Marruecos, 24,3; Venezuela, 83,6; España, 127,6; Estados Unidos, 294,8; Catar, 749,7. Es el consumo de energía per capita. Expresado en gigajulios por persona. Diferencias abismales. En quince kilómetros, los que mide el Estrecho de Gibraltar, el de las pateras. Sí, el consumo de energía per capita en España quintuplica al consumo per capita en Marruecos. Es uno de los datos que aporta el último Informe BP sobre la energía en el mundo. Pero la sexagésima octava edición de este estudio va mucho más allá. BP señala ahí que 2018 fue un año en el que, a pesar de haberse registrado un modesto crecimiento del PIB y del aumento de los precios de la energía, la demanda global de esta creció un 2,9%, "casi el doble del promedio experimentado en la última década (1,7%)".
Según los autores del informe, este factor, unido al incremento del consumo de carbón, ha conllevado el incremento (+2%) de las emisiones de CO2 a escala global, y el 64% de este incremento hay que imputárselo a los países de fuera de la OCDE. El incremento del consumo se ha observado en prácticamente todos los tipos de combustible, creciendo la mayoría de ellos con más fuerza que la media histórica. Ha crecido un 5,3% la demanda de gas natural, impulsada por Estados Unidos. "En cambio -apuntan desde BP-, el impulso de las renovables, del 14,5%, fue levemente menor al que se produjo el año anterior, si bien continuó siendo, con diferencia, la fuente de energía que creció más rápidamente a nivel global".
Por lo demás, la energía nuclear creció un 2,4%, "con incrementos notables en China, que representó tres cuartas partes del crecimiento mundial, y la hidráulica aumentó un 3,2%, consecuencia del repunte de la producción en Europa". Finalmente, el carbón fue testigo de un nuevo repunte, el más acentuado de los últimos cinco años tanto en las tasas de consumo (1,4%) como en las de producción (4,3%).
Los precios de los combustibles fósiles
La demanda mundial de petróleo se mantuvo en un escenario de relativa estabilidad, con un aumento del 1,2% a pesar de las oscilaciones de precios ocurridas a lo largo del año. "Factores geopolíticos -apuntan desde BP- conllevaron recortes de la producción y una caída de las reservas, lo que provocó que los precios aumentaron hasta alcanzar máximos históricos de 85 dólares por barril". Según el informe, el gas natural tuvo "un año de bonanza, marcado por el mayor aumento de la tasa de consumo y de producción (5%) de los últimos 30 años, lo que empujó los precios a la baja". La expansión del mercado del gas natural licuado (GNL), así como la mayor movilidad de sus exportaciones ha conducido a un mercado mundial de gas cada vez más integrado con una mayor correlación y una menor volatilidad entre los precios de las distintas regiones.
Con todo ello, el mix energético quedó configurado de la siguiente manera: el petróleo mantuvo un peso similar al del año anterior, un 33,6%, seguido del carbón (27,2%) y del gas natural (23,9%). Las energías no fósiles supusieron un 15,2% del mix, con la hidráulica representando un 6,8%, las renovables un 4% y la nuclear un 4,4%.
Por su parte, la generación mundial de electricidad aumentó un 3,7% en 2018, una de las tasas de crecimiento más elevadas de los últimos 20 años. La mayor parte del crecimiento, un 81%, procedió de las economías emergentes. No obstante, el aumento especialmente sólido de la demanda de electricidad durante 2018 se debió en gran medida a Estados Unidos, que alcanzó un récord en su cifra de crecimiento (3,7%), impulsada por la meteorología y en contraste con su tendencia a la baja de los últimos 10 años. China, responsable de un 45% del crecimiento mundial de la generación eléctrica a través de renovables, se situó a la cabeza del aumento de este tipo de energía, superando al de toda la OCDE en su conjunto.
"Sorprende el hecho -destacan los autores- de que, a pesar de los esfuerzos para fomentar la sustitución del carbón por combustibles más limpios y con menores emisiones de carbono, el mix de generación eléctrica continúa plano y la contribución de los distintos combustibles al sistema eléctrico mundial sigue inamovible con respecto a sus niveles de hace 20 años; así, las cuotas de participación entre los combustibles no fósiles (36%) y carbón (38%) en 2018, es exactamente la misma que en 1998".
Los autores del informe consideran así que, "en un momento en que la sociedad demanda una transición acelerada hacia un sistema energético con bajas emisiones de carbono, los datos de 2018 dibujan un panorama preocupante, con las emisiones de CO2 aumentando un 2% a nivel global. Se trata -insisten los responsables de este estudio- de una senda insostenible, en la que tanto la demanda de energía como las emisiones de carbono crecen a un ritmo superior al de años anteriores".
España
El consumo de energía primaria en España siguió en 2018 la tendencia de crecimiento iniciada en 2015. En concreto, España incrementó su consumo de energía primaria el año pasado un 1,8% respecto al año anterior. Creció el consumo de petróleo, un 2,6%, y creció el consumo de energías limpias (renovables), un 1,7%. El consumo de carbón, que se vio disparado en 2017 "como sustituto -considera el informe- de la energía hidroeléctrica", descendió sin embargo en 2018 más de 17 puntos (lo que BP también asocia a las lluvias, que dejaron más agua en España el año pasado). Cayó también la quema de gas (un 0,8%) y cayó así mismo el consumo de energía nuclear (un 4,3%). De este modo -señala el Informe BP-, el mix de consumo de energía quedó de la siguiente manera: petróleo (47,13%); gas (19,14%); renovables (16,95%); nuclear (8,91%); y carbón (7,87%).
La generación eléctrica volvió a descender ligeramente en 2018 (-0,2%). España produjo el año pasado con fuentes renovables (agua, viento, Sol, biomasa y demás) el 38,5% de los kilovatios hora del mix eléctrico nacional. Tras ellas, casi empatadas, dos fuentes sucias de electricidad: el gas (20,8%) y la nuclear (20,2), fuentes que aparte de generar kilovatios hora, producen emisiones de CO2 y residuos radioactivos, respectivamente. Del carbón salió el 14% de la electricidad de España. Finalmente, se situaron la energía hidroeléctrica y el petróleo (5,7%). Según el Informe BP, "fruto de este mayor nivel de consumo de energías limpias las emisiones de CO2 en España se redujeron en un 1,6%, tras haber crecido el año anterior al mayor ratio en 5 años; el país se desmarca, así, de los datos negativos registrados a nivel mundial".