Últimos días de mayo de 2018, el candidato a la presidencia de México del llamado Movimiento Regeneración Nacional (Morena) habla con un periodista acerca de su actividad del día anterior en Tecate, un municipio del estado de Baja California, al noroeste de México.
“A mí me molestó mucho ayer –dice AMLO–, pasamos por La Rumorosa, y en esa zona natural, única y extraordinaria que deberían de cuidar, ya, ahora, instalaron ventiladores para generar energía eótica, eólica... Eso es un absurdo, para beneficiar a unos cuantos se afecta a un área natural ¿Qué cosa más bella puede haber que La Rumorosa? ¿Por qué no cuidarlo?”.
El parque eólico al que se hacía mención muy probablemente es Energía Sierra Juárez, ubicado en la cadena montañosa de Sierra de Juárez, el primer proyecto transfronterizo de energía eólica entre México y Estados Unidos. En operación desde 2015 y con una inversión cercana a los 300 millones de dólares, cuenta con una capacidad de 155 MW a partir de 47 aerogeneradores Vestas de 3,3 MW cada uno.
Más allá del lapsus linguae (“eótica”) y de llamar “ventiladores” a los molinos, llama la atención la visión general que aparenta tener sobre la energía eólica el ahora electo presidente mexicano.
Tampoco ayuda a clarificar del todo su posición respecto las renovables en general tanto lo que presentó en su plataforma de campaña como en los anuncios sobre su futuro gobierno que ha habido hasta ahora.
Debe recordarse que desde 2013 está vigente en México la llamada Ley de Transición
Energética (ver despiece) que ha significado un notable impulso del sector energético privado y que también ha ayudado a colocar al país en un importante lugar en el concierto mundial en lo que a energías renovables se refiere.
La campaña
Respecto de los compromisos tomados en campaña, la plataforma electoral y programa de gobierno del Morena, presentado como Proyecto Alternativo de Nación 2018 – 2024, se extiende a lo largo de casi veinte puntos. Sólo uno de ellos toca el tema energético, el antecedido por el numeral 14. Bajo el título Autosuficiencia energética, se ofrece una explicación de porqué debe dejarse de importar petróleo. Se aduce que, entre otros motivos, que es más barato extraerlo y refinarlo en territorio mexicano.
En ese sentido, y en lo que es la única mención sobre las renovables que tiene el apartado, se aboga por “evaluar la construcción de refinerías con capacidad de 300 mil barriles diarios (de petróleo) o la instalación de biorrefinerías para la producción de biodiesel”.
Más adelante, en ese mismo documento, y ya en el campo denominado Conclusiones, aparece la solitaria referencia sobre las renovables que puede allí encontrarse.
Vale antes detenerse en un concepto muy importante en la relación de Estados Unidos no sólo con México, sino con el conjunto de países centroamericanos: maquila.
Esa palabra describe un sistema económico y de producción que consiste en el ensamblaje manual de productos en talleres industriales ubicados en países con mano de obra barata, para ser destinados al mercado de un país desarrollado. Por lo común, el sistema, asociado a condiciones de pobreza y escasa o nula seguridad laboral, se despliega en zonas fronterizas.
Así, puede comprenderse mejor el párrafo siguiente, extraído de la antes mencionada plataforma: “Se debe corregir el rumbo maquilador que le fue impuesto al país, no sólo porque está basado en procesos de constante reducción (o sobreexplotación) de la fuerza laboral sino porque el país debe iniciar el tránsito de las manufacturas clásicas a las llamadas industrias del futuro (tecnologías de la información, biotecnología, robótica, energías renovables, etc.)”.
Pueden destacarse además algunas declaraciones realizados por el entonces candidato.
Entre ellas, las de promover el aumento de la fotovoltaica en azoteas, aunque sin descartar la construcción de presas hidroeléctricas. Otro elemento propuesto es incentivar, mediante estímulos tributarios y acceso a créditos, a las industrias locales para que fabriquen partes para plantas de energías renovables.
Finalmente, en lo que fue considerado un anuncio estrella en su momento, AMLO aseguró que al terminar su mandato –estipulado para 2024– quiere que por las calles del país estén circulando 100 mil coches eléctricos.
