El Día Mundial del Medio Ambiente se organiza cada año en torno a un tema. "El de 2017 se centra -informa la ONU- en la conexión de las personas con la naturaleza, y nos anima a que salgamos al aire libre y nos adentremos en la naturaleza para apreciar su belleza y reflexionar acerca de cómo somos parte integrante y lo mucho que de ella dependemos". Según Naciones Unidas, "miles de millones de habitantes de zonas rurales de todo el mundo pasan su jornada diaria en conexión con la naturaleza y son plenamente conscientes de que dependen del suministro de agua natural y de que la naturaleza les provea de su modo de subsistencia gracias a la fertilidad del suelo". Pues bien -continúa la ONU, estas personas son las que primero sufren las amenazas que los ecosistemas afrontan, ya se trate de la contaminación, del cambio climático o de la sobreexplotación.
Por lo general, es difícil asignar un valor monetario a los dones de la naturaleza. Como ocurre con el aire limpio, no suelen ser apreciados hasta que pasan a ser un bien escaso. No obstante, los economistas están desarrollando maneras de medir el valor multimillonario de los denominados "servicios de los ecosistemas", que abarcan desde la actividad de los insectos cuando polinizan los árboles frutales, hasta los beneficios espirituales, para la salud o recreativos que aporta practicar senderismo. Cada año, la ONU elige un país como anfitrión de la fiesta del medio ambiente. Este año el país elegido ha sido Canadá, una enorme nación del norte de América que solo cuenta 36 millones de habitantes y que goza de un variado patrimonio natural.
En la imagen, vistas del lago Bunyonyi desde la cima de una colina cercana (Kabale, Uganda, 2016). Fuente: ONU