Los motivos de la crisis, que parece definitiva, son de índole técnica, económica y medioambiental. Ecologistas en Acción ha señalado que "celebra que este proyecto se acabe pero quiere llamar la atención sobre su historia para que en el futuro los poderes públicos y económicos no atiendan al canto de sirenas de aventuras tecnológicas".
El Premio Nobel Carlo Rubbia recaló en tierras aragonesas para vender un proyecto que él calificaba de "revolucionario" ya que permitiría en un principio producir energía nuclear a bajo precio y con pocos residuos radiactivos. Cuando se demostró que el rendimiento energético teórico de su ingenio era muy bajo, Rubbia vendió su proyecto como un sistema de transmutación de residuos radiactivos de alta actividad que permitiría, hipotéticamente, convertirlos en inocuos.
Además de Ecologistas en Acción, algunas voces académicas sensatas y una comisión poco sospechosa de antinuclear integrada por expertos del Consejo de Seguridad Nuclear y del CIEMAT señalaron las mentiras y problemas que revestían este proyecto. En primer lugar no permitía la reconversión absoluta de los residuos de alta actividad, por lo que no eliminaba la necesidad de buscar un acomodo a estos residuos nucleares. En segundo lugar el precio era, según expertos de EURATOM, de unos 400.000 millones de pesetas, unas veinte veces mayor de lo que Rubbia decía. En tercer lugar el sistema de Rubbia permitiría, de haberse llevado a cabo, la fabricación de material fisible útil para fabricar bombas atómicas, por lo que aumentaría el peligro de proliferación nuclear. En cuarto lugar el Rubbiatrón adolecía de serios problemas técnicos y de seguridad, como la posibilidad de que el plomo, que serviría de refrigerante, reaccionara con el torio, que sería el combustible, y el riesgo de ruptura de la ventana que hacía de interfase entre el tubo del acelerador y el núcleo del Rubbiatrón. Los problemas medioambientales son un quinto aspecto que hacía desaconsejable la construcción del ingenio. Se trataba de un sistema de fisión nuclear especialmente sucio, con un elevado número de neutrones que acabarían por convertir en radiactivos todos los elementos expuestos a su influjo.
Ecologistas en Acción ha asegurado que "los poderes públicos nunca deberían apoyar proyectos sucios con el medio ambiente que, además, están rodeados de tremendas incertidumbres técnicas".
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