Inversores financieros que buscan productos de baja volatilidad, poca correlación con el mercado de capitales y constantes a largo plazo han encontrado un puerto seguro con los proyectos renovables. Evidencias:
• La baja correlación con ciclos económicos, que ofrece:
• Una oportunidad de diversificación de riesgo de la cartera de productos del inversor.
• Un perfil estable y predecible de ingresos en el largo plazo.
• Inversiones sostenibles que permiten contribuir a alcanzar las metas de Naciones Unidas – Principios de Inversión Responsable (UN PRI) y de prevención del cambio climático.
Actualmente los fondos financieros precisan de proyectos que contribuyan al cumplimiento de los objetivos recogidos en el Acuerdo de París y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Y por si algún fondo prefiere mirar para otro lado, a partir de marzo del 2021 todos los fondos deberán de cumplir con la regulación europea “EU Sustainable Finance Disclosure Regulation”. Es por ello que la inversión en energías renovables experimenta un fuerte auge ya que facilita a fondos financieros y corporaciones a cumplir con los requisitos que van a imponerse en este ámbito y qué inversiones institucionales requieren.
Por ello, los proyectos tienen que desarrollarse con evidencia de que se han mitigado riesgos medioambientales, sociales y de buena gobernanza (o “ESG” por sus siglas en inglés) y, además, tienen que cumplir con, al menos, uno de los 17 ODS globales (ver ilustración) que se definieron en la Asamblea General de la ONU en 2015 como medio para alcanzar un futuro sostenible en 2030. Cada objetivo se enfoca en un área determinada, como eliminar la pobreza, reducir los residuos, proporcionar acceso a una educación de calidad y actuar para frenar el cambio climático.
Aunque puede que muchos proyectos tengan cierta relación con un tema social o medioambiental, eso no significa necesariamente que cumplan los criterios de la inversión de un fondo dedicado al llamado “impact investing”. Por ejemplo, la inversión de impacto en recursos hídricos supone financiar proyectos relacionados con la eficiencia hídrica o la calidad del agua, no invertir en agua embotellada. La inversión de impacto en el sector agrícola significa invertir en seguridad y sostenibilidad alimentaria, y no en futuros de materias primas.
El proyecto deberá de proporcionar evidencia de que es capaz de medir directamente el impacto de una inversión y demostrar una causalidad entre la inversión y el impacto generado (por ejemplo, demostrar que hay cierto número de inmigrantes ocupados en las tareas de operación y mantenimiento facilitando su integración al mercado laboral).
Enorme liquidez en el mercado
Como consecuencia, está proliferando un mayor volumen de fondos de financiación de equity (y deuda) para proyectos de renovables, lo que impulsará un incremento de la actividad. A título de ejemplo mencionar la cifra de la encuesta anual de Prequin (Abril del 2020) donde un 62% de las instituciones financieras encuestadas van a incrementar sus inversiones en renovables. En el caso de fondos de pensiones se espera que estos aumenten un 5% su asignación en productos de renovables (como señalaba Infrastructure Investor el 4 de junio de 2020).
Bajan los costes
Además, se estima que continuará la reducción de costes específicos de inversión por la bajada de los costes de la energía (LCOE). Los bajos LCOE han permitido a desarrolladores participar en subastas de contratos de compra-venta de energía (PPAs) a muy bajos precios (ver gráfico 1). Cuando comparamos los LCOE de hoy con el precio estimado de la electricidad a medio-plazo y los precios de los PPAs, puede afirmarse que la energía eólica y solar son eficientes desde un punto de vista de costes de generación (también en comparación con otras fuentes energéticas como la nuclear y/o plantes térmicas convencionales), lo que generará un aumento de actividades de desarrollo en las fuentes energéticas alternativas.
Mientras se constata si el apetito de los inversores financieros para adquirir proyectos se mantiene o aumenta respecto a tiempos pre-covid y si las medidas gubernamentales para paliar el riesgo de los confinamientos (por ejemplo, extensión de permisos de construcción) han aportado la suficiente confianza en el sector, permanece la necesidad de desarrollar proyectos con altos estándares de calidad y/o de establecer otros nuevos (por ejemplo, en contratos de compra-venta de energía privados y/o en garantías técnicas en equipos de almacenamiento energético).
Los elevados estándares de calidad son claves en todas las fases de desarrollo del proyecto, desde la fase donde hay una “idea”, a la fase conceptual y hasta la fase final de contratos.
Desarrollar proyectos energéticos es una actividad compleja que requiere de conocimientos en multitud de campos: ingenieril, financiero, legal, medioambiental y social. El nivel de complejidad depende de la tecnología, país, ubicación del proyecto y participantes involucrados.
La inversión necesaria para realizar un proyecto tiende a aumentar exponencialmente a medida que avanza el progreso hacia la puesta-a-punto para la construcción. Las obligaciones financieras (garantías de conexión a la red, bonos para licitaciones…) se requieren ya en casi todos los países del mundo cuando se trata de obtener un permiso para implementar renovables. En términos temporales, el desarrollo de un proyecto puede ser de un año (en el mejor de los casos y en mercados maduros como el alemán) o durar más de diez años (por ejemplo, en Etiopía).
A veces pasan años hasta que situaciones imprevistas quedan solventadas. A modo de pauta, se puede seguir una lista de indicadores (“Do’s”) y prácticas a evitar (“Don’ts”) y ello, desde un inicio del proyecto o “idea”. Las pautas definidas tienen en consideración la transición energética que multitud de países están implementando con un incremento de energías renovables (y, en muchos casos) una cuota de electrificación nacional muy baja.
