La calefacción y la refrigeración representan casi la mitad del consumo mundial de energía. Sin embargo, al depender mayoritariamente de los combustibles fósiles, contribuyen en gran medida a las emisiones de gases de efecto invernadero y a la contaminación atmosférica. Además, alrededor de 2.800 millones de personas siguen dependiendo de la madera, el carbón, el estiércol animal y otros combustibles ineficientes y contaminantes para cocinar, lo que perjudica la salud de las personas, daña el medio ambiente y reduce el bienestar social.
Los autores del informe indican que la pandemia del Covid-19 ha reducido, además, la demanda de servicios de calefacción y refrigeración basados en energías renovables. La crisis sanitaria y económica también ha empeorado las condiciones de acceso a la energía en muchos países en desarrollo, añaden, por lo que consideran que "adoptar paquetes de políticas agresivas y amplias que eliminen gradualmente el uso de combustibles fósiles y den prioridad a la energía renovable y la eficiencia" es imprescindible.
El estudio de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Red de energía renovable para el siglo XXI (REN21) es continuación de otro inicial realizado en 2018 y explica que el paso a la calefacción y la refrigeración basadas en renovables podría seguir varias vías posibles, dependiendo de la demanda de energía, la disponibilidad de recursos y las necesidades y prioridades de cada país o región. Entre las opciones más amplias figuran la electrificación con energía renovable, los gases de base renovable (incluido el hidrógeno verde), el uso sostenible de la bioenergía y el uso directo del calor solar y geotérmico
Para realizar esta trasición, añaden, es necesario contar una infraestructura propicia, como redes de gas y de calefacción y refrigeración urbanas; atraer la inversión necesaria; y políticas propicias. "El marco normativo puede demostrar el compromiso de un país con la transición energética, igualar el terreno de juego con los combustibles fósiles y crear las condiciones propicias necesarias para atraer inversiones", se subraya en el documento.
Pasos a dar
En línea con ello, el estudio identifica los obstáculos existentes a día de hoy y realiza una serie de recomendaciones para superarlos:
• Establecer objetivos específicos y desarrollar un plan integrado a largo plazo para la descarbonización de la calefacción y la refrigeración en todos los usos finales, incluidos los edificios, la industria y el cocinado de alimentos, y los usos productivos en zonas con acceso limitado a la energía.
• Crear condiciones equitativas mediante la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles y la introducción de otras políticas fiscales para internalizar los costos ambientales y socioeconómicos.
• Combinar la electrificación de la calefacción y la refrigeración con una generación de energía renovable cada vez más competitiva en cuanto a costos, aumentar el uso de la energía solar y eólica, e impulsar la flexibilidad del sistema mediante el almacenamiento de energía, las bombas de calor y los aparatos eléctricos eficientes.
• Aprovechar las redes de gas existentes para dar cabida a los gases renovables, como el biogás y el hidrógeno verde.
• Desarrollar normas, políticas de certificación y pruebas para promover el uso sostenible de la biomasa, combinando sistemas eficientes y soluciones de bioenergía como los pellets, las briquetas, el bioetanol o la digestión anaeróbica.
• Reducir los riesgos de inversión para la exploración geotérmica y aumentar el uso directo del calor geotérmico.
• Mejorar las redes de calefacción y refrigeración de los distritos mediante medidas de eficiencia energética y la integración de la energía solar térmica de baja temperatura, la geotérmica y otras fuentes de calor de base renovable.
• Apoyar la cocción limpia e introducir el secado de alimentos basado en fuentes renovables en zonas que carecen de acceso a la energía, con una combinación de mecanismos de financiación, creación de capacidad y normas de calidad destinadas a mejorar los medios de vida y maximizar los beneficios socioeconómicos.
Hasta ahora, los responsables de las políticas han prestado una atención limitada a la transición de la calefacción y la refrigeración. A finales de 2019, sólo 49 países -en su mayoría de la Unión Europea- tenían objetivos nacionales para la calefacción y la refrigeración renovables, en contraste con 166 que tenían objetivos para la generación de energía renovable.