El informe presentado ayer por Greenpeace –“Koch Industries. La oscura financiación del negacionismo climático”– enumera una cuarentena de “organizaciones de oposición y negación del cambio climático que han recibido recientemente subvenciones de las fundaciones dominadas por el grupo Koch”. Los hermanos Charles y David Koch, cada uno de los cuales posee el 42% de las acciones de la compañía, comparten el noveno lugar del ranking Forbes USA de fortunas personales.
Pues bien, según Greenpeace, “la espesa red de grupos de presión, antiguos directivos y organizaciones de Koch Industries ha creado un potente caudal de desinformación que las entidades fundadas por este grupo industrial se han encargado de producir y diseminar a través de la red Koch”. Koch Industries, con sede en Kansas, es definido por la organización ecologista como el segundo grupo industrial no cotizado de los Estados Unidos, “un conglomerado dominado por intereses petrolíferos y químicos que registra unas ventas anuales del orden de 100.000 millones de dólares, opera en casi 60 países y cuenta con una plantilla de 70.000 trabajadores”.
El objetivo de esa red sería negar el cambio climático. En teoría, si los negacionistas consiguen convencer a los gobiernos de que en realidad no hay cambio climático, podrán evitar más fácilmente que las administraciones promuevan las energías renovables, que no emiten CO2 y que sí son, sin embargo, un riesgo para el stablishment petroquímico, pues pueden comenzar a restarle (en realidad ya lo están haciendo) un trozo de la tarta energética global. En el entorno neocon, se está haciendo hueco además, según el director ejecutivo de Greenpeace, Juan López de Uralde, la idea de que “un acuerdo global contra el cambio climático sería una victoria del neocomunismo, que es así como califican algunos al ecologismo ahora”.
Largo historial
Por cierto, que el informe publicado ayer por la organización ecologista recoge el historial de delitos e infracciones contra el medio ambiente cometidas por Koch Industries y sus filiales a lo largo de los últimos años. Por poner solo un ejemplo, en 2009, el Departamento de Justicia de Estados Unidos y la Agencia de Protección del Medio Ambiente americana (EPA) anunciaron que Invista, filial de Koch Industries, pagaría una multa de 1,7 millones de dólares y dedicaría 500 millones de dólares a reparar daños causados por infracciones ambientales en instalaciones ubicadas en siete estados, como resultado de un acuerdo de la empresa con la EPA y el Departamento de Justicia estadounidense.
Por otra parte, el informe de Greenpeace España conecta la red Koch con el profesor español Gabriel Calzada, autor del artículo “Study of the effects on employment of public aid to renewable energy sources”, texto de marzo de 2009 en el que Calzada, profesor asociado de la Universidad Juan Carlos I, asegura que el compromiso político de España con el desarrollo de las energías renovables le ha supuesto al país la destrucción de 2,2 empleos por cada puesto de trabajo verde creado. Pues bien, según Greenpeace, “varias organizaciones apoyadas por la red Koch han jugado importantes roles en la promoción, apoyo y difusión de la investigación de Calzada”. Entre esas organizaciones, Greenpeace señala al Institute for Energy Research (IER), que financió el artículo de Calzada, según reconoce el propio autor.
Sea como fuere, lo cierto es que “Study of the effects on employment of public aid...” se ha convertido en el buque insignia del frente español anti-renovables y en uno de los documentos más esgrimidos por los conservadores norteamericanos contra el discurso Obama, quien señalara en enero de 2009 a España como ejemplo a seguir en materia de desarrollo del sector de las renovables (el artículo Calzada aparece en marzo de 2009). Según José Luís García Ortega, responsable de Energía y Cambio Climático de Greenpeace, el artículo de Calzada es difundido con el objetivo de influir contra la política de apoyo a las renovables que parecía querer impulsar Obama, “justo cuando se debate la ley americana de Energía Limpia y Seguridad en la Comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes de Estados Unidos”.
Metodología desviada y datos que nada tienen que ver con la realidad
Curiosamente, el texto, firmado por Calzada, Raquel Merino, Juan Ramón Rallo y José Ignacio García Bielsa, ha sido publicado solo en inglés, aunque su leit motiv es el empleo en el sector de las renovables en España. Se da la circunstancia, además, de que, a pesar de haber sido multi-citado, su metodología ha sido desautorizada por prácticamente todo el mundo: desde el National Renewable Energy Laboratory (NREL) de los Estados Unidos (financiado por el propio gobierno federal), hasta el Gobierno de España o Sustainlabour, organización mundial en la que están representados sindicatos de Europa, América, África y Asia.
