La financiación a los combustibles fósiles está respaldada por los organismos de crédito a la exportación (OCE), las instituciones financieras de desarrollo (IFD) y los bancos multilaterales de desarrollo l (BMD) que controlan los países del G20. No incluye las subvenciones directas a la industria mediante subsidios fiscales y tributarios, que se calcula ascienden a 80.000 millones de dólares adicionales al año.
El informe, titulado Still Digging: G20 Governments Continue to Finance the Climate Crisis, cuenta, además de con el respaldo de sus autores, Amigos de la Tierra de EEUU y Oil Change International, con el de otras 31 organizaciones internacionales y ha sido realizado a partir de la base de datos de Oil Change International "Shift the Subsidies".
Algunas de las principales conclusiones son las siguientes:
● El apoyo a los combustibles fósiles no ha disminuido desde la firma del Acuerdo de París. De hecho, en el periodo 2016-2018 el apoyo al carbón de los países del G20 aumentó en 1.300 millones de dólares en comparación con 2013-2015. El apoyo al petróleo y el gas se mantuvo estable en 64.000 millones de dólares al año, lo que demuestra que las instituciones financieras públicas están lejos de ajustar su financiación a lo que es necesario para limitar el calentamiento al límite de 1,5°C acordado internacionalmente.
● Los organismos de crédito a la exportación fueron los peores actores de las finanzas públicas, proporcionando casi 14 veces más apoyo a los combustibles fósiles que a la energía limpia, con 40.100 millones de dólares al año para los fósiles y sólo 2.900 millones de dólares para la energía limpia.
● La mayor parte de esta financiación ha ido a los países mas ricos. Nueve de los quince principales receptores han sido países de ingresos altos o medios-altos según las clasificaciones del Banco Mundial. Cinco eran de renta media-baja y sólo uno de renta baja.
● Pese a todo, se están dando algunos avances en la eliminación gradual de las inversiones en combustibles fósiles. Reino Unido, Canadá, Francia y tres bancos multilaterales de desarrollo han promulgado restricciones totales o casi totales a la financiación directa del carbón, y otros 14 tienen restricciones parciales. En el caso del petróleo y el gas, el Banco Europeo de Inversiones se ha comprometido casi totalmente a excluir nuevas ayudas, mientras que Francia, Alemania, Brasil y seis de los otros ocho bancos multilaterales de desarrollo tienen restricciones parciales.
El informe alerta sobre esta grave desviación del Acuerdo de París e insta a los gobiernos a dejar de utilizar el dinero público para apuntalar la arriesgada industria de los combustibles fósiles y a invertir en cambio en una recuperación justa y sostenible.
"Las corporaciones de combustibles fósiles saben que sus días están contados. Sus lobistas están usando la crisis del Covid-19 como tapadera para tratar de asegurar las masivas donaciones (..) que necesitan para sobrevivir", ha declarado Bronwen Tucker, analista de investigación de Oil Change International. "El dinero de los gobiernos debe apoyar una transición justa que proteja a los trabajadores, las comunidades y el clima. En lugar de financiar el cambio climático, nuestros gobiernos deben invertir en un futuro resistente".
Anabela Lemos, directora de Justicia Ambiental, que ha estado dando la alarma sobre las finanzas públicas internacionales que están detrás de la expansión del GNL en Mozambique, pone el acento en el daño que está financiación provoca en las comunidades locales: "Es inaceptable que una inversión tan elevada, que proporcionará miles de millones de beneficios a empresas extranjeras como Total, esté contribuyendo al empobrecimiento y la opresión de comunidades locales ya vulnerables", señala. "Las familias campesinas y de pescadores han perdido sus medios de subsistencia para toda la vida; el descubrimiento de gas les ha robado la identidad y no les ha proporcionado las condiciones estipuladas en los falsos procesos de consulta a la comunidad", concluye.