emisiones de metano son dos veces y media superiores a los niveles preindustriales. Los autores del Resumen para Responsables de Políticas (RRP) del IE6 a cargo del Grupo de Trabajo I (GT I) destacaron que una «reducción fuerte, rápida y sostenida» de las emisiones de metano tendría doble impacto: limitar el «efecto de calentamiento resultante de la disminución de la contaminación por aerosoles», y mejorar la calidad del aire
Entre los años 2008 y 2017, la agricultura y los desechos fueron los que más contribuyeron al aumento, seguidos de la industria de combustibles fósiles. Sin embargo, calcular exactamente cuánto y desde dónde están aumentando las emisiones de metano es un tema de investigación y debate constantes. Por ejemplo, algunos investigadores han comprobado que el papel del gas de esquisto de América del Norte (llamado «fracturación hidráulica») se ha subestimado significativamente en el cálculo de las emisiones mundiales de metano.
Las emisiones de N2O han aumentado un 20% desde los niveles preindustriales, y el mayor aumento se ha observado en los últimos 50 años, debido principalmente a la adición de nitrógeno a los campos de cultivo a través de fertilizantes.
En 2018, las emisiones mundiales de GEI fueron aproximadamente un 57 % más altas que en 1990 y alrededor de un 43 % más altas que en el año 2000. Las emisiones siguieron aumentando en 2019, momento en el que alcanzaron aproximadamente 59 GtCO2. No obstante, en 2020, la pandemia de COVID-19 produjo un gran descenso histórico de las emisiones de CO2 procedentes de los combustibles fósiles y de la industria. Durante el punto álgido de los confinamientos a nivel mundial, las emisiones diarias se redujeron un 17 % en comparación con 2019, niveles que no se veían desde 2006, y las personas de todo el mundo pudieron tener un breve alivio de la mortífera contaminación del aire. Desde entonces, las emisiones han repuntado y, el año pasado, alcanzaron su nivel más alto. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que reconstruir la economía de una manera más ecológica, sostenible, justa y enfocada en el clima representa una mejor oportunidad que la breve interrupción de emisiones provocada por los confinamientos, la cual tendrá poco impacto a largo plazo.
2. Sin un impulso radical en la ambición climática, nuestras esperanzas de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de 1,5 °C y 2 °C sin «exceso» están fuera del alcance
Cada vez es más probable que «excedamos» las temperaturas globales medias de 1,5 °C y 2 °C (lo que significa que la temperatura global media supera temporalmente, por décadas, el objetivo de temperatura antes de volver a disminuir. Esto solo puede ocurrir si se reducen las concentraciones atmosféricas de GEI, lo que se consigue mediante la eliminación de dióxido de carbono [EDC], que no es una realidad en absoluto [véase a continuación]). Cada vez son más las investigaciones que demuestran que, para un mismo aumento de temperatura de fin de siglo, es probable que el exceso produzca más daños climáticos (algunos de los cuales son irreversibles), como pérdida de biodiversidad y condiciones meteorológicas extremas, que si llegamos a ese punto sin excedernos.
Retrasar la mitigación significa quetendremos que reducir más emisiones cada año para poder cumplir con el Acuerdo de París para 2030. Ya conocíamos los peligros del retraso de la mitigación en 2014, cuando el IPCC afirmó que las situaciones con altas emisiones hasta 2030 tendrían mayores costes económicos a largo plazo y que «incrementarían sustancialmente la dificultad de la transición» y «estrecharían el rango de opciones coherentes con... 2 °C». Actualmente, las reducciones de emisiones anuales medias necesarias para permanecer por debajo de 1,5 °C son cuatro veces más altas de lo que serían si la mitigación y la ambición colectivas hubieran comenzado en 2010, según el UNEP. Esto pone de manifiesto la necesidad de actuar rápido.
Los niveles de inversión tampoco se acercan a lo que necesitamos para mantenernos en consonancia con el Acuerdo de París. El Acuerdo de París de 2015 reconoció el papel fundamental que desempeña la financiación, tanto en la mitigación como en la adaptación, ubicando a los inversores y los compromisos financieros en el centro de la política y la acción climáticas. Sin embargo, la financiación climática solo ha aumentado ligeramente desde el IE5 y alcanzó alrededor de 579.000 millones de USD en 2018/2017. Esta cifra es unas diez veces inferior a los 6,3 billones de USD que se calcula que serán necesarios cada año hasta 2030 para cumplir con el Acuerdo de París.
Desde el IE5, la división entre la financiación climática pública y privada se ha mantenido relativamente estable (aproximadamente un44 % la pública y un 56 % la privada en 2018). Sin embargo, la financiación privada ha superado a la pública en el sector energético, y progresivamente en el transporte, lo que refleja un mercado de energías renovables más consolidado y el hecho de que los proyectos ahora se consideran menos arriesgados. El sector privado está manifestando una creciente preocupación por los riesgos del impacto climático, pero los responsables de tomar decisiones y las instituciones financieras siguen subestimando los riesgos económicos relacionados con el clima.
3. El 1 % más rico emite más del doble que el 50 % más pobre
Desde el IE5, ha aumentado el interés por la «responsabilidad a nivel nacional» del cambio climático, así como por lo relacionado con otras cuestiones sociales, de desarrollo y de sostenibilidad. Estados Unidos es responsable de aproximadamente el 20 % de las emisiones históricas acumuladas, seguido de China, Rusia, Brasil e Indonesia. No obstante, no basta con considerar las emisiones nacionales, ya que es necesario tener en cuenta la desigualdad en el tamaño, la riqueza y la intensidad de las emisiones de carbono de las poblaciones. Si se consideran las emisiones en relación con el tamaño de la población, los países en desarrollo tienden a tener emisiones per cápita más bajas y, si las emisiones se estandarizan en función de la población, China, Brasil e Indonesia ni siquiera figuran entre los 20 primeros.
