El IV Congreso Nacional de Energías Renovables, que comenzó ayer y concluye hoy, ha cubierto aforo (con todas las medidas de seguridad perfectamente implementadas y 300 profesionales conectados telemáticamente) y ha supuesto el debut del actual presidente de la Asociación, Santiago Gómez, como primer espada de la gran patronal del sector de las energías renovables de España. Gómez ha comenzado repasando los números clave del sector, ha reconocido que en la actual coyuntura de recuperación “el foco está puesto sobre nosotros; eso es lo que llevamos muchos años esperando y por fin es una realidad”, y ha dejado sobre el atril media docena de mensajes muy concretos. ¿Por ejemplo? Los años 2019 y 2020 han sido muy buenos para el sector no solo porque se han materializado los proyectos que salieron de las subastas de 2016 y 2017 sino también -ha dicho el presidente de APPA- por “la liberación de muchos proyectos que estaban aparcados esperando tener la más mínima señal regulatoria que les incentivase a volver a activarse”. ¿Más ejemplos? “A lo largo de muchos años en APPA hemos tenido que defender las renovables de ataques muy duros de compañías que veían casi mejor que nosotros mismos en qué se iban a convertir estas energías a las que a veces llamaban alternativas”.
¿Otro? [En alusión a la fotovoltaica, a la que no ha mencionado explícitamente] “Cuando hoy algunas tecnologías específicas piden subastas tecnológicamente neutras parecen olvidar que si esa hubiese sido la política jamás hubieran alcanzado la competitividad d que hoy disfrutan”.
¿Otro? El Gobierno, a pesar de la crisis, "ha realizado un trabajo extraordinario hasta ahora para dotar de seguridad jurídica a los proyectos en funcionamiento o para poner los cimientos de todo aquello que está por venir: la hibridación, el almacenamiento, el hidrógeno”
Extractamos a continuación el discurso de Santiago Gómez, presidente de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA)
«Este es un gran momento para el sector. En 2019 se instalaron 7.051 megavatios en España. Las renovables en ese año aportaron al PIB 12.540 millones de euros y suponen ya más del uno por ciento de nuestra economía.
Esos datos estuvieron muy influenciados por las subastas de 2016 y 2017 pero también por la liberación de muchos proyectos que estaban aparcados esperando tener la más mínima señal regulatoria que les incentivase a volver a activarse y a iniciar su desarrollo y construcción.
El año pasado también tuvo números espectaculares a escala global. Se instalaron 176 gigavatios, el 72% de toda la potencia instalada en el mundo. Ese crecimiento estuvo liderado por las tecnologías más maduras, que ya han recorrido su curva de aprendizaje [eólica y fotovoltaica], y que supusieron el 90% de esta potencia.
Está bien que demos estas cifras, que nos hablan de un sector en crecimiento, imparable. Y está mejor aún hacerlo con la perspectiva que nos da el haber estado 33 años en el sector de las renovables.
A lo largo de muchos años en APPA hemos tenido que defender las renovables, defenderlas de ataques muy duros de compañías que veían casi mejor que nosotros mismos en qué se iban a convertir estas energías a las que a veces llamaban alternativas. El estudio macro de APPA estuvo ahí para contraponer los beneficios a los costes. Y está bien que lo recordemos para no caer en errores del pasado.
Cuando hoy algunas tecnologías específicas piden subastas tecnológicamente neutras parecen olvidar que si esa hubiese sido la política jamás hubieran alcanzado la competitividad d que hoy disfrutan.
En esta asociación, en la que aglutinamos todas las tecnologías, siempre hemos defendido la complementariedad de todas ellas y la fortaleza de cada una de las tecnologías renovables. Unas aportan precio, aportan competitividad; otras aportan mayor firmeza, mayor volumen; algunas, servicios de regulación. En general, todas ellas aportan desarrollo en el territorio donde se asientan y, en general, la posibilidad de tener un tejido industrial vinculado al desarrollo de estas tecnologías.
Cuando el año pasado se anunció el Pacto Verde Europeo aún existían voces que vinculaban la cercanía en el tiempo de la CoP25 y que relacionaban el impulso a las renovables con este Pacto Verde con la defensa medioambiental, ignorando la competitividad económica, el potencial de creación de empleo y la oportunidad que supone para la generación de riqueza en Europa.
Un año después, tras la crisis económica y sanitaria originada por el Covid, muchos de los que entonces solo veían el carácter medioambiental que siempre ha existido, ya identificaban correctamente las energías limpias como un motor de crecimiento económico y un pilar fundamental para recuperarnos de este duro golpe.
