El daño económico del COVID-19, debido a las medidas necesaria para su control, es muy real y ejercerá una gran presión sobre las finanzas del gobierno. La reforma financiera será, por tanto, inevitable para recuperarse de la pandemia. La Agencia de la Salud de la ONU plantea que un buen lugar para comenzar esa reforma es con los subsidios a los combustibles fósiles.
A nivel mundial, se gastan aproximadamente 400.000 millones de dólares cada año del dinero de los contribuyentes para subsidiar directamente los combustibles fósiles que están impulsando el cambio climático y causando contaminación del aire. Además, los costos privados y sociales generados por la salud y otros impactos de dicha contaminación generalmente no están incluidos en el precio de los combustibles y la energía. De acuerdo con la OMS, si se incluye el daño a la salud y al medio ambiente que causan, el valor real del subsidio supera el medio billón de dólares por año, más de lo que todos los gobiernos de todo el mundo gastan en atención médica, y alrededor de 2000 veces el presupuesto de la propia Organización Mundial de la Salud.
El organismo de la ONU calcula que poner un precio a los combustibles contaminantes en línea con el daño que causan reduciría aproximadamente a la mitad las muertes por contaminación del aire exterior, disminuiría las emisiones de gases de efecto invernadero en más de un cuarto y aumentaría aproximadamente el 4% del PIB mundial en ingresos.
Seis pasos para un planeta más limpio y saludable
Dejar de pagar la factura de la contaminación, tanto a través de nuestros bolsillos como de nuestros pulmones, es una de las seis medidas recogidas en el documento publicado por la OMS este martes con el apoyo de 40 millones de profesionales de la salud y enviado a los líderes del G20. Estos son los otros cinco:
• Proteger y preservar la fuente de la salud humana: la naturaleza
Las economías son producto de sociedades humanas saludables, que a su vez dependen del medio ambiente natural, la fuente original de todo el aire, agua y alimentos limpios. Las presiones humanas, desde la deforestación, hasta las prácticas agrícolas intensivas y contaminantes y el manejo inseguro y el consumo de vida silvestre, socavan estos servicios. También aumentan el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes en humanos, más del 60% de las cuales se originan en animales, principalmente en la vida silvestre. Los planes generales para la recuperación posterior a COVID-19, y específicamente los destinados a reducir el riesgo de futuras epidemias, deben ir más allá de la detección temprana y el control de los brotes de enfermedades, también necesitan disminuir nuestro impacto en el medio ambiente.
• Invertir en servicios esenciales, desde agua y saneamiento hasta energía limpia en instalaciones sanitarias.
En todo el mundo, miles de millones de personas carecen de acceso a los servicios más básicos que se requieren para proteger su salud, ya sea de COVID-19 o de cualquier otro riesgo. Las instalaciones de lavado de manos son esenciales para la prevención de la transmisión de enfermedades infecciosas, pero un 40% de los hogares no las tienen. En particular, es esencial que las instalaciones de atención médica estén equipadas con servicios de agua y saneamiento, incluido el jabón y el agua que constituye la intervención más básica para reducir la transmisión del SARS-CoV-2 y otras infecciones.
Asimismo, deben tener el acceso a la energía necesaria para llevar a cabo la mayoría de los procedimientos médicos y los equipos de protección para los trabajadores de la salud. Los riesgos ambientales y laborales evitables causan aproximadamente una cuarta parte de todas las muertes en el mundo. La inversión en entornos más saludables para la protección de la salud, la regulación ambiental y la garantía de que los sistemas de salud sean resistentes al clima, es una barrera esencial contra futuros desastres y ofrece algunos de los mejores beneficios para la sociedad.
• Asegurar una transición energética rápida y saludable.
Actualmente, más de siete millones de personas al año mueren por exposición a la contaminación del aire, 1 de cada 8 de las muertes en el mundo. Mas del 90% de las personas respiran aire exterior con niveles de contaminación que exceden los valores de referencia de calidad de aire. Dos tercios de esta exposición a la contaminación exterior son el resultado de la quema de los mismos combustibles fósiles que impulsan el cambio climático. Al mismo tiempo, las fuentes de energía renovable y su almacenamiento continúan bajando de precio, aumentando la confiabilidad y proporcionando trabajos más numerosos, más seguros y mejor pagados. Las decisiones de infraestructura energética tomadas se mantendrán durante las próximas décadas.
Una rápida transición global hacia la energía limpia no solo cumpliría con el objetivo del acuerdo climático de París de mantener el calentamiento por debajo de los 2 ° C, sino que también mejoraría la calidad del aire hasta el punto de que las ganancias de salud resultantes compensarían el costo de la inversión hasta dos veces.
• Promover sistemas alimentarios saludables y sostenibles.
Las enfermedades causadas por la falta de acceso a los alimentos o por el consumo de dietas poco saludables y altas en calorías son ahora la principal causa de problemas de salud a nivel mundial. También aumentan la vulnerabilidad a otros riesgos: afecciones como la obesidad y la diabetes se encuentran entre los principales factores de riesgo de enfermedad y muerte por COVID-19. La agricultura, particularmente la destrucción de tierras para criar ganado contribuye aproximadamente un cuarto de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y el cambio en el uso de la tierra es el principal impulsor ambiental de los nuevos brotes de enfermedades. Existe la necesidad de una transición rápida hacia dietas saludables, nutritivas y sostenibles.
“Si el mundo pudiera cumplir con las pautas dietéticas marcadas por la Organización Mundial de la Salud, esto salvaría millones de vidas, reduciría el riesgo de enfermedades y reduciría en gran medida las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”, asegura la OMS.
• Construir ciudades saludables y habitables.
Más de la mitad de la población mundial vive actualmente en ciudades que son responsables de mas del 60% de la actividad económica y las emisiones de gases de efecto invernadero. Como las urbes tienen densidades de población relativamente altas y están saturadas de tráfico, muchos viajes se pueden realizar de manera más eficiente en transporte público, a pie y en bicicleta, que en automóviles privados. Esto también trae importantes beneficios para la salud al reducir la contaminación del aire, las lesiones causadas por el tránsito y las mas de tres millones de muertes anuales por inactividad física.
“La pandemia nos ha dado una idea de cómo podría ser nuestro mundo si tomáramos los audaces pasos necesarios para frenar el cambio climático y la contaminación del aire. Nuestro aire y agua pueden ser más limpios, nuestras calles pueden ser más tranquilas y seguras, y podemos encontrar nuevas formas de trabajar mientras pasamos mas tiempo con nuestras familias”, dijo este miércoles el director de la OMS, Tedros Adhanom Gebreyesus. "El coste humano del coronavirus ha sido devastador, y las llamadas medidas de bloqueo han dado un vuelco a la vida ´normal´, pero la crisis puede ser una oportunidad para un futuro mejor".