Las subastas Cesur (Compra de Energía para el Suministro de Último Recurso) funcionan grosso modo tal y como sigue. La subasta opera sobre un mercado de expectativas, de futuro. Los agentes financieros que participan en la misma –subasteros españoles y extranjeros- adquieren compromisos de compra, o sea, que se comprometen a comprar a un precio determinado una cantidad de electricidad, la que consideran será demandada durante el trimestre siguiente. La electricidad que adquirirán los subasteros se la venderán a continuación a las cinco comercializadoras de último recurso –Iberdrola, Endesa, Hidrocantábrico, Unión Fenosa y E.On-, que son las únicas autorizadas para vender electricidad al consumidor final a Tarifa de Último Recurso. La TUR es una tarifa que fija el gobierno para aquellos consumidores con potencia contratada inferior a los diez kilovatios que presentan un cierto perfil (aproximadamente unos 17 millones de hogares). Lo que sucede en concreto en las subastas trimestrales es que los subasteros –españoles y extranjeros- se comprometen a adquirir la energía durante todas y cada una de las horas de los siguientes tres meses al precio que marque el mercado mayorista cada hora con el objetivo de vendérsela a continuación a las comercializadoras de último recurso al precio concreto que ha determinado en su momento la “subasta de futuros” previa, la que se realizó antes de que empezara ese trimestre.
Por ejemplo, a 33
O sea, que volvemos al principio: durante las 25 ediciones Cesur, los subasteros han logrado una media del 17,5% de beneficio, según los datos de ANAE. Y consiguieron ese beneficio porque (esto es obviamente un ejemplo) en la subasta X, el precio del megavatio hora se cerró en 117,5 euros (los subasteros –españoles y extranjeros- previeron que ese sería el precio del megavatio hora durante el trimestre siguiente y se comprometieron a comprar a ese precio). Luego resultó que, durante todas las horas de todos los días del trimestre siguiente (esto sigue siendo el ejemplo), el mercado mayorista determinó como precio del megavatio hora los 100 euros. Y, así, los subasteros compraron al precio de 100 euros todos los megavatios que se habían comprometido a comprar en la subasta. ¿Beneficio? 17,5 euros por cada megavatio, o sea, 17,5% durante todo un quinquenio. Evidentemente, los subasteros no van a pillarse los dedos, y si hace falta inflar el precio, pues se infla, lo cual ha sido motivo de muchas críticas a lo largo de todos estos años.
¿Qué ha ocurrido ahora?
Pues que el precio marcado por el gobierno (48,5 euros), precio que el Ejecutivo ha fijado para todo el trimestre en sustitución del precio que salió de la subasta (67,99 euros), no supone un encarecimiento del 17,5% con respecto al que ha marcado el mercado diario en este mes de enero... Según ANAE, los 48,5 euros fijados por el gobierno suponen un incremento del precio de la electricidad del… 44,2% sobre el establecido el mes pasado por el mercado mayorista. Más aún, esos 48,5 euros han llegado a incrementar el precio de la electricidad del mercado mayorista –en este mes de febrero- hasta un 328,6%, pues el mercado diario (ayer por la mañana, por ejemplo) ha llegado a cotizar a menos de 11 euros. Según ANAE, cierto es que solo han transcurrido diez días de febrero y que ese porcentaje puede variar, pero tan cierto es eso, como que no hay salvedad que valga en lo que se refiere a enero, que ya ha acabado, dejando como testimonio un incremento del 44,2% del precio. Paradójicamente, la opinión pública cree que el gobierno ha evitado una “enorme” subida de la luz al invalidar la subasta (o, mejor, cree que el gobierno ha limitado mucho esa subida de la luz, para ser exactos), y no es en absoluto consciente de lo que ha sucedido: 44% de incremento del precio sobre el mercado mayorista.
El trimestre del agua y el viento
La jugada podría explicarse tal y como sigue. En el mercado diario de diciembre, los precios alcanzados por el megavatio hora se dispararon hasta los 90 euros (e incluso más). Cuando llegó el día de la subasta de diciembre –la que fija los precios para los tres meses siguientes-, los subasteros cotizaron al alza para curarse en salud. Vinieron a pensar lo siguiente: “si digo que en enero compraré a 50 y luego resulta que el mercado diario está muy alto (como lo está estos días de diciembre) y me vende a 60, pues pierdo 10; así que voy a decir que compraré a 67,99 euros, y si luego resulta que el mercado vende a 60… pues gano 7,99”. Esa podría ser una explicación de la enorme subida de la subasta de diciembre (subida brutal por la que el gobierno decidió suspender la subasta). Hasta ahí, todo (a la suspensión me refiero)… razonablemente… bien. Porque la electricidad es un bien esencial y no puede estar al albur de especuladores que costean sus miedos con cargo al consumidor final. El problema es que el gobierno, que ahora va diciendo por ahí que quiere conformar el precio de la electricidad de otro modo, ha establecido para este trimestre un precio completamente alejado de lo que está marcando el mercado mayorista. ¿Por qué ha fijado por decreto esos 48,5 euros? Si su propósito era gobernar por decreto -provisionalmente, además-, ¿por qué no aplicar una rentabilidad razonable similar a la de las renovables?
Por ejemplo
Esperamos a ver cómo evoluciona el mercado y vamos aplicando a esa evolución una rentabilidad razonable. ¿Cotiza el mercado diario a 11 euros? Pues le aplicamos el 7,5% de rentabilidad razonable (7,5, por poner un ejemplo). ¿Que el mercado cotiza a 12 euros durante la hora siguiente? Pues 7,5% nuevamente. ¿Que cotiza a 16? Pues 7,5. Y, así, sucesivamente. Y, entre tanto, el gobierno tiene tres meses por delante para reformar el mecanismo de conformación de precios de modo tal que evite inflaciones innecesarias, por ejemplo, y ajuste más el precio final del kilovatio hora que paga el consumidor... al coste real de la generación de ese kilovatio más una rentabilidad razonable. La pregunta es: si estás interviniendo extraordinariamente, ¿por qué no lo haces con inteligencia... o "razonablemente"? Aunque solo sea durante un trimestre...