Para empezar, y según el NREL, el artículo de Calzada “se desvía de las metodologías tradicionales de investigación para estimar los impactos en el empleo, carece de transparencia y de estadísticas de apoyo y olvida temas importantes como el rol del gobierno en los mercados emergentes y el éxito de la exportación de tecnología renovable en España, entre otros”. También el gobierno de España se ha pronunciado explícitamente sobre el particular. Lo hacía la secretaria de Estado para Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente español, Teresa Ribera, en carta remitida a Henry A. Waxman, Chairman of the House Energy and Commerce Committee de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
En aquella misiva, enviada pocas semanas después de aparecido el artículo, Ribera también aludía a la metodología empleada por Calzada, que “se basa en dos ratios estáticas y simplistas de las que es difícil extraer conclusiones válidas”. Según el ministerio, “se están comparando dos elementos que son incomparables: en el primer ratio se comparan los apoyos que recibe un empleo en el sector de las renovables con el capital medio por empleo en España y en el segundo se compara el apoyo anual por empleo renovable con el porcentaje de productividad por empleo en España (dos términos que tienen escasa relación conceptual)”. Más aún, según el ministerio, el artículo de Calzada utiliza datos que nada tienen que ver con la realidad del momento en que se publicó”.
Errores de bulto: entre 50.000 y 109.000 empleos directos
Por fin, la carta de Ribera señala incluso errores de partida: “según datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de España y del propio sector, solo la energía eólica empleaba a 37.730 trabajadores, frente a los 15.000 que recoge el citado informe”. Y es que, en efecto, el artículo de Calzada –marzo de 2009–, habla de 50.200 empleos (en todos los sectores renovables españoles; Calzada asegura además que cada trabajador de las renovables le ha costado al estado español 571.138 euros). Pues bien, en ese momento –insistimos, marzo de 2009–, Istas ya había publicado –lo había hecho en enero de 2008 con datos recogidos en 2007–, su estudio “Energías Renovables y generación de empleo en España, presente y futuro”, un documento en el que ya se hablaba de 89.000 empleos directos en el sector de las renovables (insistimos, con datos recogidos en 2007).
Pero hay más. Según el último estudio elaborado por el gobierno de España sobre Empleo Verde y al que ha tenido acceso Energías Renovables (el documento será hecho público mañana), en nuestro país, en 2009 había 109.368 puestos de trabajo directos en el sector de las renovables, o sea, bastante más del doble de los señalados como punto de partida por Calzada para elaborar su artículo y hacer sus cuentas. Ese documento del gobierno, que ha sido elaborado a lo largo del segundo semestre de 2009 y que presentará mañana la administración española, señala que, entre 1998 y 2009, el empleo en este sector ha crecido un… 3.005% (no hay error tipográfico: un tres mil por ciento).
El dato no hace sino refrendar algo incontestable: no partir de datos actualizados a la hora de abordar cualquier análisis de estas características es una irresponsabilidad que puede conducir a conclusiones preñadas de errores, pero es que, en sectores como este, que cambian a un ritmo vertiginoso (3.005%), el error es, sencillamente, craso, y, probablemente, solo imputable a la falta de profesionalidad o a la mala fe (quédese el lector con lo que prefiera).
De “errores de bulto” también habla el Centro de Referencia en Energías Renovables y Empleo del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (Istas) de Comisiones Obreras, que publicó en mayo de 2009 su “Análisis crítico del documento Study of the effects on employment of public aid to renewables energy sources de G. Calzada”. En ese análisis, el Centro dirigido por el economista Manuel Garí señala que el artículo de Calzada “no aporta ninguna evidencia sobre la destrucción de empleo a causa de la extensión de las energías renovables y comete errores de bulto en el campo del cálculo de los costes económicos y de la relación inversión/empleo”.
Los hits del negacionismo nacional
Como conclusión, el análisis de Istas señala que “el interpretar equivocadamente que los empleos verdes son únicamente aquellos puestos de trabajo generados por el desarrollo e implementación de las energías renovables constituye un error de fondo que en consecuencia invalida las afirmaciones referidas al impacto destructor de empleo originado por el apoyo a la creación de los empleos verdes”.
Sea como fuere, y aparte de las cualificadas descalificaciones recibidas, el artículo Calzada ha hecho fortuna y es multi-mencionado y multi-difundido en foros de medio mundo. Más aún, en España y el mundo hispano parlante se ha convertido, según Greenpeace, en uno de los hits del frente anti-renovables, que comparte filosofía con el negacionismo climático que denuncia la organización ecologista, un negacionismo que en España tiene otros dos hits mediáticos: la polémica que desencadenara allá por octubre de 2007 el primo de Rajoy y la “ambigua” postura del ex presidente José María Aznar, que presentara en España el libro "Planeta azul (no verde)", en el que el presidente de la República Checa y en ese momento virtual presidente de turno de la Unión Europea, Václav Klaus, cuestiona la existencia del calentamiento global provocado por el hombre y compara al ecologismo con el comunismo soviético.
Ayer, el director ejecutivo de Greenpeace, Juan López de Uralde, expresó su preocupación porque “el negacionismo quiere ganarse al Partido Popular para su causa”, para añadir, a continuación, que “sería muy importante que el PP se pronunciase claramente a favor de políticas contra el cambio climático”.