javier garcía breva

Europeísmo o populismo

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El crecimiento de la economía española en 2022 y 2023 no se explica sin el mayor gasto público por la gestión de la pandemia y la crisis energética. Según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), entre 2019 y 2022 el gasto en sanidad aumentó en 11.000 millones de euros y en educación 4.000 millones más. Ese gasto se ha consolidado en las cuentas públicas por incrementos de plantilla y subidas salariales. Airef espera que se estabilice hasta 2026 como gasto estructural, sin asociarse a la financiación autonómica.
Europeísmo o populismo
Wopke Hoekstra puede convertirse en el nuevo comisario europeo de Cambio Climático

Los 55.000 millones de euros de aumento del gasto público en 2020 también se han consolidado en 2021 y 2022 con políticas redistributivas dirigidas a la población y sectores económicos afectados por la pandemia y la inflación por los precios de la energía. El gasto público está detrás de los buenos datos de 2023 en crecimiento, empleo, inflación, precios de la luz y márgenes empresariales que desmienten las “fake news” de la oposición a Pedro Sánchez que anticiparon la quiebra de España. La salida a las sucesivas crisis desde 2020 nada tiene que ver con los recortes, empobrecimiento y desigualdad aplicados en la pasada década. Entonces condujo a la recesión y ahora se ha evitado.

Dos hitos de la Unión Europea que no se repetirán
La gestión de la pandemia y de la crisis energética no hubiera sido posible sin dos medidas históricas de la Unión Europea. La primera, la suspensión de las reglas fiscales del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) sobre déficit, deuda e inflación, auténtica camisa de fuerza impuesta por Alemania, Países Bajos, el Bundesbank y el Banco Central Europeo para castigar a la Europa del sur en 2008. La segunda, el fondo NextGenerationEU de 750.000 millones de euros para la recuperación de la economía a través de deuda garantizada por los veintisiete Estados miembros. Los 140.000 millones asignados a España es más que los fondos europeos obtenidos por los gobiernos anteriores.

Frente a la salida europeísta de la crisis del Covid, el Partido Popular Europeo (PPE) y los partidos de extrema derecha coinciden para las elecciones europeas de 2024 en un mismo programa neoliberal que retorna al PEC y la austeridad, no más iniciativas de mutualización de deuda, negacionismo climático y primacía de las normas nacionales sobre las europeas. Una salida populista que cuenta con los “halcones” del Banco Central Europeo (BCE) para recortar el gasto público.

¿Qué pasará en 2024 si vuelven las mismas reglas fiscales de 2008, se retiran las medidas contra la inflación y los altos precios de la energía y se recorta el gasto y la inversión pública? Es necesario comparar las políticas que se adoptaron frente a la recesión de 2008 cuyas consecuencias aún perduran, como la desigualdad que alimentó a la extrema derecha y el antieuropeismo, y cómo se han gestionado la pandemia y los impactos de la invasión rusa de Ucrania a través del fortalecimiento de los vínculos entre todos los países y la prevalencia de las normas y valores europeos.

Si la derecha en España ha asumido la ideología de la extrema derecha en sus coaliciones de gobierno, en Europa se cierne la misma amenaza con la alianza del PPE con los partidos de extrema derecha del grupo Conservadores y Reformistas Europeos después de las elecciones de 2024. Los negacionistas de la violencia de género, del cambio climático y xenófobos que consideran la Unión Europea un proyecto fallido a disolver pueden terminar con cualquier posibilidad de liderazgo europeo.

Si el cambio climático desapareció del debate electoral en España, no puede ocurrir lo mismo en el debate europeo porque los costes serán incalculables, en la misma proporción que los beneficios indebidos de las grandes corporaciones. Basta comparar la gestión de la crisis de la gran recesión de 2008 con la de 2020 de la pandemia y la de los precios del gas en 2022 para saber qué pasará si triunfan las políticas neoliberales-populistas o triunfa el europeísmo.

El zorro y las gallinas
El nombramiento propuesto por el BCE de la vicepresidenta del Bundesbank, Claudia Buch, como nueva supervisora bancaria de la zona euro es una advertencia de cómo un organismo fuera de control y tan poco democrático como el BCE puede imponer sus decisiones al Parlamento Europeo y, lo que es peor, la ideología neoliberal de sus “halcones”.

La propuesta de Christine Lagarde está en consonancia con la de Úrsula von der Leyen para nombrar nuevo Comisario de Cambio Climático, en sustitución de Frans Timmermans, al exministro de finanzas de Países Bajos, el democristiano Wopke Hoekstra, que se opuso a las ayudas a los países del sur de Europa en 2020 mientras defendía las inversiones en gas y petróleo y los negocios en paraísos fiscales. Si el Parlamento Europeo no lo evita, el PPE seguirá encajando las piezas para repetir el austericidio de 2008 y retardar oficialmente la lucha contra el cambio climático, como pide el lobby petrolero y gasista.

Volver a las reglas fiscales del PEC pone en riesgo la financiación de los objetivos europeos de energía y clima. No habrá recursos suficientes para la inversión tecnológica e industrial que necesita la transición energética. El principio de neutralidad tecnológica convertirá la taxonomía sobre inversiones sostenibles y las directivas del paquete “Fit for 55” en el agujero negro por el que los combustibles fósiles perdurarán más allá de 2050. El liderazgo de la Unión Europea en la COP 28, representado por Hoekstra, puede ser más patético que el de las últimas cumbres del clima en las que destacó por la ambigüedad sobre el uso del gas fósil y la energía nuclear.

Si Bruselas ha puesto al zorro a vigilar el gallinero, el BCE alienta la recesión porque no hay nadie capaz de cambiar la regla del 2% de inflación y el populismo cerca al Parlamento Europeo, la emergencia climática no pasará de un titular hipócrita en una Europa cada vez más paralizada por los nacionalismos y las desigualdades.

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