En el número de julio entrevistamos a Óscar Balseiro, secretario general de Protermosolar, que cumple un año al frente de la asociación de las empresas que han obrado el milagro tecnológico nacional más destacado del último medio siglo: el de la termosolar made in Spain, una tecnología de generación de calor y electricidad llamada a jubilar al gas y la nuclear. Por cierto, Protermosolar cumple ahora 20 años de historia.
Las inversiones en renovables crecen a un ritmo multiplicado por dos en comparación con el de los combustibles fósiles. La solar fotovoltaica, muy por encima del resto de tecnologías, podría superar los 500 mil millones de dólares en 2024. El último informe de la Agencia Internacional de la Energía destaca a España como líder en adopción de la fotovoltaica dentro de una Unión Europea que se posiciona ya como una de las principales regiones del mundo en despliegue renovable.
De hecho, otro estudio, el Global Energy Monitor, destaca que en España hay prácticamente 30.000 MW operativos en grandes parques fotovoltaicos y otros 7.800 MW en contrucción. Dicho de otro modo, España está instalando el doble que Alemania, Italia, Reino Unido y Francia juntas.
La red eléctrica es la columna vertebral que soporta las diferentes líneas de actuación que se están llevando a cabo para descarbonizar la economía en el actual proceso de transición energética hacia un modelo más sostenible. Así comienza el artículo que firma Emilio Rodríguez, responsable de Power Systems de Tecnalia, el mayor centro de investigación aplicada y desarrollo tecnológico de España.
La Asociación Empresarial Eólica acaba de publicar su Anuario 2024, que detalla las luces y sombras en la eólica española. Dos titulares. Uno: España ha instalado en 2023 casi 10 veces menos potencia eólica (apenas 607 megavatios) de la que es necesaria para cumplir con el objetivo fijado en el Pniec 2030. Dos: aunque somos Top 1 del mundo en el desarrollo de prototipos de eólica marina flotante, aún no hay un solo parque eólico en aguas territoriales españolas.
Eso sí, casi 22.000 MW de potencia eólica marina han presentado sus credenciales, a lo largo de los últimos cuatro años, ante el Miteco, que se ha fijado 3.000 MW como Objetivo Eólico Marino 2030. Muchos de esos 22.000 han quedado ya fuera de combate por motivos diversos pero, en todo caso, demuestra que el apetito del sector por la eólica marina tiene el horizonte largo.
En un par de años, 1.800 millones de personas corren riesgo de sufrir lo que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) llama “escasez absoluta de agua”. Eliminar la sal del agua marina para hacerla potable puede reducir esta amenaza. De hecho, ya se está haciendo, si bien un vertido masivo en el medio marino costero de la salmuera generada en el proceso puede terminar provocando un problema igual de grave, al aumentar la salinidad y temperatura del agua y volver el mar estéril. Hay alternativas que permiten combatir ambos riesgos. Y la energía solar térmica juega un papel fundamental.
Nos acercamos a la Biscay Marine Energy Platform (BiMEP), un centro público de pruebas para energías marinas que recoge el viento y las olas que azotan la costa del País Vasco para transformar la fuerza de los elementos en energía limpia. Y para entender cómo trabajan hemos entrevistado a su director técnico, Yago Torre-Enciso.
Gesternova, la comercializadora decana en España en la venta de “electricidad renovable y solo renovable”, y el fabricante asiático de bombas de calor Hisense acaban de alcanzar un acuerdo para que los clientes que adquieran una bomba de calor aerotérmica de la firma china y contraten su electricidad con Gesternova reciban un bono anual de entre 600 y 1.500 euros de descuento en su factura de electricidad renovable. El director de Ventas de Hisense Iberia, Nuno Lourenço, nos explica las claves.
Un nuevo análisis de Avebiom sobre los precios de distintos biocombustibles sólidos señala que la energía para calefacción obtenida con biomasa (pellets, astillas de madera y hueso de aceituna), es más barata y sus precios se sitúan por debajo de los de electricidad y combustibles fósiles. En especial, con 2,99 céntimos por kilovatio hora (kWh) a finales de 2023, la astilla de madera es el biocombustible sólido más estable y económico que puede emplearse en calefacción doméstica.
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