Entre otras medidas, el Consejo ha decidido mantener la cuota de renovables en un 27% en 2030, frente al 35% que habían acordado los diferentes eurogrupos parlamentarios en la Comisión de Energía del Parlamento Europeo, ambos muy lejos del aporte necesario para hacer frente al desafío del cambio climático. El actual objetivo supone no solo un estancamiento sino también un retroceso (pasar de un 6 a un 20% de penetración de renovables en el periodo 2007-2020, frente al incremento solo de 7 puntos para la próxima década).
“Conviene recordar que la Comisión ya advertía de que este 7% de aumento se produciría de forma automática, por la inercia del mercado, sin necesidad de medida alguna de promoción renovable, por lo que parece evidente que bajo ese pírrico escenario, no se estaría tomando medida real alguna”, explica la Fundación.
En cuanto al transporte, el apoyo al biodiésel de primera generación “supone en la práctica mantener un apoyo directo al motor diésel y al sector petrolero, favoreciendo un modelo a todas luces insostenible”. Hay que tener en cuenta que el biodiésel de primera generación puede tener una “incidencia importante en el incremento de la frontera agrícola, en la deforestación y en la alteración de la jerarquía alimentaria”.
La Fundación Renovables cree que “el Consejo cede a las presiones de las grandes corporaciones eléctricas” y mantiene hasta 2030 las subvenciones a las centrales de generación que empleen combustibles fósiles como mecanismos de respaldo.
Para la Fundación, esta decisión pone una vez más de manifiesto que el problema de la transición energética no es ni tecnológico, ni de competitividad social sino de voluntad política para luchar decididamente contra el cambio climático. El Consejo de Ministros ha dado la espalda a los ciudadanos europeos alejándose de lo aprobado por el propio Parlamento Europeo.
“Lamentamos que los ministros de Energía europeos sean también menos ambiciosos que la Comisión en cuanto a los mecanismos para democratizar la energía, como es el caso del autoconsumo, que concede protagonismo a los hogares, cooperativas y municipios en el establecimiento de un nuevo modelo energético, absolutamente necesario en el escenario actual de cambio climático.
Así mismo, la Fundación considera “inadmisible el papel de España y del ministro de Energía, Álvaro Nadal, que una vez más ha querido liderar las posiciones más conservadoras manteniendo su bloqueo a las renovables y protegiendo los intereses del sector energético tradicional”.
Por último, la Fundación insiste en que, aunque el resultado del Consejo ha sido “penoso”, la decisión final no está tomada, ni por el Consejo ni por el Parlamento, ni mucho menos por el triálogo. Por ello exige “responsabilidad a todas las partes en la inminente negociación a tres bandas” para que cambien radicalmente los planteamientos con el fin de lograr un impulso mínimamente eficaz de la normativa europea a la necesaria transición energética.