25 activistas, de nueve países, han entregado este mensaje de parte de personas de toda Europa pidiendo que se impulse la transición energética con el abandono de los combustibles fósiles y la energía nuclear hacia las renovables. La gran pancarta estaba cubierta con cientos de selfies recopilados en toda Europa durante las actividades realizadas a principio de marzo en las principales plazas del continente por el voluntariado de Greenpeace. En España participaron más de 1.000 personas en 24 ciudades.
La responsable de la campaña de Energías Renovables de Greenpeace, Sara Pizzinato, considera que “Europa tiene el deber moral de ser líder mundial en renovables y en la lucha contra el cambio climático. Pero hoy sus ministros, y en especial el de España, están tratando de salvar los intereses de las grandes compañías que se niegan a ceder el control del sistema eléctrico y sus energías contaminantes”.
Pizzinato ha denunciado que “España está intentando exportar su boicot a las renovables, a través del impuesto al sol e inseguridad jurídica, para dificultar que la ciudadanía participe en la transición energética. Ante esto, Europa debería reconocer el derecho de las personas a producir, consumir y compartir su propia energía renovable“.
Según Greenpeace, "en los últimos diez años, el Gobierno español ha boicoteado de manera recurrente el avance de las energías limpias: un intenso ataque -denuncian los ecologistas- que tiene su máximo exponente en la moratoria y hachazo a las renovables en 2013 y 2014 y el más reciente impuesto al sol".
La oenegé ha recogido los principales hitos de este boicot en una cronología interactiva y acaba de lanzar un videoclip en el que parodia al presidente del gobierno, Mariano Rajoy, titulado «Placa, placa, impuesto al sol».
Las siguientes negociaciones entre los gobiernos de la Unión Europea, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea se celebrarán los días 17 y 29 de mayo. Uno de los principales puntos de discordia es el derecho de las personas, las cooperativas y las ciudades a producir y vender su propia energía renovable.
Greenpeace muestra su preocupación ante la posibilidad de un acuerdo que penalice seriamente a los autoconsumidores. Por ejemplo, permitiría a los gobiernos nacionales imponer tarifas punitivas y restringir fuertemente cómo y dónde las personas pueden producir y compartir energía, con cargas adicionales para quienes estén de alquiler y por tanto no poseen un tejado. La organización ecologista también cree que los gobiernos "podrían cargar a los autoconsumidores con los mismos requisitos de registro que las grandes compañías eléctricas si vierten incluso cantidades muy pequeñas de electricidad a la red".
Otro punto que se debate es cuánta parte de la energía de Europa debería provenir de las energías renovables para 2030. La Comisión propuso originalmente un objetivo de al menos el 27%, pero parece estar abierto al menos al 34%. La mayoría de los gobiernos, incluida España, quieren mantener un objetivo mínimo del 27%, pero algunos países, como Suecia, han respaldado un 35%, lo mismo que pide el Parlamento Europeo.
Un informe de 2016 de CE Delft demostró que, con el apoyo adecuado, la mitad de los ciudadanos de la UE y uno de cada tres de España podrían producir su propia electricidad a partir de energías renovables para 2050, cubriendo casi la mitad de la demanda de electricidad de la UE. Las compañías eléctricas proporcionarían el resto de la electricidad renovable de Europa.