No debe sorprender que el ahora presidente estadounidense entre sus primeros actos haya firmado el reingreso de su país a los acuerdos climáticos consensuados por una mayoría de naciones en la capital francesa en 2015. Ese reingreso, que se oficializará dentro de 30 días, había sido una de las promesas de campaña enunciadas por Biden en el primer debate que lo enfrentó cara a cara con Donald Trump. "Necesitamos que el resto del mundo se involucre para combatir el cambio climático y por eso debemos volver al acuerdo de París", dijo entonces.
Como ya se ha anticipado desde este sitio, esa medida ha sido celebrada "calurosa bienvenida” por el secretario general de la ONU, António Guterres, lo que debe entenderse como una respuesta a una carta que oportunamente le enviara Biden.
En este marco, el propio Biden, cuando ya se daba prácticamente por seguro su triunfo en las elecciones, sorprendió con el anticipo de que John Kerry, el ex secretario de Estado bajo el mandato de Barack Obama -y del que él mismo era vicepresidente-, será su representante para el cambio climático, un cargo de nueva creación en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en inglés).
También debe recordarse que en aquel debate el nuevo presidente prometió 500 mil puestos de carga para coches eléctricos, y que "podemos llegar al cero neto (de emisión de carbono) en cuanto a producción de energía" en 2050.
Las medidas relacionadas con el medioambiente y la lucha contra el cambio climático se engloban en la llamada Orden ejecutiva sobre la protección de la salud pública y el medio ambiente y la restauración de la ciencia para abordar la crisis climática. Entre ellas, pueden mencionarse las de revertir los retrocesos a los estándares de emisiones de gases de efecto invernadero, hacer cumplir una moratoria temporal sobre los arrendamientos de petróleo y gas natural en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, y la contabilización de los beneficios de reducir la contaminación climática.
No al oleoducto Keystone XL
Pero sin duda, entre esas medidas que ha establecido con su firma el presidente Biden, se desataca una de relevante simbolismo: la revocación del permiso para el oleoducto Keystone XL. Este proyecto permitiría transportar petróleo obtenido de las arenas bituminosas desde la región canadiense de Alberta hasta el territorio estadounidense de Nebraska. Seguramente, las relaciones con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, no tendrán un buen inicio, pese a que ya se llevaba pésimo con Trump.
Este oleoducto plantea una tubería de más de 500 km desde el norte hasta las refinerías ubicadas en la zona del golfo de México, en el sur. A su paso, atravesaría uno de los mayores acuíferos del mundo, el Ogalalla, que cubre una superficie de aproximadamente 450.000 km cuadrados (apenas 50.000 menos que la de España).
A futuro
Muy posiblemente, el ahora presidente Joe Biden tenderá a aplicar medidas que sirvan para restaurar muchas de las aplicadas por la anterior administración, que fue desarticulando estructuras en el campo medioambiental y en la lucha contra el cambio climático.