(Luis Merino. Enviado especial. Copenhague)
Ha sido una jornada típica en este tipo de cumbres, a juzgar por quienes las han vivido en otras ocasiones. Con noticias y desmentidos, periodistas de acá para allá, pocas certidumbres y los deberes más o menos hechos a última hora. De madrugada, el plenario de la Cumbre del Clima aprobaba un acuerdo muy pobre en contenido que, además, no es vinculante. La decepción provocada por la cumbre de Copenhague es mayúscula.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante su estancia en Copenhague, ha trabajado sobre todo con los líderes de las principales países emergentes. A media tarde ya había convencido a China, India, Sudáfrica y Brasil para firmar un acuerdo que permitiera salvar la cara de todos los que han negociado en Copenhague durante las dos últimas semanas. Un acuerdo que ha sido aceptado también por la UE, porque no parecía fácil aspirar a más. No lo han, en cambio, Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Sudán, lo que podría complicar su aplicación.
Al final las cifras de reducción de emisiones salen del acuerdo, con el compromiso de las partes para que cuantifiquen sus objetivos antes del 1 de febrero de 2010. El punto cuatro de un acuerdo que apenas ocupa dos páginas y media señala que esos objetivos deberán ser más ambiciosos que los que ya exige el Protocolo de Kioto.
“La comunicación de las reducciones y la financiación por parte de los países industrializados será medida y verificada de acuerdo con las líneas maestras ya existentes y otras que sean adoptadas por la Conferencia de las Partes, y asegurará que la medición de los objetivos y la financiación es rigurosa, robusta y transparente”. Veremos, pues, en qué quedan las presiones para que China acepte que expertos internacionales auditen sus emisiones.
En cuanto a financiación, se ha aprobado un fondo de 30.000 millones de dólares destinados a la adaptación y mitigación del cambio climático en los países en desarrollo. Y un fondo de 100.000 millones a largo plazo, hasta 2020.
Las partes se han comprometido a hacer una valoración del acuerdo en 2015, justo un año después de que se conozca el informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) previsto para 2014.
El embajador de la delegación brasileña, Sergio Serra, ha dicho que "al menos hay un acuerdo que permitirá salvar algo y seguir negociando el próximo año las cifras que aquí no se han concertado". Por su parte, Lumumba Stanislaus Di-Aping, portavoz del G77cree que esto no es lo que se esperaba de Copenhague, “es una mera declaración política” y propuso que se prolonguen las negociaciones en otros seis meses para alcanzar un acuerdo real.
Europa, insatisfecha
Por lo visto, Europa se ha tenido que conformar a regañadientes con ese acuerdo de mínimos y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha anunciado que la UE recortará en un 30% sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2020 y hasta un 80% para 2050. Sarkozy considera que el acuerdo de Copenhague “no es perfecto”. Y recuerda que tanto la UE como Estados Unidos hubieran preferido que fuera vinculante.
“Es un acuerdo político y no jurídico”. Por eso, “en México en 2010, exigiremos la transformación de este acuerdo en tratado”, algo a lo que se niegan China e India.
Greenpeace ha mostrado de forma muy gráfica su absoluto rechazo al acuerdo. “La ciudad de Copenhague es la escena del crimen climático esta noche, con el hombre y la mujer culpables (en referencia a Obama y Clinton) abandonando camino del aeropuerto y llenos de vergüenza. Los líderes mundiales han tenido una oportunidad histórica para cambiar el mundo y evitar una catástrofe climática”. Otra organización ecologista, Amigos de la Tierra, también califica la cumbre como “un desastre para los más pobres del mundo”. Y Mar Asunción, responsable de Energía y Cambio Climático de WWF España, considera que lo pactado aquí es “insuficiente” y que en México, donde tendrá lugar la próxima cumbre del cambio climático en 2010, habrá que lograr un acuerdo vinculante sobre las emisiones.
Mientras tanto, Juantxo López de Uralde, director de Greenpeace España, que ayer protagonizó la entrada en la cena de gala de la COP15, permanecerá en prisión preventiva hasta el 7 de enero por riesgo de fuga.
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