Los precios de los metales industriales ya han registrado un importante repunte pospandémico. Por ejemplo -explican desde el FMI-, el precio del litio, que se usa para las baterías de los vehículos eléctricos, podría subir de su nivel de 2020 de aproximadamente 6.000 dólares por tonelada métrica a alrededor de 15.000 a finales de esta década, y permanecer en niveles elevados durante la mayor parte de la década de 2030, mientras que los precios del cobalto y el níquel también registrarían -siempre según el FMI- alzas similares en los próximos años. La escalada de la demanda de esos minerales -fundamentales para la transición energética- parece fuera de toda duda. Según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, el consumo de litio y cobalto tiene que aumentar más de seis veces para cubrir las necesidades de las baterías y otros usos de energía limpia; el uso del cobre se duplicaría y el del níquel se cuadruplicaría.
En el otro plato de la balanza, en el de la oferta, la velocidad de crucero es distinta. Según el Fondo Monetario Internacional, "la oferta tiende a reaccionar de forma lenta a las señales de precios, lo cual en parte depende de la producción". El cobre, el níquel y el cobalto se extraen de minas -explican desde el FMI- mediante procesos que requieren fuertes inversiones de capital y que, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), "tardan en promedio más de una década en pasar del descubrimiento a la producción". Las mismas fuentes reducen a la mitad (cinco años) el lapso para el litio. Los procesos pueden acelerarse si la tecnología evoluciona positivamente, pero, en todo caso, si la minería tuviera que satisfacer el consumo en el escenario de cero emisiones netas de la AIE, los precios -señala un informe técnico del FMI- podrían alcanzar máximos históricos durante un largo lapso. Como se apunta más arriba: el litio podría subir hasta los 15.000 euros de aquí a finales de esta década y mantenerse en niveles muy elevados durante los años treinta.
El caso del cobre es algo distinto. Según el FMI, su demanda no va a aumentar tan bruscamente; y su precio alcanzará precios máximos, por encima de los que alcanzaron en 2011, que permanecerán vigentes durante un período más largo que entonces, pero no extraordinariamente más elevados.
Concentración
Otro de los factores que analiza el Fondo Monetario Internacional es la concentración de la oferta de metales. En general -apuntan desde el Fondo Monetario Internacional-, los países que son los mayores productores poseen las mayores reservas. La República Democrática del Congo, por ejemplo, representa alrededor del 70% de la producción mundial de cobalto y la mitad de las reservas. Otros casos destacables son Australia, por su litio, cobalto y níquel; Chile, por el cobre y el litio; Perú, Rusia, Indonesia y Suráfrica. Así -vaticina el FMI-, unos precios elevados duraderos añadirían "unos dos tercios de punto porcentual al ritmo de crecimiento económico que experimentan los países exportadores de metales en comparación con los importadores".
Incertidumbres
Los analistas del Fondo Monetario Internacional también señalan las incertidumbres a las que se enfrenta el mercado de los metales de la transición energética. El FMI destaca dos: la evolución tecnológica, que puede ser más rápida o más lenta; y las decisiones políticas, que pueden acelerar o ralentizar la transición energética. Como en cualquier otro sector, las incertidumbres frenarían la inversión (el capital es conservador) y podrían ralentizar el cambio de paradigma energético. En ese sentido, el Fondo sostiene que para eliminar incertidumbres son necesarias políticas climáticas creíbles y coordinadas a escala mundial; estrictas normas ambientales, sociales, laborales y de gestión de gobierno; y una reducción de las barreras comerciales y las restricciones a las exportaciones. Además, el Fondo Monetario Internacional propone la creación de un organismo internacional con un mandato referido a los metales (análogo a la Agencia Internacional de la Energía o a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que podría cumplir -sostiene- las tareas esenciales de divulgar datos y análisis, fijar normas para el sector y promover la cooperación mundial. Más información, en IFM Working Paper «Energy Transition Metals», de Lukas Boer, Andrea Pescatori, y Martin Stuermer