En diciembre de 2014, el Financial Times informaba que el Bank of England había iniciado una investigación interna para ver si las empresas de combustibles fósiles representaban una amenaza para la estabilidad del sistema financiero. Su gobernador, Mark Carney, lo decía claramente: "un riesgo clave que se necesita evaluar son los activos varados (stranded assets). Si las políticas climáticas empiezan a ser efectivas para reducir las emisiones de carbono fósil hasta niveles no peligrosos, la mayor parte de las reservas de carbón, petróleo y gas deberán permanecer debajo tierra". Y el Bank of England, al reconocer que la existencia de un solo caso de incumbencia de energía que pueda amenazar la estabilidad financiera, ha proyectado, de hecho, una larga sombra sobre las perspectivas de todos los intereses de los combustibles de carbono de cara al futuro.
Poco después de iniciarse la COP20 en Lima, el Financial Times sugería una visión poco convencional de las grandes empresas que trafican con materiales fósiles. Titulaba, "las negociaciones del clima ponen en cuestión a las grandes energéticas" y decía "ExxonMobil y Shell podrían dejar de existir, tal como son ahora, en 35 años, si las medidas que los negociadores de Naciones Unidas están considerando para hacer realidad un pacto climático vinculante, se acuerdan en la Cumbre de París a finales de 2015".
También Goldman Sachs hacía públicos los resultados de una evaluación de 400 campos petroleros y de gas, concluyendo que peligraban cerca de un billón de dólares, las llamadas inversiones 'zombies', con un precio del petróleo superior a 70 dólares. La evaluación es más pesimista que la del informe de Carbon Tracker, hecho público anteriormente, que decía que más de un billón de dólares en gastos de capital estarían en riesgo con un precio del petróleo por encima de 80 dólares.
Pero, ¿qué es Carbon Tracker? Es un think tank financiero sin ánimo de lucro, destinado a hacer posible un mercado global de la energía que sea seguro para el clima, mediante la alineación de las acciones del mercado de capitales con la realidad climática. Este think tank, que está influyendo mucho en el nuevo lenguaje financiero del cambio climático, ha sido galardonado con el Guardian Sustainable Business Award por la innovación en comunicar la sostenibilidad, en sus convocatorias de mayo de 2014 y mayo de 2015. El Carbon Tracker es un equipo de expertos en finanzas, energía y legislación con un enfoque muy innovador para limitar las emisiones futuras de gases de efecto invernadero.
La misma Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco sobre Cambio Climático de la ONU (UNFCCC), reconocía, en mayo de 2014, el papel relevante que Carbon Tracker está teniendo: "Los gobiernos han acordado limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2oC. Los gobiernos también se han puesto de acuerdo para poner en marcha las vías para hacerlo efectivo con un nuevo y universal acuerdo en París a finales de 2015. Para alcanzar este objetivo, grandes cantidades de carbón y el petróleo deberán permanecer debajo tierra, sin quemar. El nuevo informe hecho público por Carbon Tracker sobre las 'curvas' (de costes del petróleo y carbón) indica dónde se encuentran, con respecto a la industria petrolera, algunos de estos activos varados (stranded assets) y algunas de estas líneas rojas".
El Carbon Tracker se dio a conocer en mayo de 2012 con su informe Unburnable carbón: Are the world’s financial markets Carrying a carbon bubble?. Posteriormente hizo público el informe Unburnable carbón 2013: Wasted capital and stranded assets, donde se hace un llamamiento a los reguladores, gobiernos e inversores para revaluar los modelos de negocio de la energía contra los presupuestos de carbono, para evitar una burbuja de carbono de 6 billones de dólares en la próxima década, haciendo, a la vez, una serie de recomendaciones.
El profesor Lord Stern lo reconocía comentando el informe Unburnable carbón 2013: "Los inversores inteligentes pueden ver que la inversión en las empresas que se basan en gran medida o en exclusiva en la constante reposición de las reservas de combustibles fósiles se está convirtiendo en una decisión muy arriesgada. El informe plantea serias dudas sobre la capacidad del sistema financiero para actuar sobre el riesgo a largo plazo de toda la industria, ya que actualmente la única medida de riesgo es el rendimiento hacia los puntos de referencia de la industria. "
Desde febrero de 2015, el Carbon Tracker ha puesto a disposición de la comunidad mundial el llamado Capex Tracker, una nueva e innovadora herramienta para monitorizar los cambios en los flujos de gastos de capital de las principales empresas que comercian con materiales fósiles y, en última instancia, su impacto sobre el carbono y el calentamiento global.
