Los datos publicados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) revelan -explican desde Greenpeace- que la concentración de CO2 que se acumula en la atmósfera, la media entre enero y marzo de este año, ha alcanzado las 413,89 partes por millón (ppm), frente a las 411,6 ppm del mismo periodo de 2019. Todo ello -recuerdan los ecologistas-, a pesar de que, en China, el mayor emisor de CO2 del mundo y el primero en sufrir las consecuencias de la crisis sanitaria, se estima que las emisiones en febrero se redujeron en torno a un 25%. Además -añaden desde la oenegé del arco iris-, ya hay algunas estimaciones sobre la reducción de las emisiones de CO2 en los próximos meses: Alemania podría emitir entre 50 y 120 millones de toneladas menos de CO2 este año por la enorme bajada en la demanda de electricidad; en la ciudad de Nueva York se estima una caída del 5-10% de las emisiones de CO2 y una caída sólida en el metano y, en España la reducción del transporte por carretera se ha estabilizado en el 70% tanto en ámbito interurbano como metropolitano, mientras que el número de vuelos con origen o destino en España ha caído más de un 90%.
Tatiana Nuño, responsable de la campaña contra el cambio climático de Greenpeace: “la crisis sanitaria es ahora una prioridad, pero no podemos olvidar la otra gran emergencia: el cambio climático. Ahora se abre una gran oportunidad para afrontar ambas cuestiones al mismo tiempo: la reconstrucción socioeconómica del planeta debe asentarse en actividades e inversiones económicas que, además, contribuyan a no superar 1,5 ºC la temperatura global
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha señalado que la demanda de petróleo de este año ha caído por primera vez desde 2009 (en torno a 90.000 barriles de petróleo/día respecto a 2019) debido a la profunda contracción del consumo de petróleo en China y a las importantes perturbaciones en los viajes y el comercio mundiales. Los datos más recientes indican que la demanda de petróleo se ha hundido un 25%, que equivale a casi lo que produce toda la OPEP o como si toda Norteamérica (Estados Unidos, Canadá y México) dejasen de pronto de consumir petróleo de golpe.
Ante estas proyecciones y datos, Greenpeace subraya que, a pesar de todo, las reducciones puntuales en las emisiones no van a paliar la crisis climática, pero sí deberían servir para iniciar los cambios profundos necesarios para reducir las emisiones a cero. La organización ecologista recuerda que “no debemos repetir los errores de las crisis económicas pasadas” y considera que “es necesario pensar a largo plazo, por lo que las medidas de recuperación económica deben fijar el rumbo de la transformación ecológica necesaria para no superar 1,5 ºC las temperaturas globales”.
Tatiana Nuño, responsable de la campaña contra el cambio climático de Greenpeace: “el mundo lleva más de 200 años aumentando las emisiones de CO2 a la atmósfera por una economía basada en los combustibles fósiles. Ahora es el momento de reconvertir nuestro modelo industrial. La crisis por el coronavirus ha irrumpido en un momento de emergencia climática, donde millones de personas se han sumado al movimiento juvenil por la defensa del planeta, al que también hay que dar una respuesta global y coordinada”
En ese sentido, la comunidad científica -recuerdan desde Greenpeace- insiste en que la próxima década es decisiva para evitar los peores impactos del cambio climático, una lucha que, para esta oenegé, “puede y debe ser un motor de la recuperación económica y es la base de la prosperidad a largo plazo”. Según los ecologistas, así, “los gobiernos deben asegurarse de que se abandonan las subvenciones a los combustibles fósiles y que los apoyos e inversiones públicas se destinan a actividades productivas que garantizan la sostenibilidad del planeta”.
La organización insiste, además, en que el impulso y la financiación en los sectores de las energías renovables, la renovación de edificios energéticamente eficientes, la gestión de la demanda, la movilidad sostenible y la agricultura ecológica serían generadores de empleo y recuerda que, según estimaciones de la OIT, la transición energética facilitaría la creación de 24 millones de nuevos puestos de trabajo en todo el mundo para el año 2030. Por último, Greenpeace pide que cualquier iniciativa de rescate se centre “en las personas” y que, en el caso de empresas, “debe condicionarse a criterios sociales y ambientales”.