Energía en el campo

En muchos países del llamado primer mundo, los agricultores ya no se dedican exclusivamente a producir alimentos, sino que están convirtiendo sus granjas en generadores de energía renovable, instalando grandes generadores eólicos y cultivando oleaginosas para la producción de biodiésel. Debido al fuerte incremento de precio que han sufrido las energías convencionales en los últimos tiempos, especialmente el petróleo y el gas natural, es un negocio cada vez más interesante. Además, dichos países se comprometieron mediante el "Protocolo de Kioto", que entró en vigencia el año pasado, a reducir a mediano plazo sus emisiones de gases a efecto invernadero causando cambios climáticos a nivel mundial.

Esta meta la podrán lograr por un lado, a través de la sustitución de petróleo por energías renovables; pero también, comprando certificados de reducción de emisiones de gases a efecto invernadero de países en desarrollo en el marco del llamado "Mecanismo de Desarrollo Limpio" (MDL) establecido en el Protocolo de Kioto.
Paraguay es un importante productor de energía eléctrica mediante sus 2 grandes centrales hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá. Desgraciadamente, nuestro país está privado de gran parte de los beneficios económicos que le corresponderían debido a los tratados injustos que ha firmado hace más de 30 años, con sus países vecinos Brasil y Argentina y que el actual Gobierno nacional aparentemente no tiene mucho interés en renegociar.

Sin embargo, el futuro energético ya no dependerá de las grandes instalaciones centralizadas, sino más bien en una gran cantidad de pequeños productores de energía distribuidos por todo el territorio. Existen en ese sentido importantes posibilidades para el campesinado paraguayo, principalmente en cuanto a producción de biomasa con fines energéticos, como por ejemplo:
– producción de oleaginosas no comestibles para biodiésel (coco, tártago, jatropa).
– producción de caña de azúcar y mandioca para alcohol absoluto (alconafta).
– reforestación con fines energéticos (leña, carbón vegetal).
– producción de biogás mediante estiércol y residuos vegetales en biodigestores.

Organizándose en empresas solidarias, los pequeños productores agrícolas podrían transformar ellos mismos su materia prima en energía comercializable mediante pequeñas plantas procesadoras, que ya están disponibles en el mercado.

Aparte de la producción de bioenergía, existe para el campesinado diferentes posibilidades de aprovechamiento de la energía solar con fines productivos, como por ejemplo:
– para el secado de productos agrícolas (granos, plantas medicinales, frutas etc). Una interesante experiencia está llevando a cabo en este sentido en Caaguazú, la Fundación "Celestina Pérez de Almada".
– el calentamiento de agua, la cocción de alimentos. Una práctica cotidiana en el Centro de Energía Solar (CEDESOL).
– en zonas no electrificadas por la ANDE, la generación de energía eléctrica mediante paneles solares. En nuestro país, un ejemplo está en Bahía Negra con los indígenas Chamacocos donde se instaló la primera aldea solar, con contaminación cero.

Pero el negocio no consiste solamente en la venta de energía renovable, sino también en la expedición de Certificados de Reducción de Emisiones (CRE), que podrán generar un importante ingreso adicional para los productores. En la Secretaría del Ambiente SEAM funciona la oficina encargada de la implementación del MDL en Paraguay, que recibe las solicitudes para la obtención de CRE, los que son negociables internacionalmente a un precio con tendencia alcista.

(*)Jean-Claude Pulfer es el asesor técnico principal en energía solar de la Fundación "Celestina Pérez de Almada". El artículo se ha publicado en la web ABC Digital de Paraguay.

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almada@rieder.net.py

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