El 1 % más rico del mundo emite más del doble del 50 % más pobre combinado, según el UNEP. Entre las actividades que emiten mucho, pero que solo benefician a unos pocos, se incluyen los vuelos de aviones y la conducción de vehículos SUV. Por ejemplo, si las emisiones de los SUV se contabilizaran como país, este ocuparía el séptimo lugar en el mundo. A pesar de que la COVID-19 hizo que las emisiones de carbono disminuyeran el año pasado, el sector de los SUV siguió percibiendo un incremento al respecto. En 2018, solo del 2 % al 4 % de las personas viajaron en vuelos internacionales, y el 1 % de la población mundial es responsable de aproximadamente la mitad del CO2 que emiten todos los vuelos comerciales. El sector de la aviación es responsable del 2,4 % de las emisiones mundiales, por lo que este 1 % de usuarios podría estar generando unos 450 millones de toneladas de CO2 al año, lo que equivale prácticamente a las emisiones anuales de Suráfrica.
Las investigaciones,entre ellas el memorable informe IE6 del GT II del mes pasado, revelan que el cambio climático afecta a las personas de forma diferente, según el sexo,la raza y el origen étnico, y todo esto está relacionado con la vulnerabilidad económica. Los grupos marginados tienen menos acceso a la energía y la utilizan menos. Por ejemplo, las huellas de carbono de las mujeres suelen ser más bajas que las de los hombres, sobre todo debido a la reducción del consumo de carne y de la conducción, aunque esto varía de país a país. Aun así, aunque las mujeres suelen generar menos emisiones, su inclusión en la formulación de políticas puede contribuir a mejorar la política climática. Los grupos que trabajan por el clima ahora reconocen que esta desventaja es el resultado de la interacción de numerosos sistemas de opresión.
4. Pero hay esperanzas: desde el IE5, se han multiplicado los compromisos nacionales y empresariales de cero emisiones netas, y las energías renovables continúan superando las expectativas
Además, desde el IE5, se ha producido un aumento sustancial de políticas, legislación y tratados en materia de clima, tanto a nivel internacional como nacional y subnacional. Y lo más importante, en el año 2015, se firmó el Acuerdo de París. El artículo 4 del Acuerdo de París busca alcanzar un «equilibrio entre las emisiones antropogénicas generadas por las fuentes y la absorción de los sumideros de gases de efecto invernadero», lo que puede interpretarse como cero emisiones netas de gases de efecto invernadero (no solo de CO2). La energía renovable también ha continuado superando ampliamente las expectativas, lo que la convierte en una historia de éxito posterior al IE5. Solamente en 2020, la cantidad de nueva capacidad eléctrica renovable se incrementó en un 45 % hasta alcanzar los 280 gigavatios, el mayor aumento interanual desde 1999 (más información en el siguiente recuadro), mientras que los costes se redujeron considerablemente en ese período. Además, más recientemente, el concepto de «cero emisiones netas» ha irrumpido con fuerza en el ámbito político.
En 2014, el IPCC no utilizaba directamente el término "cero emisiones netas", pero consideraba que limitar las emisiones acumuladas de GEI a cero era la clave para detener el cambio climático. En 2018, el IPCC señaló que, para limitar el calentamiento a 1,5°C, las emisiones de CO2 deberían reducirse aproximadamente un 45% en 2030 (en relación con los niveles de 2010), y que el nivel de cero emisiones netas a nivel mundial debería alcanzarse alrededor del año 2050. El GT I del IE6 (publicado en agosto de 2021) destacó la necesidad no solo de reducir las emisiones de CO2, sino también de disminuir considerablemente otros GEI. En 2019, el Reino Unido se convirtió en la primera economía del Grupo de los Siete (G7) en legislar para lograr las emisiones cero. En la actualidad, 136 países con el 85 % de la población mundial, que representan el 88 % de las emisiones globales, han fijado objetivos de cero emisiones netas, aunque estos objetivos y los plazos para alcanzarlos siguen generando críticas por ser muy poco precisos. Este documento de 2021 expone las formas en que los gobiernos podrían empezar a aportar transparencia y rendición de cuentas, factores que se consideran clave para alcanzar un nivel cero de emisiones netas de GEI, en cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.
El informe del Grupo de Trabajo III (IE6 GT III) es considerado la revisión más completa sobre cómo podemos mitigar el cambio climático, desde el Quinto Informe de Evaluación (IE5) en 2014 y los tres informes especiales recientes del IPCC (Informe especial sobre los impactos del calentamiento global de 1,5 °C [SR1.5], de 2018, el Informe especial sobre el cambio climático y la tierra [SRCCL] y el Informe especial sobre el océanos y la criosfera en un clima cambiante [SROCC]) de 2019).
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC) fue creado en 1988 para facilitar evaluaciones integrales del "estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos" sobre (1) el cambio climático, (2) sus causas, (3) sus posibles repercusiones y (4) las estrategias de respuesta a implementar. Desde entonces ha preparado cinco informes y ahora se encuentra en el sexto ciclo de evaluación (sixth Assessment Report, AR6). El Grupo de Trabajo III del IPCC publicó ayer la segunda entrega de ese Sexto Informe de Evaluación: Sixth Assessment Report, Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change, the Working Group III
*Información elaborada gracias al análisis del Global Strategic Communications Council (GSCC), red internacional colaborativa de profesionales de la comunicación vinculados a las áreas de clima, energía y naturaleza
[Imagen: detalle de la portada del informe]