Los planes de gobierno
Una vez conocidos los resultados electorales, comenzó a crecer el interés sobre cuáles serán las políticas efectivas que implementará Lopez Obrador. Un aspecto a destacar ha sido la presentación de los llamados 25 programas prioritarios para el gobierno que asumirá a partir del último mes del año. En lo que a cuestiones energéticas se refiere, en el punto 21 se menciona el “Aumento de la producción de petróleo y gas con el fortalecimiento de
Pemex”; en el 22, “Modernización de las seis refinerías existentes”; 23, “Construcción de una refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco”; y 24, “Desarrollo de la infraestructura eléctrica y energías alternativas con el impulso a la CFE”.
En concreto, estos programas resultan en lo que se ha dado en llamar un plan para rescatar el sector energético.
La designación al frente de la Secretaría de Energía de Rocío Nahle García, una ingeniería petroquímica, en parte reafirma que el foco estará en la energía fósil, algo que ya ha sido criticado por organizaciones ambientalistas, que sostienen que México es el quinto mayor emisor mundial de contaminación por metano proveniente de la industria del petróleo y gas, lo que no parece vaya a cambiar con las medidas anunciadas.
Tampoco ha caído del todo bien la designación de Manuel Bartlett Díaz para dirigir la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Bartlett Díaz es muy criticado por haber estado involucrado en 1988 en uno de los casos más sonados de fraude electoral que ha habido en la historia reciente del país, en perjuicio del entonces candidato ajeno al hasta no hace mucho hegemónico Partido Republicano Institucional (PRI), Cuauhtémoc Cárdenas.
Tampoco parece generar mucho entusiasmo la elección de Luis Abelardo González
Quijano como coordinador de políticas de energía renovables, un empresario que es verdad que viene de ese campo, pero también es defensor de las grandes hidroeléctricas.
Más allá de declaraciones de intenciones generales, no hay hasta ahora anuncios de ningún tipo para el sector renovable.
Queda por ver si López Obrador continuará o no el proceso que ha llevado al país a atraer cientos de miles de millones de dólares en inversión extranjera y de ese modo emprender una transición desde los combustibles fósiles hacia las energías renovables.
despiece:
La Ley de la Reforma Energética de 2013
Está ley vino a terminar con la explotación petrolera que monopolizaba la empresa estatal
PEMEX (Petróleos Mexicanos). En rigor, con la promulgación de esta ley el gobierno de
Enrique Peña Nieto realizó una virtual reforma constitucional, básicamente porque provocó la liberalización del mercado de la energía y el ingreso de nuevos actores en ese escenario, un territorio hasta entonces vedado para esas cuestiones.
En este marco, con una meta fijada de alcanzar para 2024 un 35% de generación proveniente de fuentes renovables, en marzo de 2016 se realizó la primera subasta privada para proyectos de esas energías, con 1,7 GW colocados. A esa la siguió una segunda, en septiembre del mismo año, con 2,9 GW. Finalmente, con la realizada en noviembre del año pasado, casi 7 GW renovables se han adjudicado en total de esta manera.
Debe dejarse constancia que en la tercera de las subastas se obtuvo uno de los precios más económicos para centrales de generación renovable, 20,57 dólares por MWh, y uno de los más bajos alcanzados internacionalmente. En conjunto, se trata de inversiones cercanas a los 9 mil millones de dólares.
A esto debe sumarse que ya está en curso una cuarta subasta eléctrica de largo plazo cuyo fallo se ha anunciado para el 2 de noviembre próximo y la firma de contratos para el 15 de febrero.
Según previsiones del gobierno saliente, se espera que para 2030 el 49% de la capacidad de generación eléctrica provenga de energías limpias, casi el doble respecto de 2012, cuando alcanzaba el 27%, y una propuesta de progresión notable respecto a la meta oficial fijada, mencionada líneas arriba.
Todo este proceso, sumado a la ubicación geográfica del país y el acceso a recursos naturales, ha significado que México se coloque actualmente como la sexta economía mundial más atractiva para las energías renovables.
Respecto al crecimiento de las plantas de generación por fuentes renovables, había 37 eólicas en 2015; 46, en 2017 y se espera que haya 66 en 2021. En cuanto a la fotovoltaica, con un promedio de crecimiento de la capacidad instalada del 35% anual, han pasado de 9 parques en 2015 a 23 en el 2017; para 2021 se estima que habrá 68.