Emilio Martín-More ha sido concluyente en su exposición: el cambio climático es un problema que “ya tenemos aquí; y BBVA lo tiene tan claro que se ha comprometido a movilizar 100.000 millones de euros en finanzas sostenibles, entendiendo por tales aquellas que, además del tradicional retorno económico, tienen en cuenta un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente. Incluimos aquí –ha dicho- financiación verde tanto a empresas como a instituciones, los bonos verdes, un mercado que está teniendo un crecimiento exponencial en los últimos tiempos; soluciones para la gestión de agua y residuos; infraestructuras sostenibles en salud, en educación, en vivienda social, en transporte público, los bonos sociales, la inclusión financiera para personas vulnerables”. Finanzas sostenibles por una parte, pues, y líneas rojas, por otra, a la financiación de proyectos que no encajen en la filosofía de lucha contra el cambio climático.
"El BBVA quiere predicar con el ejemplo también en eso", ha dicho More. ¿Cómo? "Dibujándonos unas líneas rojas, para aquellos sectores con mayor impacto social o ambiental, como pueden ser la minería, la energía, las infraestructuras o la agricultura... establecer unas normas, digo, según las que habrá actividades excluidas, actividades restringidas y una serie de filtros antes de decidir financiar a un cliente o a un proyecto que pertenezca a estos sectores”.
"Se estima -ha concluido Martín-More- que del orden de cinco a siete billones de dólares, con b, van a ser necesarios cada año de aquí a 2030 para poder cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El rol de las entidades financieras movilizando esa ingente cantidad de capital está clarísimo". El BBVA se ha marcado como objetivo que el 70% de la energía que consuma en 2025 sea renovable y un 100% en 2030.
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