El ahorro de energía se ha colado en el léxico coloquial y de la calle en los últimos meses, y más ahora a las puertas de un invierno etiquetado ya como "muy duro". Pues bien, cada 21 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro de Energía y, a pesar de que dicha concienciación está calando cada vez más en unos, y ya había calado hace algo más en otros, es importante señalar o recordar la necesidad de ahorrar energía. Ahora, en estos momentos de crisis energética, pero también siempre, cuando los números son verdes y todo es abundancia y confort. Porque ahorrar energía es, en su término más absoluto, ayudar a frenar el cambio climático, y eso es fundamental ahora y siempre.
"Un consumo eficiente y responsable conlleva ahorro en la factura personal, pero también ahorro en la factura que el país ha de pagar por importar energía", señala el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Este consumo no implica un cambio de hábitos en nuestra vida cotidiana; tan sólo hacen falta pequeños en el hogar, en el trabajo o en el transporte con los que evitar un uso innecesario de la energía. Persiguiendo este objetivo, este Organismo público cuenta desde 2011 con una plataforma de formación online que nos enseña mediante cursos sencillos y gratuitos una serie de consejos intuitivos con los que se pretende impulsar la concienciación, colaboración activa y adquisición de buenos hábitos por parte de todos.
'Aprende cómo ahorrar energía' cuenta con el acceso al aula digital a través de Internet, con cursos totalmente gratuitos sobre siete acciones: ahorra energía mientras trabajas; ahorra energía con tus electrodomésticos; uso eficiente del coche; tu vivienda: instalaciones individuales de calefacción y agua caliente sanitaria; comunidades de vecinos: instalaciones centralizadas de calefacción y agua caliente sanitaria; certificación de eficiencia energética de edificios existentes: Curso para usuarios; y certificación de eficiencia energética de edificios existentes: Curso para Agentes Inmobiliarios. Aunque la duración de cada curso se estima en 2 horas, no hay tiempo límite para acabarlo, es decir, cada usuario puede gestionar su propio tiempo.
Pautas y claves que se suman a las más comunes como el aprovechamiento de la luz natural, la sustitución de bombillas incandescentes por bombillas de bajo consumo (LED), bajar toldos, cerrar persianas o correr cortinas para reducir el calentamiento de sus viviendas en verano, o reducir los tiempos de ventilación del hogar para evitar pérdidas de calor en invierno. Desde el IDAE señalan que "la mayor sensibilización afecta al cambio de comportamiento en el hogar, vehículo y puesto de trabajo. Este cambio de comportamiento induce a un ahorro estimado del 5%".
Otras curiosidades
• Un ordenador portátil consume un 50% menos que uno de sobremesa.
• La energía que producen las pilas es 600 veces más cara que la de la red.
• Uno de los electrodomésticos que más consume en el hogar es el frigorífico (representa un 18 % del consumo eléctrico total), seguido del televisor y la lavadora.
• El consumo de energía, para prestaciones similares, puede llegar a ser casi tres veces mayor en los electrodomésticos de la clase G que en los de clase A.
• Entre el 25% y el 30% de nuestras necesidades de calefacción son debidas a las pérdidas de calor que se originan en las ventanas.
• Por cada grado que aumentemos la temperatura de la calefacción, se incrementa el consumo de energía aproximadamente en un 7%.
• Un aumento de la velocidad de 120 a 140 km/h supondrá un incremento del consumo del 24,8% en un coche diésel y de un 35% en uno de gasolina.
El etiquetado energético
Desde el 1 de agosto de 2017 está en vigor el Reglamento europeo que afecta a la clasificación del etiquetado energético de los aparatos consumidores de energía (PUEs). Dicho reglamento clasifica los aparatos con la escala de la A (los más eficientes) a la G (los menos eficientes), pero prescinde de la distinción del +, ++, o +++ que identificaba el menor o mayor grado de eficiencia de la categoría superior; es decir, de la A. Es decir, el etiquetado refleja siete clases de eficiencia energética: de la A, la más eficiente, a la G, la menos eficiente. El reglamento también establece que como muy tarde todos los productos que se etiqueten deben contar con la nueva escala antes del 2 de agosto de 2030.