Los nominados a estos premios, que llevan el nombre del famoso rey de los hunos y su caballo -del que se decía que por donde hollaba no volvía a crecer la hierba-, podrán participar en cualquiera de las secciones de que constan los premios: actuación más bárbara, tontería más destacable, mayor presunta malversación de fondos públicos o privados para la destrucción de la naturaleza, y mayor chapuza.
Con esta distinción, Ecologistas en Acción pretende recompensar los esfuerzos, nunca valorados en su justo término, de aquellas personas que dedican "desinteresadamente" su tiempo y trabajo a destruir el medio ambiente.
En cualquier caso, se tomarán como más "meritorias" aquellas actuaciones en las que concurran una o alguna de las siguientes figuras jurídicas: premeditación, alevosía, reiteración, nocturnidad, abuso de fuerza, asociación de "falsos bienhechores", ignorancia manifiesta, utilización de fondos reservados, maquinación para alterar la verdad de las cosas, falta de pudor, vergüenza ajena, y cualquier otra que se le pueda ocurrir al jurado, incluso "mala leche".
El Día Mundial del Medio Ambiente fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 coincidiendo con la primera cumbre mundial sobre medio ambiente: la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano. Esta efeméride ambiental, una de las más importantes del calendario, pretende aumentar la conciencia medioambiental y fomentar la acción global en la protección del medio ambiente.
En este contexto, Ecologistas en Acción vuelve a convocar los Premios Atila, cuyos ganadores tienen el dudoso honor de recibir desde 1992, año en el que se celebró la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. Estos premios tienen dos categorías denominadas Atila y Caballo de Atila, y cualquier persona puede dirigirse a esta asociación proponiendo la nominación de algún individuo o ente jurídico, debiendo detallar sus "méritos".