“La idea”: fase inicial
Electrificación, suministro de energía y flexibilidad eléctrica son aspectos clave en muchos países emergentes y en la configuración técnica del proyecto. Por otro lado, el cumplimiento de criterios compliance (de conformidad y sin fraude en el cierre de negocios) cuando se selecciona un país, ha aumentado su importancia desde el caso de los Papeles de Panamá. Más y más es necesario realizar una prueba de know-your-customer (KYC) antes de cerrar acuerdos con otras partes y, aunque los socios no sean partes firmantes, hay que chequear el KYC de antiguos propietarios (por ejemplo, de terrenos). Los chequeos de compliance junto con el cumplimiento de los Principios de Ecuador y los Performance Standards de la Corporación Internacional Financiera (IFC por sus siglas en inglés) constituyen el primer criterio a ser aprobado antes de que un financiador (proveedor de capital propio o de deuda) inicie su due diligence técnica, comercial y/o financiera.
“La concepción”: aumenta el valor del proyecto
Un adecuado estudio de los recursos naturales, la disponibilidad de la red y diseño ingenieril del proyecto continúan siendo los factores a evaluar para discernir la calidad técnica del mismo. Desde un punto de vista comercial, las estructuras de remuneración de la electricidad han cambiado radicalmente en los últimos años requiriendo una mayor cualificación: demanda energética, volatilidad de precios, seguridad crediticia de los compradores de energía son aspectos a analizar al considerar un contrato de PPA corporativo y también un PPA de licitaciones. A pesar de que la paridad de red se ha conseguido en la mayoría de proyectos renovables, aún se precisa de políticas nacionales para promocionar un marco legal estable, transparente y bien definido. Por ejemplo: Alemania es uno de los países donde los PPAs corporativos aún no han proliferado debido a huecos legales a cubrir.
“Los contratos”: tienen que ser bancables
Evidentemente, la financiación bancaria es necesaria y, en un contexto de bajos tipos de interés, extremadamente atractiva. Instrumentos de financiación mixta (blended finance) y compromisos gubernamentales como la Agenda 2063 para África deberían de contribuir al desarrollo de proyectos en países donde el acceso a la electricidad es más limitado. Una variedad de permisos (medioambientales, de construcción, de conexión) son requeridos en un proyecto hasta que este alcanza el status de inicio de obra. Algunos de estos permisos aún tienen que ser redactados por primera vez en continentes como África. Tan pronto como se obtienen los permisos, los acuerdos del proyecto (las claves son el PPA, el contrato de construcción o EPC, el contrato de operación y mantenimiento (O&M) así como el llamado Implementation Agreement) pueden finalizarse minimizando al máximo los riesgos del proyecto. Riesgos que hay que cubrir también con un paquete de seguros con primas cómodas, uno de los requerimientos básicos de una financiación ajena sin garantías (none-recourse project finance).
Una financiación ajena sin garantías estructurada con bancos con experiencia en el sector, familiarizados con la tecnología, capaces de analizar los riesgos relevantes del mercado y con un proceso interno de aprobación de créditos adaptados a la realidad actual (por ejemplo, considerando PPAs sintéticos) continúa siendo clave.
Dos and Don’ts: “Hacer y No hacer”
Como todas las cosas en este mundo, continúa habiendo reglas escritas (y no escritas) para conseguir implementar un proyecto con éxito: desde las “mejores prácticas y guías” hasta las reglas de dedo gordo, “rules of thumb”. Desarrolladores, propietarios de proyectos e inversores financieros, todos ellos precisan de consejos, ideas para el día a día cuando se trata de conseguir cerrar una financiación. ¿Cuáles son las reglas básicas de “Hacer y NO Hacer”? ¿cuáles son las prácticas que un desarrollador de proyectos debería de tener claras? ¿cuáles son las prácticas que debe evitar?
Todo ello está detallado con ejemplos prácticos, reales y experiencias pasadas en un capítulo de 40 páginas dentro del libro ‘Green Banking. Realizing Renewable Energy Projects’ publicado el pasado 12 de agosto.
Además, el volumen engloba muchas otras disciplinas necesarias para la realización de proyectos. El libro se centra en tecnologías que son competitivas, maduras y en los procesos de proyectos (desde el desarrollo, a detalles de financiación hasta la ejecución de proyectos industriales).
El libro diluye aspectos de cada una de las tecnologías renovables (eólica terrestre y offshore, solar fotovoltaica, termosolar, biomasa…). Cubre temas esenciales como el papel de las renovables en la transición energética, la importancia de los marcos regulatorios, la aceptación social y criterios de bancabilidad, por citar sólo algunos.
El lector gana un conocimiento único, específico y práctico sobre cómo realizar proyectos. La publicación es un manual de referencia para comprender cómo y en qué proyectos invertir.
Nota de la autora:
Este es un resumen del capítulo ‘Developing a Renewable Energy Project: Dos and Dont's’ elaborado para el libro ‘Green Banking. Realizing Renewable Energy Projects’, editado por Jörg Böttcher y publicado el pasado 12 de agosto. El libro se ha elaborado durante un periodo de tiempo de tres años durante el cual la autora de este artículo estaba dedicada al desarrollo de proyectos renovables a cargo de una empresa originariamente perteneciente al Grupo Würth de suministros de materiales industriales. Las visiones, experiencias y opiniones expresadas por la autora a fecha de la redacción de este artículo reflejan la visión de esa época.