Las fotos muestran con una paleta de colores (de amarillos a morados) las diferencias de temperatura en la superficie de los edificios (en grados centígrados), lo que permite identificar aquellos puntos cuyo deficiente aislamiento permiten pérdidas de calor. "De manera generalizada -explican los autores del informe- se observan fugas de calor por defectos de aislamiento en paredes (llegandose a ver los radiadores), fugas de aire por ventanas, fugas de calor por el forjado estructural del edificio y encuentro de fachadas o esquinas, etcétera". También se aprecian -añaden- importantes pérdidas de energía "por los puentes térmicos (lugar por el que se pierde calor por contacto entre materiales conductores, por no tener aislamiento o estar mal aislados)". Según el mismísimo Instituto Nacional de Estadística -recuerdan desde Greenpeace- la ineficiencia energética afecta al 95% de los hogares españoles.
[Bajo estas líneas, a la derecha, edificio de los años 80, de una hoja de ladrillo y sin aislamiento (Barajas, Madrid). "Hay una pérdida de energía evidente -explican los autores del informe-. Se ve el radiador bajo la ventana, con alta temperatura superficial". El calor se escapa pues por la pared, que está mal aislada. Hay una diferencia de más de siete grados centígrados (7,2ºC, concretamente) entre la parte de la pared, bajo la ventana, tras la cual está el radiador, y el punto -triángulo negro- que se encuentra a su izquierda, en mitad de la pared, "cuando lo ideal es que no hubiera diferencia (total aislamiento)"].
Según la oenegé ecologista, esta situación -de fugas de calor- es generalizada "para edificios de años 70-80-90 y modernos", y sucede tanto en barrios de rentas bajas como media-alta, "lo que confirma que apenas un 4% del total del parque de vivienda contiene criterios de eficiencia energética en su construcción (INE, Censo de Población y Vivienda, 2023)". El resultado inmediato de esa ineficiencia es el aumento de las facturas y las emisiones de gases de efecto invernadero: "las facturas de luz y gas siguen subiendo para la ciudadanía, mientras generan beneficios extraordinarios a energéticas y empeora el cambio climático", denuncia el informe.
El resultado general es que la pobreza energética en nuestro país -explica Greenpeace- no solo sigue en aumento, sino que ya afecta, "al menos, a uno de cada cinco hogares". Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2023), el 21% de la población se encuentra en esta situación, duplicando la media europea del 10,6% (Eurostat, 2023). La situación -recalcan los ecologistas- es "aún más grave" en los hogares en régimen de alquiler.
José Luis García, responsable del área de Clima, Energía y Movilidad de Greenpeace España: “la pobreza energética afecta especialmente a quienes no pueden pagar las facturas de luz o gas, pero el empobrecimiento energético es generalizado en una población víctima del oligopolio energético que tiene que pagar mucho más de lo que debería por mantener la temperatura de su hogar, aunque no lo sepan. Es un problema que se agudiza porque de forma general nuestras casas derrochan energía de manera innecesaria”
El informe contextualiza además la pobreza. El precio del gas -destaca- se ha incrementado en más de sesenta puntos en el último año (+61,7%). Y el precio de la electricidad, también (+54% en diciembre de 2024, respecto al mismo mes del año anterior; +30% en enero de 2025, respecto a enero del 24). Según Greenpeace, este incremento de precios ha venido motivado "fundamentalmente" por los conflictos geopolíticos "y las tácticas especulativas de las empresas de combustibles fósiles". Simultáneamente -destaca el informe-, las empresas energéticas que operan en España (Greenpeace señala a Repsol, Naturgy, Endesa e Iberdrola) "están en niveles de récord histórico en sus beneficios y distribución de dividendos".
[Bajo estas líneas, a la derecha, edificio moderno (años 2005-2010 aproximadamente). En Alcobendas, Madrid. Fachada de ladrillo con doble hoja y aislamiento por el interior. "Se aprecia claramente -explican los autores del informe- el forjado (horizontales amarillas) y encuentro de fachada (vertical amarilla) como puente térmico con alta temperatura superficial, en contraste con el resto de la fachada (morado)"].
María Prado, coordinadora de la campaña de energía de Greenpeace: “la mejor forma de luchar contra este empobrecimiento generalizado es exigir la mejora del aislamiento de nuestras casas y sustituir el gas por soluciones renovables y eficientes que ahorran dinero, nos protegen mejor del frío y nos ayudan a luchar contra el cambio climático. El Gobierno debe dejar de financiar a los combustibles fósiles que causan esta crisis social y ambiental y poner el dinero al servicio de las soluciones que benefician a todas las personas”
Frente a todo ello, y en el marco de la Semana Europea de la Pobreza Energética, Greenpeace reclama la implementación de "medidas paliativas para el corto plazo que garanticen un acceso a servicios básicos energéticos", que deben ser puestas en marcha junto a medidas estructurales que resuelvan esta "crisis energética permanente de la vivienda", rompiendo la cadena de su dependencia del gas.
Para ello, la organización demanda una "urgente intervención pública en la rehabilitación energética del parque de vivienda" reorientando las actuales subvenciones del sector de los combustibles fósiles hacia "una verdadera transición verde sin dejar a nadie atrás".
El objetivo -concluye el informe- debe ser "que todos los hogares dispongan de las condiciones adecuadas de confort térmico, mediante rehabilitación con aislamiento, bomba de calor y autoconsumo solar, priorizando a los colectivos más vulnerables".
[Pie de la foto principal. Edificio de Valladolid. Construcción aproximada: 2010. Presencia de puentes térmicos en fachada (cuadrícula amarillenta de forjado), y pérdidas de calor por ventanas. Fuente: Greenpeace]