La huella por habitante que ha producido la generación eléctrica con carbón en Australia y Corea del Sur ha superado por más del doble el promedio de emisiones per cápita (Coal Power Emissions) de los veinte países más industrializados del mundo en 2022. Australia se anota 4,14 toneladas métricas de CO2 por habitante. Corea del Sur, 3,27. Los datos aparecen en el informe que ha publicado este martes el grupo independiente de expertos en energía Ember. G20 Per Capita Coal Power Emissions 2023 (Emisiones de carbono por habitante en el G20. Edición 2023) sitúa las emisiones per capita de Australia y Corea por delante de las de China (3,10 toneladas), y muy por delante de las de Estados Unidos (2,02), Japón (2,29) o la susodicha Alemania, que es objeto desde hace más de una década de un señalamiento constante desde el lobby nuclear internacional, que lleva años asegurando que la desconexión nuclear era un error que se traduciría en un incremento extraordinario de las emisiones de CO2 en el país (por la presumible mayor generación de electricidad en centrales térmicas de carbón que vendría a sustituir a la nuclear).
No ha sido cierto. Las emisiones por habitante (coal power emissions per capita) han crecido en los últimos dos años, pero ni mucho menos como auguraba el lobby nuclear. De hecho, los datos recabados por Ember (véase la tabla aledaña) no pueden ser más elocuentes: 2,72 toneladas por habitante en 2015, cuando aún había 10.000 megavatios de potencia nuclear operativos en territorio alemán; 1,77 en la Alemania de 2022, lo que supone una caída de treinta y cinco puntos (-35%). Ese descenso en la intensidad de emisiones per capita (que resulta más significativo aún si tenemos en cuenta el escenario bélico en el que nos encontramos desde febrero del 22) es muy similar al registrado en la UE en el mismo lapso (-37,5%), y, por otro lado, contrasta con el incremento de las emisiones que se ha registrado tanto a escala global (+3,9%) como en el seno del G20 excluida la UE (+8,6%).
Más allá de Alemania
Los habitantes de Australia (4,14 toneladas por cabeza) y Corea del Sur (3,27) emiten mucho más CO2 que los de cualquier otra nación del mundo. Emiten más del triple del promedio mundial (1,06 toneladas de CO2 por habitante) y más del doble de la media G20 si excluimos la UE (1,6). La huella de carbono australiana ha sido la más alta en términos de emisiones por habitante de todos los países del G20, debido -explican desde Ember- a que casi la mitad (47%) de la electricidad producida en Australia proviene del carbón y a que el país oceánico presenta el doble de consumo de electricidad per cápita que China. En todo caso, la energía solar y la eólica han ido creciendo en el país del canguro a lo largo de estos últimos años: su participación en la electricidad ha aumentado del 7% en 2015 a casi el 26% en 2022, lo que se ha constituido en la principal razón de la caída de la participación del carbón del 64% al 47%. Al mismo tiempo, el uso de electricidad per cápita se mantuvo prácticamente sin cambios, lo que implicó un descenso del 26% entre 2015 y 2022 en lo relativo a las emisiones por persona procedentes del carbón.
En segunda posición figura Corea del Sur, con una participación de la energía eólica y solar de tan solo el 1% de la electricidad en 2015, pero que desde entonces la ha quintuplicado hasta más del 5% en 2022.
Sin embargo, la participación de la energía solar y eólica en el país asiático todavía está muy por debajo del promedio mundial del 12%, y su electricidad sigue procediendo en un 34% del carbón. Esto les ha llevado a producir más de 3 toneladas métricas de CO2 por persona -lo que también equivale aproximadamente a tres veces el promedio mundial-, a pesar de que sus emisiones de carbón per cápita disminuyeron un 10% entre 2015 y 2022.
Además de comparar los países en cuanto a su participación en la energía del carbón y las emisiones totales del sector eléctrico, considerar las emisiones per cápita para compensar las grandes diferencias en el tamaño de la población y la demanda de electricidad es una métrica útil para determinar el impacto ambiental de las economías.
El responsable de perspectiva global de Ember, Dave Jones, señala en el estudio que “a menudo se culpa a China y a la India de ser los grandes contaminadores del mundo”, pero si se tiene en cuenta la población, Australia -25,69 millones de habitantes- y Corea del Sur -51,74 millones- han sido las economías más carbonizadas de 2022.
En este sentido, Jones ha lamentado que “como economías maduras, deberían estar aumentando la electricidad renovable con la suficiente ambición y confianza como para permitir que el carbón se elimine gradualmente para 2030”.
Según el documento, en un contexto de crisis climática y ecológica, el G20 debería convertirse en catalizador de la transición energética para aunar los esfuerzos globales en la reducción de las emisiones de CO2.
De hecho, el G20 representa el 85% del PIB mundial y contribuye al 80% de las emisiones del sector energético del planeta y desempeña un papel “crucial” para liderar esta transición.
En concreto, cerca del 36% de la electricidad mundial se generó a partir de una fuente de energía fósil como el carbón en 2022, lo que produjo 8.367 millones de toneladas de emisiones de CO2.
Puesto en perspectiva, este dato significa que la persona promedio en todo el mundo emitió alrededor de 1,1 toneladas de dióxido de carbono procedentes del carbón en 2022.
Los datos de Ember muestran que los países del G20 -excluyendo a la UE como región- emitieron 1,6 toneladas de gases procedentes del carbón per cápita en 2022, superando el promedio mundial de 1,1 toneladas de dióxido de carbono.
Sin embargo, los países del G20 siguen divididos en su enfoque respecto al desafío lanzado el pasado mes de mayo por el presidente de la próxima Cumbre del Clima de la ONU (COP28), Sultan Al Jaber, que urgió a todas las partes a “triplicar el uso de energías renovables”, antes de la cumbre clave que se celebrará en Dubai (Emiratos Árabes Unidos) a finales de este año.
En medio de controversias, 75 países se han comprometido a eliminar gradualmente el carbón o a no construir nuevas plantas de carbón sin captura de carbono, aunque persisten los desafíos, ya que siete países del G20 (Brasil, China, India, Japón, Corea del Sur, Suráfrica y Estados Unidos) aún no han revelado sus estrategias de reducción gradual del carbón.
En un contexto climático cada vez más extremo, la urgencia de garantizar un aumento de la temperatura global muy por debajo de 1,5°C es más clara que nunca. Como principales economías del mundo y principales emisores de carbono, las decisiones que tomen los estados del G20 sobre una transición limpia -considera Ember- tendrán implicaciones duraderas, por lo que una mayor aceleración de las energías renovables dentro del G20 ayudará a impulsar esto.