El foco está puesto sobre nosotros.
Eso es lo que llevamos muchos años esperando y por fin es una realidad. No hay que convencer ya a nadie de las bondades de las energías renovables. Todos saben que son el camino. Incluso aquellos que hace escasos años las atacaban, hoy las llevan en sus planes de negocio y sus planes de inversiones, incluso hacen publicidad con ellas. Si nos lo hubieran dicho hace tan solo un lustro, no lo hubiéramos creído.
Pero estar bajo el foco nos obliga a un nivel de exigencia mayor.
Debemos velar por que se cumplan las mejores prácticas y por que cuando recorramos el camino hacia un sistema energético más sostenible lo hagamos de la forma más eficiente y óptima para el desarrollo económico y social de nuestro país, debemos velar por que al realizar las subastas se reconozca a los proyectos reales de empresas que sean realmente desarrolladoras, con un interés verdadero en ejecutar las instalaciones, por que los derechos de acceso a red tengan una finalidad clara, y por que realicemos las inversiones de forma inteligente.
Los fondos de recuperación son una oportunidad para reformar nuestro tejido empresarial e impulsar la industrialización.
Los casos de éxito de la eólica o la fotovoltaica. En el caso de la eólica estamos en el top 10 de países que más empleo generan, o en el caso del autoconsumo. Hay regiones, como Extremadura, que han multiplicado por seis las instalaciones de autoconsumo, y son ejemplos de lo que está por venir.
Los objetivos a 2030 son muy ambiciosos y está en nuestra mano aprovecharlos bien. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima nos habla de que las renovables aportarán un 74% de energía eléctrica y un 42% de nuestra energía en 2030. Y estamos en 2020.
Tenemos ya menos de diez años para cambiar nuestro modelo energético de una forma nunca antes vista. El reto es enorme. Para conseguir alcanzar estas cifras, nuestras miras deben ir más allá de lo que conocemos hasta ahora. Una mayor integración de la generación eléctrica renovable requerirá el desarrollo ordenado de las redes, de una mayor digitalización del sistema eléctrico. La hibridación de distintas tecnologías renovables, el almacenamiento y la correcta gestión de todo ello serán piezas clave para avanzar a la velocidad que este reto nos requiere.
Y será necesaria una mayor electrificación. Pues está comprobado que la electricidad como vector energético permite una mayor y más rápida integración renovable. Pero solo a través de los usos térmicos y del transporte, los grandes sectores difusos, llegaremos a las metas marcadas de energías renovables.
Nuestra dependencia energética sigue siendo abrumadora, a pesar de los buenos datos renovables. El 73% de nuestra energía primaria sigue siendo de origen fósil. Y no es necesario destacar cuál es el grado de autoabastecimiento que nuestro país tiene de estas energías, además del impacto ambiental que suponen.
Si deseamos triunfar ante el reto que tenemos por delante, el mayor reto del sistema energético en toda su historia, es imperativo que tomemos medidas ya. El esfuerzo regulador del gobierno, que, a pesar de la crisis, ha realizado un trabajo extraordinario hasta ahora para dotar de seguridad jurídica a los proyectos en funcionamiento o para poner los cimientos de todo aquello que está por venir -la hibridación, el almacenamiento, el hidrógeno- ha estado a la altura de este reto.
Ahora es necesario que todos -sociedad, empresa, administraciones públicas- avancemos decididos para recorrer el camino de la transición energética. En ese esfuerzo siempre nos tendréis a vuestro lado brindando el mismo apoyo que venimos brindando desde hace 33 años.
Para afrontar esta nueva era, estos nuevos retos, desde la Asociación estamos totalmente preparados para ello y, como parte de ello, hemos cambiado nuestro logo. Hemos cambiado nuestras tradicionales mayúsculas de APPA Renovables por un nuevo logo en el que aparecen los colores de las renovables: el verde, de la bioenergía; el amarillo, del Sol; y el azul, del mar, la hidráulica y la eólica, que se entrelazan sin llegar a tocarse para dar forma a una imagen completa.
Esa es nuestra visión del futuro energético y lo que nos ha impulsado a lo largo de este tiempo: la certeza de que las distintas tecnologías son necesarias y complementarias entre sí, la certeza de que los profesionales que hoy nos reunimos aquí, bien en este salón, bien en remoto, formamos parte de un todo mucho más grande que la suma de todos nuestros esfuerzos. Muchas gracias a todos y bienvenidos al Congreso de las Energías Renovables 2020»