La versión 1.0 del Capex Tracker, se inicia con el seguimiento de los valores agregados de los cambios de gastos de capital, centrándose en los recortes y aplazamientos en los presupuestos de 2015 de las empresas, que nos dan una visión general de la dirección de las inversiones. También profundiza detalladamente en la analítica de seguimiento de la evolución de las proyecciones de gastos de capital en el tiempo. Por ejemplo, nos muestra que, desde el primer trimestre de 2013, los presupuestos de gastos de capital para algunos de los principales productores de petróleo y gas se han revisado a la baja por un valor de 32.700 millones de dólares.
Y desde abril de 2015, han comenzado la publicación de los que llaman las Blueprint Series, una serie de hojas de ruta para la transición energética que nos llegue a proporcionar un sistema energético seguro por el clima.
Quizás el hecho más significativo en torno a la burbuja del carbono fósil la ha protagonizado el Parlamento de Noruega cuando aprobó formalmente, el pasado 27 de mayo de 2015, la decisión de vender las inversiones relacionadas con el carbón de su fondo de riqueza soberana (Global Pension Fund Global - GPFG), el más grande de mundo, valorado en 900 mil millones de dólares.
Es la mayor desinversión de combustibles fósiles hecha hasta la fecha. Afecta a 122 empresas de todo el mundo, y marca un nuevo éxito de la rápidamente creciente campaña de cambio climático, apoyada por la ONU. El fondo podría poner a la venta más de 8.000 millones de dólares de inversiones relacionadas con el carbón, es decir en empresas mineras que tienen un 30% o más de su actividad centrada en el carbón y/o tienen un 30% o más de sus ingresos a partir del carbón.
Svein Flaatten, del partido conservador gobernante, dijo que las inversiones de carbón eran, a la vez, un riesgo de calentamiento global y un riesgo financiero, pues un acuerdo global para reducir las emisiones de carbono en la cumbre de París del ONU (COP21) en diciembre de 2015, podría dejar algunas reservas de combustibles fósiles sin quemar y sin ningún valor.
Este solo es uno de los muchos hechos que, en torno a las desinversiones en materiales fósiles, van ocurriendo en todo el mundo, pero muy significativo. Todo ello nos indica que los capitales y los fondos están comenzando a retirarse de los mercados del carbono fósil, abriendo la puerta a las inversiones en las tecnologías para la captación de los flujos biosféricos y litosféricos, que van configurando los sistemas energéticos libres de fuego, que nos permitirán ir entrando en la Era de los Flujos. Así, se llegará a construir una sociedad que base todas sus actividades en la obtención de energía utilizable a partir de la captación y transformación de la energía contenida en los flujos biosféricos y litosférics de nuestro Planeta. Y lo haga al 100%.
Pero, ¿cuál es el nivel de inversiones necesario en tecnologías renovables limpias para tener una gran probabilidad de mantener el calentamiento global dentro del 2°C? Según el think tank de inversión estadounidense Ceres en un estudio liderado por Mark Fulton (asesor del Carbon Tracker), se necesitaría un nivel de inversión del orden de un billón de dólares anualmente, una cifra cuatro veces superior al nivel de inversión actual: 270 mil millones, en 2014. Ceres llama esta cifra con el nombre del billón neto (clear trillion).
La Era del Fuego, la era de la quema de materiales fósiles, probablemente llegará a su fin, no tanto porque las sociedades dejen de tener a su disposición materiales fósiles para ser quemados, sino por las limitaciones ecológicas de nuestro planeta, ya que las sociedades humanas que lo habitamos, no podemos permitirnos que vaya a parar a la atmósfera todo el carbono que hace millones de años fue acumulado en el subsuelo, lo que hizo posible la eclosión de la vida en la Tierra.